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11. INTERROGATORIO

 CNN DIO LA NOTICIA PRIMERO.

            Me alegró que saliera en las noticias antes de que tuviera que ir a la escuela. Estaba ansioso por escuchar la forma en que los humanos contarían la historia y qué cantidad de atención podría obtener.Afortunadamente, se trataba de un pesado día de noticias. Hubo un terremoto en América del Sur y el secuestro de un político en el Medio Oriente, así que terminó ganando sólo unos segundos, unas líneas, y una imagen granulada.

            “Orlando Calderas Wallace, presunto asesino buscado en los estados de Texas y Oklahoma, fue detenido ayer por la noche en Portland, Oregon, gracias a un dato anónimo. Wallace fue hallado inconsciente en un callejón esta mañana, a sólo unas cuadras de la estación de policía. Los oficiales no son capaces de decirnos en este momento si va ser extraditado a Houston o la ciudad de Oklahoma para ser sometido a juicio.”

            La imagen no era clara, una mala toma y había tenido una espesa barba en el momento de la fotografía. Incluso si Bella lo veía, probablemente no le reconocería. Yo esperaba que no, eso la hubiera asustado innecesariamente.

            La cobertura aquí en el pueblo será poca. Está demasiado lejos como para ser considerado de interés local— me dijo Alice—. Fue una buena idea que Carlisle lo llevara fuera del estado.

            Yo asentí. Independientemente Bella no vía mucha TV, y nunca había visto a su padre viendo algo además de canales deportivos.

            Hice lo que pude. Este monstruo ya no iba a cazar y yo no era un asesino. No recientemente, de todos modos. Tuve razón al confiar en Carlisle, aunque deseaba que el monstruo no hubiera terminado tan fácil. Tenía la esperanza de que fuese extraditado a Texas, donde la pena de muerte es muy popular.

            No. Eso no importaba. Podría esto en el pasado y me concentraría en lo que es más importante.

            Dejé la habitación de Bella hace menos de una hora. Ya estaba dolorido con ganas de verla de nuevo.

            Alice, te importaría…

            Ella me interrumpió.

            Rosalie va a conducir, va a hacer como si está enojada pero sabes que va a disfrutar la excusa de mostrar su automóvilAlice se río.

            Le sonreí.

            Te veo en la escuela Alice suspiró y mi sonrisa se convirtió en una mueca.    Ya sé, ya sé, pensó. Todavía no. Voy a esperar hasta que estés listo para que Bella me conozca. Deberías saber, sin embargo, que no se trata sólo de mí siendo egoísta. Yo también le voy a gustar a Bella.

            No le contesté, ya que estaba saliendo por la puerta. Esa era una forma diferente de ver la situación. ¿Querría Bella conocer a Alice? ¿Tener una vampiro como mejor amiga?

            Conociendo a Bella… la idea probablemente no le molestaría en lo más mínimo.

            Fruncí el ceño. Lo que Bella quería y lo que era mejor para ella eran dos cosas muy distintas.

            Empecé a sentirme incómodo mientras aparcaba mi auto en la calle de Bella. El adagio humano dice que las cosas se ven distintas en la mañana, que las cosas cambian después que duermes. ¿Me veré diferente para Bella en la débil luz de un día brumoso? ¿Más o menos siniestro que en la oscuridad de la noche? ¿Habrá entendido la verdad mientras dormía? ¿Finalmente tendría miedo?

            Su sueño había sido pacífico, sin embargo, anoche. Cuando dijo mi nombre, una y otra vez, ella sonreía. Más de una vez murmuró una plegaría para que me quedara. ¿No significaría nada eso, hoy?

            Esperé nerviosamente, escuchando los sonidos del interior de su casa, los rápidos pasos dando tumbos por las escaleras, el brusco rasgar de un envoltorio de aluminio, el contenido del refrigerador chocando unos contra otros cuando azotó la puerta. Sonaba como si tuviera prisa. ¿Deseosa de llegar a la escuela? El pensamiento me hizo sonreír, esperanzado de nuevo.

            Miré el reloj, suponía que, teniendo en cuenta la velocidad de su decrépita camioneta que debía limitarla, era un poco tarde.

            Bella se precipito fuera de la casa, su mochila de libros deslizándose de su hombro, su pelo enrollado en una trenza desordenada que ya estaba partiéndose a la altura de su nuca. El grueso suéter verde que llevaban no era suficiente para cubrir sus delgados hombros contra la fría niebla.

            El largo suéter era demasiado grande para ella, desfavorecedor. Enmascaraba su esbelta figura, convertía todas sus delicadas curvas y suaves líneas en un revoltijo sin forma. Apreciaba esto casi tanto como deseaba que ella usara algo más suave como la blusa azul que había usado ayer por la noche. El tejido se aferraba a su piel de manera tan atractiva, con un corte bajo lo suficiente como para revelar la forma de los huesos de su cuello, rizándose por la curva de su cuello. El azul fluía como el agua a lo largo de la sutil forma de su cuerpo.

            Era mejor–esencial–que mantuviera mis pensamientos alejados de la forma de su cuerpo, por lo que estaba agradecido del inapropiado suéter que vestía. No podía permitirme cometer errores, y sería un error monumental detenerme a pensar en el extraño apetito que sentía, de sus labios… su piel… su cuerpo… pensamientos que temblaban sueltos dentro de mí. Apetitos que había evadido por un centenar de años. Pero no podía permitirme pensar en tocarla, porque eso era imposible.

            La rompería.

            Bella se alejó de la puerta con tanta prisa que casi chocaba de frente con mi coche sin darse cuenta.

            Luego resbaló al parar, sus rodillas se veían como un potro sobresaltado, su mochila se cayó de su brazo, y sus ojos se abrieron ampliamente enfocándose en el automóvil.

            Salí, sin cuidado de moverme a velocidad humana y abrí la puerta del pasajero para ella. Ya no trataría de engañarla, cuando estuviéramos solos, por lo menos, iba a ser yo mismo.

            Ella me miró, sobresaltada de cómo me materialicé de la niebla. Y entonces la sorpresa en sus ojos cambió a otra cosa, y ya no estaba asustado–o esperanzado–de que sus sentimientos por mí hubieran cambiado en el transcurso de la noche. Calor, admiración, fascinación, todo nadando en el chocolate derretido de sus ojos.

            ¿Quieres dar un paseo conmigo hoy? Le pregunté. A diferencia de la cena de anoche, quería dejarla elegir. A partir de ahora, debía ser siempre su elección.

            Sí, gracias murmuró, entrando en mi coche sin la menor vacilación.   ¿Alguna vez dejaría de emocionarme, que fuera a mí al que le decía que sí?

            Corrí alrededor del coche, deseoso de unirme a ella. No parecía estar sorprendida por mi repentina reaparición.

            La felicidad que sentía cuando ella se sentaba a mi lado de esta manera no tenía precedente. Aunque disfrutaba del amor y compañía de mi familia, a pesar de los distintos entretenimientos y las distracciones que mi mundo tenía para ofrecer, nunca había sido tan feliz como ahora. Aun sabiendo que estaba equivocado, que esto no podía terminar bien, no podía borrar la sonrisa de mi cara por mucho tiempo cuando estábamos juntos.

            Mi chaqueta estaba doblada en el respaldo de su asiento. La vi mirándola.

            Traje la chaqueta para tile dije. Esta era mi excusa, tenía que proporcionar una, para llegar esta mañana sin invitación. Hacía frío, ella no tenía chaqueta, sin duda se trataba de una forma aceptable de caballerosidad—. No quería que te enfermaras o algo.

            No soy tan delicada dijo, mirando a mi pecho en lugar de mi cara, como si nos estuviera segura de ver mis ojos. Pero se puso la chaqueta antes de que tuviera que recurrir a una petición o alguna persuasión.

            ¿Ah, no? me murmuré a mí mismo.

            Ella miró hacia la carretera cuando aceleré hacia la escuela. Sólo podía soportar el silencio durante unos segundos. Tenía que saber qué pensaba esta mañana. Cuánto había cambiado entre nosotros desde la última vez que había salido el sol.

            ¿Qué, no tienes veinte preguntas para hoy? Le pregunté, restándole importancia de nuevo. Ella sonrió, aparentemente alegre de que hubiera abordado el tema.

            ¿Te molestan mis preguntas?

            No tanto como tus reacciones le dije con honestidad, sonriendo en respuesta a su sonrisa.

            Su boca se torció hacia abajo,

            ¿Reaccione mal?

            No, ese es el problema. Te tomaste todo demasiado bien, no es natural Nadie ha gritado hasta ahora. ¿Cómo puede ser posible? —. Me hace preguntarme qué estás pensando realmente—. Por supuesto, todo lo que ella hiciera o no hiciera me hacia preguntarme eso.

            Siempre te digo lo que pienso de verdad.

            Lo censuras.

            Sus dientes presionaron su labio otra vez. No parecía darse cuenta cuando lo hacía. Era una respuesta inconsciente a la tensión.

            No mucho.

            Sólo esas palabras eran suficientes para mantener mi rabiosa curiosidad. ¿Qué me estaba ocultando a propósito?

            Lo suficiente para volverme loco dije.

            Ella vaciló, y luego susurró—: No quieres saberlo.

            Tuve que pensarlo por un momento, recordar toda nuestra conversación de anoche, palabra por palabra, antes de hacer la conexión. Tal vez tomó más concentración, porque no podía imaginar nada que no quisiera que me dijera. Y luego–porque el tono de su voz era el mismo de anoche; de repente había dolor en ella de nuevo–lo recordé. Una vez, le pedí que no dijera sus pensamientos. Nunca digas eso, lo hice, le gruñí. La hice llorar…

            ¿Era esto lo que ocultaba de mí? ¿La profundidad de sus sentimientos hacia mí? ¿Que el que yo fuera un monstruo no le importaba, y que pensaba que ya era demasiado tarde para cambiar de parecer?

            No podía hablar, la alegría y el dolor eran demasiado fuertes para hacerlo, el conflicto entre ellos era demasiado salvaje para tener una respuesta coherente. El auto quedó en silencio, salvo por el constante ritmo de su corazón y pulmones.

            ¿Dónde está el resto de tu familia? Preguntó de repente.

            Tomé aliento, registrando el olor en el auto con verdadero dolor al principio, me estaba acostumbrando a esto, me di cuenta con satisfacción; y obligándome a ser casual otra vez.

            Se fueron en el auto de Rosalie— aparqué en el lugar vacío junto al coche en cuestión. Escondí mi sonrisa mientras veía como sus ojos se ensanchaban—. Ostentoso, ¿no?

            Caramba, si ella tiene esto, ¿por qué viene contigo?

            Rosalie hubiera disfrutado la reacción de Bella… si ella fuera objetiva respecto a Bella, lo cual probablemente no ocurriría.

            Como he dicho, es ostentoso. Intentamos no desentonar.

            Por supuesto, Bella era completamente ignorante de la contradicción inherente con mi propio auto. No era un accidente que se nos viera con frecuencia en el Volvo–un auto celebrado por su seguridad. Seguridad, la única cosa de un auto que nunca necesitarían los vampiros. Pocos reconocerían la poco común versión de carreras, sin mencionar los cambios que le habíamos hecho después.

            Pues no lo logran me dijo, y entonces se rió sin preocupaciones.

            El alegre y fluido sonido de su risa calentó el hueco en mi pecho.

            Entonces, ¿por qué condujo hoy Rosalie si se trata de no llamar la atención? Se preguntó.

            ¿No lo has notado? Estoy rompiendo todas las reglas.

            Mi respuesta debería haber sido ligeramente aterradora, así que, por supuesto, Bella sonrió.

            Una vez fuera del auto, caminé lo más cerca de ella que me atreví, mirando con cuidado cualquier señal de que mi proximidad le molestara. Dos veces, su mano se movió hacia mí pero la regresaba. Parecía como si quería tocarme… Mi respiración se aceleró. 

            ¿Por qué todos ustedes tienen autos como esos si quieren pasar desapercibidos? pregunto mientras caminábamos.

            Un lujo— admití—. A todos nos gusta conducir deprisa.

            Suena lógico musitó en un tono amargo.

            Ella no miró hacia arriba para ver mi sonriente respuesta.

            ¡No! No puedo creer esto. ¿Cómo demonios lo hizo Bella?

            Las alucinaciones de Jessica interrumpieron mis pensamientos. Ella estaba esperando a Bella, refugiándose de la lluvia bajo el borde del techo de la cafetería, con la chaqueta de invierno de Bella sobre el brazo. Sus ojos se ampliaron con incredulidad. Bella lo notó también al momento siguiente. Un tenue rosado tocó su mejilla cuando Bella registró la expresión de Jessica.

            Hola, Jessica. Gracias por acordarteBella la saludó. Jessica le entregó la chaqueta sin palabras.

            Debía ser cortés con los amigos de Bella fuesen o no buenos amigos.

            —Buenos días, Jessica.

            ¡Caramba!

            Jessica abrió los ojos aún más, pero no se estremeció ni retrocedió como esperaba. Aunque ella siempre me encontró atractivo en el pasado, siempre había mantenido una distancia segura antes, del mismo modo que todos nuestros admiradores lo hacían inconscientemente. Fue extraño y divertido… y, honestamente, un poco embarazoso… el darme cuenta de cuánto me había suavizado estar cerca de Bella. Parecía que ya nadie me tenía miedo. Si Emmett se enteraba de esto, se reiría por el próximo siglo.

            Eh… hola— murmuró Jessica y poso sus ojos en Bella, llena de preguntas—. Supongo que te veré en mate.

            Vas a hablar demasiado. Detalles. ¡Tengo que tener detalles! ¡El maldito Edward CULLEN!

            Bella torció la boca.

            Sí, allí nos vemos.

            Los pensamientos de Jessica corrían salvajemente mientras se apresuraba a su primera clase, mirándonos de vez en cuando.

            Toda la historia. No voy a aceptar nada menos. ¿Tenían planeado reunirse noche? ¿Están saliendo? ¿Desde hace cuánto? ¿Cómo puede ella mantener esto en secreto? ¿Por qué lo haría? No puede ser una cosa casual, tiene que ser algo serio. Los averiguaré  Me pregunto si está haciéndolo con él… ¡Ay, me desmayo!

            De repente los pensamientos de Jessica se volvieron incoherentes, dejó trabajar sus fantasías como un remolino a través de su cabeza. Me estremecí con sus especulaciones y no solo porque había sustituido a Bella con ella en sus imágenes mentales.

            No podía ser así. Y, sin embargo, yo… yo lo quería…

            Me resistí a admitirlo, incluso a mí mismo. ¿De cuántas maneras equivocadas iba a querer a Bella? ¿Cuál iba a acabar matándola?

            Sacudí mi cabeza y trate de calmarme.

            ¿Qué vas a decirle? Le pregunté a Bella.

             Hey!me susurró furiosa—. ¡Pensé que no podías leerme la mente!

            No puedo— La miré sorprendido, tratando de darle sentido de sus palabras. Ah, debimos haber estado pensando la misma cosa al mismo tiempo—. Sin embargole dije—. Pero puedo leer la suya. Te va tender una emboscada en clase.

            Bella gimió y a continuación se quitó la chaqueta. No me di cuenta de que estaba regresándomela, yo no se la iba a pedir; hubiera preferido que se la quedara… un suvenir, por lo que fui demasiado lento para ofrecerle mi ayuda. Me entregó la chaqueta, y se puso la suya

            Entonces ¿qué le vas a decir? presioné.

            Dame una ayudita, ¿Qué quiere saber?

            Sonreí y sacudí la cabeza. Quería oír lo que estaba pensando sin inducirla.

            Eso no es justo.

            Entrecerró los ojos.

            Lo que no es justo es que no compartas lo que sabes.

            Cierto, a ella no le gustaba la doble moral.

            Ella quiere saber si estamos saliendo en secreto— dije lentamente—.Y también que sientes por mí.

            Sus ojos se hicieron grandes, estaban abiertos para mí, legibles.. Se estaba haciendo la inocente.

            Oh— murmuró—. ¿Y qué debo decir?

            Uhmm—,Ella siempre trataba de hacerme darle más de lo que ella me daba a mí.

            Un caprichoso mechón de su pelo, ligeramente húmedo por la niebla, se extendía

a través de su hombro y se rizaba alrededor de su cuello, donde su cuello se ocultaba por el ridículo suéter. Moví mis ojos a través de las otras líneas ocultas…

            Alcancé el mechón con cuidado para no tocar su piel–la mañana ya era bastante fría sin mi tacto–y lo acomodé de nuevo en el moño de manera que no me distrajera de nuevo. Recordé cuando Mike Newton había tocado su cabello, y mi mandíbula de torció al hacerlo. Ella había retrocedido ante él. Su reacción ahora no fue la misma, en vez de eso, una avalancha de sangre se movió bajo su piel, y de repente, un golpeteó irregular de su corazón.

            Traté de esconder mi sonrisa para responder a su pregunta.

            Supongo que, si no te importa, podrías decir sí a lo primero—,su elección, siempre su elección—. Es más fácil que cualquier otra explicación.

            No me importa susurró. Su corazón aún no había regresado a su ritmo normal.

            Y en cuanto a su otra pregunta— no pude ocultar mi sonrisa esta vez—. Bueno, estaré atento para conocer la respuesta.

            Dejaría que Bella considerara eso. Reprimí una carcajada mientras la sorpresa cruzó su rostro.

            Di la vuelta y me alejé rápidamente, antes de que pudiera hacer más preguntas. Tuve un momento difícil al no darle lo que quería. Y deseaba escuchar sus pensamientos, no los míos.

            Te veo en el almuerzo grité por encima de mi hombro, una excusa, para comprobar aún estaba mirándome. Su boca colgaba abierta. Me volteé de nuevo y reí.

            Mientas caminaba, era vagamente consciente de los sorprendidos y especulativos pensamientos que se arremolinaban alrededor de mí, ojos saltando entre la cara de Bella y mi figura en retirada. Apenas les presté atención. No podía concentrarme. Era bastante difícil mantener mis pies moviéndose a una velocidad aceptable mientras cruzaba el empapado césped hacia mi primera clase. Quería correr, de verdad correr, tan rápido que pudiera desaparecer, tan rápido que sentiría como si volara. Una parte de mí ya estaba volando.

            Me puse la chaqueta cuando llegué a clase, dejé que su fragancia me envolviera. Ardería ahora, dejaría que el olor me desensibilizara, y entonces sería más fácil ignorarlo después, cuando estuviera con ella de nuevo en el almuerzo.

            Era bueno que mis maestros ya no se molestaran en llamarme. Hoy podría haber sido el día en que me hubieran atrapado desprevenido y sin respuestas. Mi mente estaba en tantos lugares esta mañana, sólo mi cuerpo estaba en el aula.

            Por supuesto, yo estaba viendo a Bella. Eso se estaba convirtiendo en algo tan natural y automático como respirar. Algo en lo que apenas pensara conscientemente. Oí su conversación con un desmoralizado Mike Newton. Ella rápidamente dirigió la conversación hacia Jessica, y yo sonreí tan ampliamente que Rob Sawyer, que se sentaba en el escritorio a mi derecha, se estremeció visiblemente y reclinó profundamente en su asiento, lejos de mí.

            Ugh. Espeluznante.

            Bueno, no lo había perdido por completo.

            También estaba monitoreando vagamente a Jessica, mirándola perfeccionar sus preguntas para Bella. Apenas podía esperar para el cuarto período, diez veces más impaciente y ansiosos que la curiosa niña humana que quería chismes frescos.

            Y también escuchaba a Ángela Weber.

            No había olvidado la gratitud que le tenía por pensar nada más que cosas amables hacia Bella, en primer lugar y, en segundo, por su ayuda ayer en la noche. Así que esperé a lo largo de la mañana, en busca de algo que ella quisiera. Asumí que sería fácil; como cualquier otro humano, debía existir algún adorno o juguete que quisiera especialmente. Varios, probablemente. Me gustaría enviarle algo anónimamente y así estar a mano.

            Pero Ángela resulto ser casi tan cortes como Bella en sus pensamientos. Ella era extrañamente contenta para ser una adolescente. Feliz. Tal vez esa era la razón de su inusual amabilidad, ella era una de esas pocas personas que tenían lo que querían y querían lo que tenían. Si no estaba prestando atención a sus maestros y sus notas, estaba pensando en sus pequeños hermanos gemelos que llevaría a la playa este fin de semana,  anticipando su entusiasmo con un instinto casi maternal. A menudo cuidaba de ellos, pero no estaba resentida de este hecho, era muy dulce.

            Pero no realmente útil.

            Tenía que haber algo que ella quisiera. Sólo tenía que seguir buscando. Pero después. Ya era hora de la clase matemáticas de Bella con Jessica. No estaba viendo a dánde iba cuando caminaba hacia Inglés. Jessica ya estaba en su asiento, moviendo sus pies con impaciencia esperando que Bella llegara.

            Por el contrario, una vez que estuve en mi asiento asignado en el aula, me quedé totalmente quieto. Tuve que recordar agitarme de vez que cuando para mantener la farsa. Era difícil; mis pensamientos estaban tan centrados en los de Jessica. Esperaba que pusiera atención, que realmente tratara de leer la cara de Bella para mí. El golpeteó de Jessica se volvió más impacientemente cuando Bella entró al aula.

            Se ve tan… desanimada ¿Por qué? Tal vez no pasa nada con Edward Cullen. Eso sería una decepción. Excepto que… entonces él todavía está disponible… Si él de repente está interesado en las citas, no me importaría ayudar con eso…

            La cara de Bella no se veía desanimada, sino reacia. Estaba preocupada, ella sabía que yo estaría escuchando todo esto.

            ¡Cuéntamelo todo! Exigió Jess mientras Bella todavía se quitaba su chaqueta para colgarla en la parte de atrás de su asiento. Se movía con deliberación, indispuesta.

            Ugh, es tan lenta. ¡Vamos a la parte jugosa!

            ¿Qué quieres saber?" Bella evadió mientas tomaba su asiento.

            ¿Qué pasó anoche?

            Me llevo a cenar, y luego me llevó a casa.

            ¿Y después? ¡Vamos, tiene que haber más que eso! Ella está mintiendo, lo sé. La atraparé.

            ¿Cómo llegaste a casa tan rápido?

            Observé a Bella rodar los ojos a la suspicacia de Jessica.

            Conduce como loco. Fue aterrador.

            Ella sonrió, una pequeña sonrisa, y me reí en voz alta, interrumpiendo los anuncios del Sr. Mason. Intenté convertir la risa en una tos, pero nadie se dejo engañar. El Sr. Mason me dirigió una mirada irritada, pero ni siquiera me molesté en escuchar el pensamiento detrás eso. Yo estaba escuchando a Jessica.

            Uhm. Suena como si estuviera diciendo la verdad. ¿Por qué me hace sacarle esto, palabra por palabra? Si se tratara de mí estaría gritándolo a todo pulmón.

            ¿Fue como una cita? ¿Le dijiste que se reunieran allí?

            Jessica vio confusión cruzando la expresión de Bella y se decepcionó de lo genuina que parecía.

            No, me sorprendió mucho verlo allí le dijo Bella.

            ¿Qué está pasando?

            Pero te recogió hoy para venir a la escuela.

            Tiene que haber más en esta historia.

            Sí eso también fue una sorpresa... Él notó que anoche no tenía chaqueta.

            Eso no es muy divertido, pensó Jessica, decepcionada de nuevo.

            Yo ya estaba cansado de su línea de interrogatorio, quería escuchar algo que no supiera. Esperaba que no estuviera tan decepcionada que se saltara las preguntas que yo estaba esperando.

            Así que… ¿van a salir de nuevo? Jessica exigió saber.

            Él se ofreció a llevarme a Seattle el sábado porque cree que mi camioneta no es muy confiable… ¿eso cuenta?

            Hmm. Él seguramente quiere ir… para así, cuidar de ella. Si ella no siente nada, de seguro él sí… ¿Cómo puede ser eso? Bella está loca.

            Jessica respondió la pregunta de Bella.

            Bueno, entonces sí concluyo Bella.

            Vaya… Edward Cullen.

            Tanto si le gusta o no, esto es importante.

            Lo sé Bella suspiró.

            Su tono de su voz alentó a Jessica.

            Finalmente–¡Suena como si ya lo hubiera entendido!

            ¡Espera!— dijo Jessica, recordando su pregunta más vital . ¿Te beso?

            Por favor, ¡Dí que sí! ¡Y luego describe cada segundo!

            Nomurmuro Bella, y luego miró sus manos, su cara caída—. No es de esos.

            Demonios. Desearía… Já. Parece que ella también.

            Fruncí el ceño. Bella parecía molesta por algo, pero no podía ser decepción como Jessica asumió. Ella no puede querer eso. No sabiendo lo que sabe. Ella no puede querer estar cerca de mis dientes. Por todo lo que sabía, yo tenía colmillos.

            Me estremecí.

            ¿Crees que el Sábado…? Jessica preguntó.

            Bella parecían aún más frustrada de como dijo—: Realmente lo dudo.

            Sí, ella lo desea. Eso apesta.

            ¿Era porque lo estaba viendo todo a través del filtro de las percepciones de

Jessica que parecía que ella tenía razón?

            Por medio segundo me distrajo la idea, la imposibilidad, de cómo sería tratar de besar a Bella. Mis labios en sus labios, piedra fría contra calidez y tierna seda…

            Y entonces ella muere.

            Sacudí la cabeza, adolorido, y me obligué a prestar atención.

            ¿De qué hablaron?

            ¿Hablaste con él, o le sacaste cada pizca de información como yo?

            Sonreí con pesar. Jessica no estaba muy lejos de la verdad.

            No lo sé, Jess, un montón de cosas. Hablamos un poco sobre el ensayo de

Inglés.

            Muy poco. Sonreí ampliamente.

            ¡Ay, por Dios!

            ¡Por favor, Bella! Dame algunos detalles.

            Bella deliberó por un momento.

            Bueno… está bien, tengo uno. Deberías haber visto la mesera coquetear con él, fue atrevida pero él no le prestó atención en absoluto.

            Qué curioso detalle para compartir. Me sorprendió que Bella lo hubiera notado incluso. Parecía una cosa intrascendente.

            Interesante…

            Esa es una buena señal. ¿Era bonita?

            Hmm. Jessica pensó en ello más de lo que yo lo hice.

            Mucho—,Bella le dijo—. Y probablemente tendría unos diecinueve o veinte años.

            Jessica se distrajo momentáneamente con una memoria de Mike en su cita la noche del lunes, Mike siendo demasiado amable con una camarera que Jessica no consideraba bonita en absoluto. Ella se alejó de ese recuerdo y volvió enseguida, para ahogar su irritación, en su búsqueda de detalles.

            Incluso mejor. Debes gustarle.

            Creo que sídijo Bella lentamente, y yo ya estaba al borde de mi asiento, con el cuerpo rígido—. Pero es difícil saberlo. Él siempre es tan críptico.

            No debí haber sido tan transparente y fuera de control como pensaba. Aún así, siendo atenta… como era… ¿Cómo no se había dado cuenta de que estaba enamorado de ella? Recordé nuestra conversación, casi sorprendido de que no lo hubiera dicho voz alta. Sentí que ese conocimiento había sido el contexto de cada palabra entre nosotros.         ¡Vaya! ¿Cómo te sientas allí, enfrente de un modelo masculino y tienes una conversación?

            No sé cómo tuviste suficiente valor para estar a solas con él dijo Jessica.       Bella se sorprendió.

            ¿Por qué?

            Reacción rara ¿Qué es lo que cree que significa?

            Él es tan—… ¿Cuál es la palabra correcta?—. Intimidante. Yo no sabría qué decirle—. Esta mañana ni siquiera pude hablar español y todo lo que él dijo fue buenos días. Debo haber sonado como una idiota.

            Bella sonrió.

            Me vuelvo medio incoherente cuando estoy con él.

            Seguramente trataba de que Jessica se sienta mejor. Ella tenía un autocontrol antinatural cuando estábamos juntos.

            Oh bueno, Jessica suspiró—. Él es increíblemente guapo.

            La cara de Bella se congeló de repente, sus ojos destellaban de la misma manera que lo hacían cuando le molestaba alguna injusticia. Jessica no se dio cuenta del cambio en su expresión.

            El es mucho más que eso Bella chasqueó.

             Oooh. Ahora estamos yendo a alguna parte.

            ¿De verdad como qué? Bella mordió su labio por un momento.

            No te lo puedo explicar ahoradijo finalmente—. Pero es aún más increíble detrás del rostro.

            Apartó la mirada de Jessica, sus ojos parecía ligeramente desenfocados como si estuviera mirando algo muy lejano.

            Recordé cómo me sentía cuando Carlisle o Esme me elogiaban más de lo que merecía. Esta emoción fue similar, pero más intensa, más apasionada.

            Véndele esa estupidez a alguien más–¡No hay nada mejor que esa cara! A menos que sea su cuerpo. ¡Dios!

            ¿Es eso posible? dijo Jessica entre risitas.

            Bella no volteó. Continuó mirando a la distancia, haciendo caso omiso de Jessica.

            Una persona normal estaría fanfarroneando. Tal vez si mantengo mis preguntas simples. Ja Ja. Como si estuviera hablando con un niño de preescolar.

            Así que, ¿te gusta?

            Me puse rígido de nuevo.

            Bella no miró a Jessica.

            Sí.

            Quiero decir, ¿realmente te gusta?

            Sí.

            ¡Mira ese rubor!

            ¿Qué tanto te gusta? Jessica exigió saber.

            El aula de inglés podría haber estado en llamas y yo no lo habría notado.

            La cara de Bella ahora era de un color rojo brillante, casi podía sentir el calor de la imagen mental.

            Demasiado— le susurró—. Más de lo que yo le gusto a él. Pero no sé cómo evitarlo.

            ¡Rayos! ¿Qué preguntó el Sr. Varner?

            Uhm, ¿Qué número Sr Varner?

            Era bueno que Jessica ya no pudiera interrogar a Bella. Necesitaba un minuto. ¿Qué rayos estaba pensando esta chica ahora? ¿“Más de lo yo le gusto a él”? ¿Cómo podía pensar eso? “Pero no sé cómo evitarlo”, ¿Qué se supone que significaba eso? No pude encontrar una explicación racional a sus palabras. Eran prácticamente sin sentido.

            Al parecer, no podía dar nada por sentado. Cosas obvias, cosas que tenían sentido, de alguna manera llegaban retorcidas a ese bizarro cerebro de ella.

            Fulminé el reloj con la mirada, apretando los dientes. ¿Cómo podían unos cuantos minutos parecer tan imposiblemente largos para un inmortal? ¿Dónde estaba mi punto de vista?

            Mi mandíbula estuvo apretada toda la clase de matemáticas del Sr. Varner. Oí más de esa lección que de mi propia clase. Bella y Jessica no hablaron de nuevo, pero Jessica hecho un vistazo a Bella varias veces, en una de ellas su cara era brillante escarlata de nuevo y sin motivo aparente.

            El almuerzo no llegaba con la suficiente rapidez.

            No estaba seguro de si Jessica obtendría algunas de las respuestas que estaba esperando para cuando la clase terminara, pero Bella fue más rápida.

            Tan pronto como sonó la campana, Bella volteó hacia Jessica.

            En Inglés, Mike me preguntó si habías dicho algo sobre el lunes por la noche dijo Bella, con una sonrisa tirando en las esquinas de sus labios. Entendí esto por lo que era, atacar es la mejor defensa.

            ¿Mike preguntó por mí? El entusiasmo hizo que la mente de Jessica se descuidara, más suave, sin su habitual borde insidioso.

            ¡Estás bromeando!, ¿Qué le dijiste?

            Claramente, eso era todo lo que iba a obtener de Jessica hoy. Bella estaba sonriendo como si hubiese pensado lo mismo. Como si pensara que ganó el round.

            Bueno, el almuerzo sería otra historia.

            Me moví apáticamente hacia la clase de Gimnasia con Alice, esa era la forma en que siempre nos movíamos cuando se trataba de alguna actividad física con los humanos. Naturalmente, ella era mi compañera de equipo. Ningún humano quería hacer equipo con nosotros. Era el primer día de bádminton. Suspiré del aburrimiento, mientras movía la raqueta como si fuera en cámara lenta, con pequeños golpes para mandar el gallito al otro lado. Lauren Mallory estaba en el otro equipo; y falló. Alice giraba su raqueta como si fuera un bastón, mirando al techo. Ella dio dos pasos hacia la red y Lauren se encogió retrocediendo dos pasos.

            Todos odiábamos Gimnasia, en especial Emmett. Los juegos de Lanzamiento eran una afrenta a su filosofía personal. Gimnasia se veía peor hoy de lo habitual, me sentía igual de irritado que Emmett. Antes de que mi cabeza explotara de impaciencia, el entrenador Clapp terminó los juegos y nos sacó antes de la clase. Estaba ridículamente agradecido de que se hubiera saltado el desayuno–un nuevo intento de la dieta–y la consecuente hambre lo tenía a toda prisa con ganas de encontrar una comida grasienta en alguna parte. Se prometió a sí mismo que mañana empezaría de nuevo…           Esto me dio tiempo suficiente para llegar al edificio de matemáticas antes de que la clase de Bella terminara.

            Disfrútalo, pensó Alice mientras se dirigida a reunirse con Jasper. Sólo tengo que ser paciente unos días más. ¿Supongo que no querrás decirle hola a Bella de mi parte?

            Sacudí la cabeza, exasperado. ¿Eran todos los psíquicos tan presumidos?

            Para tu información va a estar soleado este fin de semana. Quizá quieras cambiar tus planes.

            Suspiré mientras seguía en dirección contraria. Presumidos, pero sin duda útiles. Me apoyé contra la pared junto a la puerta, esperando. Estaba lo suficientemente cerca para escuchar la voz de Jessica a través de los ladrillos, así como sus pensamientos.    —¿Hoy no te vas a sentar con nosotros ¿verdad?

            Ella se ve… radiante. Apuesto a que hay toneladas de cosas que no me dijo.

            No lo creo respondió Bella, extrañamente insegura. ¿No le había prometido pasar el almuerzo con ella? ¿En qué estaba pensando?

            Salieron de la clase juntas, y los ojos de ambas se ensancharon cuando me vieron. Pero sólo podía escuchar a Jessica.

            Bien. Vaya. Sí, aquí pasa más de lo que me está diciendo.

            Te veo luego, Bella.

            Bella caminó hacia mí, a paso lento, aún insegura. La piel de sus pómulos era de color rosa. Ahora la conocía lo suficientemente bien como para asegurar que no era miedo lo que había detrás de su vacilación. Al parecer, esto era sobre algún abismo que imaginaba entre sus sentimientos y los míos. Más de lo que yo le gusto. ¡Absurdo! Hola dije, con la voz un poco seca. Su cara se puso de un rosa brillante.

            Hola.

            No parecía decidida a decir algo más, por lo que la lleve camino a la cafetería y ella caminó en silencio a mi lado.

            La chaqueta había funcionado–su aroma no fue el golpe que generalmente era.

Sólo era una intensificación del dolor que ya sentía. Podía ignorarlo con más facilidad de lo que alguna vez creí posible.

            Bella estaba inquieta a mientras esperábamos en la fila, jugando distraídamente con el cierre de su chaqueta, cambiando nerviosamente de un pie al otro. Me miraba a menudo, pero siempre que encontraba mi mirada, veía hacia abajo como si estuviera avergonzada. ¿Era porque había muchas personas mirándonos? Tal vez podría oír los susurros, el chismorreo hoy era tanto mental como verbal.

            O tal vez se dio cuenta, por mi expresión, de que iba a querer algunas explicaciones.

            No dijo nada hasta que estaba reuniendo el almuerzo. No sabía lo que a ella le gustaba, todavía, así que agarre de todo.

            ¿Qué estás haciendo?bufó en voz baja—. No pensarás llevarte todo eso para mí?

            Sacudí la cabeza, y empujé la bandeja hasta la caja.

            La mitad es para mí, por supuesto.

            Alzó la ceja de manera aséptica, pero no dijo nada más mientras pagaba los alimentos y la acompañaba a la mesa en que nos sentamos la semana pasada. Parecía que había pasado mucho más que unos pocos días. Todo era diferente ahora.

            De nuevo se sentó frente a mí. Empujé la bandeja hacia ella.

            Toma lo que quieras dije. Escogió una manzana y la giró entre sus manos, con una mirada especulativa en el rostro.

            Tengo curiosidad

            ¡Qué sorpresa!

            ¿Qué harías si alguien te reta a comer comida? —continuó en voz baja para que no llegara a oídos humanos. Los oídos inmortales eran otro asunto, si esos oídos estuvieran prestando atención. Fruncí el ceño.

            Tú siempre sientes curiosidad me quejé. Oh, bueno. No era como si no hubiese tenido que comer antes. Era parte de la farsa. Una desagradable.

            Tomé la cosa más cercana y atrapé su mirada mientras mordía un pequeño bocado de lo que sea que fuera. Sin mirar, no podía saberlo. Era viscoso, grueso y repulsivo como cualquier otra comida humana. Mastique y trague con rapidez, tratando de no hacer muecas. El trozo de comida se movió lenta e incómodamente por mi garganta. Suspiré mientras pensaba que cómo tendría que sacarlo después. Desagradable.

            La expresión de Bella era horrorizada. Impresionada.

            Quería poner los ojos en blanco. Por supuesto, habíamos perfeccionado esos engaños.

            —¿Si alguien te reta a comer tierra puedes, verdad?

            Su nariz se arrugó y ella sonrió.

            Lo hice una vez… por una apuesta. No fue tan malo.

            Me reí.

            Supongo que no me sorprende.

            ¿Cómo pudo? ¡Ese imbécil egoísta! ¿Cómo puede hacernos esto a nosotros? El penetrante chillido mental de Rosalie atravesó mi humor.

            —Tranquila, Rose —escuché a Emmett susurrar a través de la cafetería. Su brazo estaba a través de los hombros de ella, sosteniéndola apretada a su lado. Reteniéndola.

            Lo siento, Edward. Pensó Alice con culpa. Ella podía ver que Bella sabía demasiado por tu conversación… y bueno, hubiese sido peor si no le decía la verdad de una vez. Créeme.

            Me estremecí ante la imagen mental que siguió, lo que habría pasado si le hubiera admitido a Rosalie que Bella sabía que yo era un vampiro cuando estábamos en casa, donde Rosalie no tenía una fachada que mantener. Tendría que esconder mi Aston Martin en algún lado fuera del estado si ella no se calmaba para el momento en que terminara la escuela.   La vista de mi auto favorito mutilado y quemado fue molesta, aunque sabía que me había ganado la retribución.

            Jasper no estaba más feliz.

            Lidiaría con los otros después. Solo tenía tiempo asignado para estar con Bella y no lo iba a desperdiciar.

            Edward y Bella se ven cómodos, ¿verdad? Mientras intentaba ignorar a Rosalie, los pensamientos de Jessica interrumpieron. Esta vez no me importó. Buen lenguaje corporal. Voy a reconstruirlo para Bella. Se está inclinando hacia ella en la forma en que debería, si está interesado. Se ve interesado. Se ve… perfecto. Jessica suspiró. Yum.

            Me encontré con los ojos curiosos de Jessica y ella desvió su mirada nerviosamente, encogiéndose de vuelta en su silla. Uhmm. Probablemente será mejor apegarme a Mike. A la realidad, no a la fantasía…

            Poco tiempo había pasado, pero Bella había notado mi abstracción.

            Jessica está analizando todo lo que hago—, le dije. Usando la menor distracción como excusa—. Luego lo reconstruirá para ti.

 

            La rabieta de Rosalie continuó. Un monólogo interno caustico que con suerte se detuvo por un segundo o dos mientras buscaba en su memoria por insultos frescos que lanzar a mi dirección. Forcé el sonido a que fuera ruido de fondo, determinado a estar presente con Bella.

            Empujé el plato de comida hacia ella–pizza, me di cuenta–preguntándome cómo era mejor empezar. Mi antigua frustración flameaba mientras repetía sus palabras mi cabeza: Más de lo que yo le gusto a él. Pero no sé cómo evitarlo.

            Ella mordió la misma rebanada de pizza. Me sorprendió lo confiada que era. Por supuesto, ella no sabía que yo era ponzoñoso, no es que compartir la comida fuera a dañarla. Aun así, esperaba que ella me tratara diferente. Como otra cosa. Ella nunca lo hizo.

            Espesaría con delicadeza.

            —¿Entonces, la camarera era bonita? —Ella alzó una ceja.

            —¿De verdad no te diste cuenta? Como si cualquier mujer pudiera esperar que quitara mi atención de Bella. Absurdo, de nuevo.

            No, no estaba prestando atención. Tenía muchas cosas en la cabeza.

            —Pobre chica —dijo Bella. Sonriendo.

            Le gustaba que no hubiera encontrado a la camarera interesante en ninguna forma. Podía entender eso. ¿Cuántas veces me había imaginado incapacitando a Mike Newton en la clase de Biología?

            Honestamente ella no podía creer que sus sentimientos humanos, el fruto de diecisiete cortos años mortales, podrían ser más fuertes que esta bola de demolición que me ha destrozado después de un siglo de vacío.

             Algo de lo que le dijiste a Jessica—… No podía mantener mi voz casual—. Bueno, me molesta.

            Inmediatamente se puso a la defensiva.

            No me sorprende que oyeras algo que te disgustara, ya sabes lo que dicen de los chismosos.

            Los chismosos nunca oyen cosas buenas de ellos, eso es lo que dicen.

            Te advertí que estaría escuchando le recordé.

            Y yo te advertí que no querrías saber todo lo que pienso.

            Ah, ella estaba pensando en cuando la hice llorar. El remordimiento hizo mi voz más gruesa.

            Cierto, aunque te equivocas: quiero saber todo lo que piensas…Todo, solo que desearía que no pensaras algunas cosas.

            Más medias mentiras. Sabía que no debería querer que se preocupara por mí. Pero lo quería. Claro que lo quería.

            Esa es una distinción importante—, refunfuño, frunciendo el ceño—. Pero ese no es el punto por ahora.

            —¿Entonces cuál es? Se inclino hacia mí, con su mano ahuecada ligeramente alrededor de su garganta. Atrajo mi mirada–me distrajo–Qué tan suave se sentirá su piel…

            Concéntrate, me ordené a mí mismo.

            ¿De verdad crees que te interesas más por mí, que yo por ti? Le pregunté. La pregunta sonó ridícula para a mí, como si las palabras estuvieran revueltas.

            Ella se congeló por un momento, incluso su respiración se detuvo. Entonces desvió su mirada, parpadeando rápidamente. Su aliento se convirtió en un suave jadeó.      Lo hiciste de nuevomurmuró.

            ¿Qué?

            Deslumbrarme admitió, mirando mis ojos con cautela.

            Oh No estaba seguro de qué hacer al respecto. Todavía estaba emocionado con el hecho de que podía deslumbrarla. Pero esto no estaba ayudando al progreso de la conversación.

            No es culpa tuya— suspiró—. No puedes evitarlo.

            ¿Vas a responder mi pregunta? —Le exigí.

            Fijó la vista en la mesa.

            Sí.

            Eso fue todo lo que dijo.

            —¿Sí, vas a responder, o sí, realmente piensas eso? Pregunté con impaciencia.             Sí, realmente lo creo dijo sin mirarme. Hubo un ligero tono de tristeza en su voz. Se sonrojo de nuevo, sus dientes se movieron inconscientemente hacia su labio.

            Abruptamente, me di cuenta de que le costaba admitirlo, porque realmente lo creía. Yo no era mejor que el cobarde de Mike, pidiéndole que confirmara sus sentimientos antes de que yo confirmara los míos. No importaba que yo sintiera que había dejado mi lado muy claro. Ella no lo había captado, por lo que no tenía excusa.

            Te equivocas prometí. Debió escuchar la ternura en mi voz.

            Bella me miró, sus ojos opacos, sin rastro de nada.

            Eso no puedes saberlo susurró.

            ¿Qué te hace pensar eso? pregunté. Inferí que ella pensó que estaba subestimando sus sentimientos porque no podía leer sus pensamientos. Pero, en verdad, el problema era que ella esta subestimando grandemente los míos.

            Ella me miró de nuevo, juntando las cejas, mordiendo sus labios. Por millonésima vez, deseé desesperadamente que sólo pudiera escucharla.

            Cuando iba comenzar a suplicarle, ella alzo un dedo para callarme.

            Déjame pensar pidió. Mientras que simplemente estuviera organizando sus pensamientos, podía ser paciente.

            O podía pretender que lo era.

            Presionó sus manos juntas, entrelazando y liberando sus delgados dedos. Ella observó sus manos como si pertenecieran a otra persona mientras hablaba.

            Bueno, aparte de lo obvio—, murmuro—. A veces… no estoy segura, yo no puedo leer mentes, pero algunas veces parase que intentas despedirte cuando estás diciendo otra cosa   no me miró.

            ¿Había captado eso, no? ¿Se daba cuenta de que sólo era debilidad y egoísmo lo me mantenía aquí? ¿Pensaba menos de mí por eso?

            Perceptiva—, susurré, y mire con horror cómo el dolor retorcía su expresión. Me apresuré a contradecir su hipótesis—. Aunque por eso es por lo que te equivocas—, empecé, y después hice una pausa, recordando las primeras palabras de su explicación. Me molestaban, aunque no estaba seguro de haber entendido muy bien.

            ¿Qué quieres decir, con lo obvio?

            Bueno, mírame dijo.

            Estaba mirándola, todo lo que siempre hacia era mirarla.

            Soy absolutamente normal—, explicó—. Bueno, salvo por todas las situaciones en que la muerte me ha pasado rozando y por ser tan torpe, que casi soy una discapacitada. Y mírate a ti—. Abanicó el aire hacia mí, como si estuviera diciendo algo tan obvio que no valiera la pena detallarlo.

            ¿Pensaba que era normal? ¿Pensaba que yo era preferible por encima de ella?  ¿Según las estimaciones de quién? ¿Tontos, de mente estrecha, ciegos, humanos como Jessica o la Sra. Cope? ¿Cómo es que no podía darse cuenta de que ella era la más bella… más exquisita…? Esas palabras no eran suficientes.

            Y ella no tenía idea.

            Nadie se ve a sí mismo con claridad—, le dije—. Voy a admitir que diste en el clavo con los defectos—. Reí sin humor. No encontraba cómico que el destino la cazara. La torpeza, sin embargo, era algo gracioso. Dulce. ¿Me creería si le dijera que era hermosa, por dentro y por fuera? Quizá encuentre la corroboración más convincente.             —¿Pero no sabes lo que pensaban todos los chicos el día de tu llegada?

            Ah, la esperanza, la emoción, la impaciencia de esos pensamientos. La rapidez con que se habían convertido en fantasías imposibles. Imposibles, porque ella no deseaba a ninguno de ellos.

            Yo era al que ella dijo que sí.

            Mi sonrisa debe haber sido presumida.

            Su rostro se puso blanco de la sorpresa.

            No te creo murmuró.

            Confía en mí sólo esta vez. Eres lo contrario a lo normal—, no estaba acostumbrada los cumplidos, podía ver eso. Se sonrojo y cambió el tema.

            Pero no soy yo la que está diciendo adiós.

            ¿No lo ves? Eso demuestra que tengo razón. Soy quien más se preocupa, porque yo sí puedo hacerlo…¿Dejaría alguna vez de ser egoísta, para hacer lo correcto? Sacudí la cabeza desesperado. Tendría que encontrar la fuerza, ella merecía una vida, no lo que Alice había visto venir—. Si irme es lo correcto…

            ¿Y tenía que ser lo correcto, cierto? Bella no me pertenecía. No había hecho nada para merecer mi inframundo.

            Sufriré para evitar que resultes herida, para mantenerte a salvo.

            Mientras hablaba, deseaba que fuera cierto.

            Ella me fulminó con la mirada. De alguna manera, mis palabras la habían encolerizado.

            ¿Acaso no piensas que yo haría lo mismo? exigió furiosamente.

            Tan furiosa, tan suave y tan frágil. ¿Cómo podría ella lastimar a alguien?

            Nunca vas a tener que decidir eso le dije, una vez más deprimido por la vasta diferencia entre nosotros.

            Me miró, reemplazando la ira por el interés, estrechando sus ojos.

            Debía de haber algo realmente malo en el orden del universo si alguien tan bueno y frágil no merecía un ángel de la guarda para alejarla de los problemas.

            Bueno, pensé con un oscuro humor, por lo menos tiene un vampiro guardián.

            Le sonreí. Me encantaba mi excusa para quedarme.

            Por supuesto, mantenerte a salvo empieza a parecerse a un trabajo de tiempo completo que requiere de mi presencia constante—, ella también sonrió.

            Nadie ha tratado de acabar conmigo hoy dijo a la ligera, y después su expresión se volvió especulativa durante medio segundo, antes de sus ojos se volvieran opacos de nuevo.

            Aún añadí secamente.

            Aún aceptó, para mi sorpresa. Esperaba que negara la necesidad de protección.

            Al otro lado de la cafetería las quejas de Rosalie subían de volumen en vez de apagarse.

            Lo siento, pensó Alice otra vez. Debe haberme visto hacer una mueca.

            Pero oírla me recordó que tenía unos asuntos que atender.

            Tengo otra pregunta para ti dije.

            Dispara dijo Bella, sonriendo.

            ¿De verdad necesitas ir a Seattle este sábado, o sólo era una excusa para no tener que decir no a todos tus admiradores? Me hizo una mueca.

            Todavía no te he perdonado por el asunto de Tyler, es tu culpa que se haya engañado hasta creer que voy a acompañarlo al baile de graduación.

            Oh, él habría encontrado una oportunidad para pedírtelo sin mí ayuda, en realidad yo sólo quería ver tu carame reí, recordando su expresión aterrada. Nada de lo que le había contado acerca de mi propia historia oscura la había horrorizado tanto.

            Si te lo hubiera pedido, ¿me hubieras rechazado?

            Probablemente no—, dijo—. Pero hubiera cancelado después alegando una falsa enfermedad o tobillo roto.

            Qué extraño.

            ¿Por qué?

            Sacudió su cabeza, como si se sintiera decepcionada de que no la entendí.

            Supongo que nunca me has visto en Gimnasia, pero creí que lo entenderías.

            Ah.

            ¿Te refieres al hecho de que eres incapaz de caminar a través de una superficie plana y estable sin encontrar algo con que tropezar?

            Obviamente.

            Eso no sería un problema. Todo depende de quién te lleve a bailar.

            Por una fracción de segundo, me abrumó la idea de sostenerla entre mis brazos durante un baile–donde, sin duda, estaría usando algo bonito y delicado, no ese horrible suéter.

            Recordé con perfecta claridad cómo se había sentido su cuerpo bajo el mío después de ponerla fuera del camino de la furgoneta. Más fuerte que el pánico o la desesperación, podía recordar esa sensación. Había sido tan cálida y tan suave, amoldándose a mi figura de piedra…

            Me alejé de ese recuerdo.

            Pero no me has contestado—, dije rápidamente, previniendo que protestara algo acerca de su torpeza, como claramente intentó hacerlo—. ¿Estás decidida a ir a Seattle, o te importaría si hacemos algo diferente?

            Astuto, dejándolo a su elección, pero sin darle la opción de estar lejos de mí. Poco justo de mi parte. Pero anoche le había hecho una promesa. Demasiado casual, demasiado irreflexivo, pero aún así… Si alguna vez iba a merecer la confianza que ella me había dado a pesar de mi indignidad, iba a mantener cada promesa que pudiera. Incluso si la idea me aterraba.

            El sol brillaría el sábado. Podría mostrarle mi verdadero yo, si era lo suficientemente valiente para soportar su horror y repugnancia. Conocía el lugar perfecto para tomar ese riesgo.

            Estoy abierta a sugerencias—, dijo Bella—. Pero quiero pedirte un favor.

            Un sí con reservas. ¿Qué querría ella de mí?

            ¿Qué?

            ¿Puedo conducir?

            ¿Era esta su idea de humor?

            ¿Por qué?

            Bueno, sobre todo porque cuando le dije a Charlie que iba a Seattle, me preguntó concretamente si iría sola y, en ese momento, así era. Si pregunta una vez más, probablemente no le mentira, pero no creo que pregunte de nuevo, y dejar el coche enfrente de la casa solo sacaría el tema a relucir de forma innecesaria. Y además, porque tu forma de conducir me asusta.

            Puse mis ojos en blanco hacia ella.

            De todas las cosas por las que debería asustarte, a ti te preocupa mi forma de conducir en verdad, su cerebro trabajaba al revés. Sacudí la cabeza disgustado. ¿Por qué le temía a las cosas correctas? ¿Por qué no quería que lo hiciera?

            No pude mantener el tono juguetón de nuestras bromas.

            ¿No quieres decirle a tu padre que vas a pasar el día conmigo? pregunté, dejando que se filtrarse la oscuridad de mi voz mientras pensaba en todas las razones por las que eso era importante, adivinando de todas maneras cual iba a ser su respuesta.

            Con Charlie, menos siempre es más—, dijo Bella, segura de este hecho—. De todos modos ¿a dónde vamos a ir?

            El clima será agradable—, le dije lentamente, luchando contra el pánico y la indecisión, ¿Cuánto más lamentaría esta decisión?—. Así que estaré fuera de la atención pública… y podrás estar conmigo, si quieres.

            Bella lo captó a la primera, sus ojos eran brillantes y ansiosos.

            —¿Y me enseñaras a que te referías con lo de el sol?

            Tal vez, como otras tantas veces, su reacción sería lo contrario de lo que esperaba. Sonreí ante esa posibilidad, luchando por volver el momento más ligero.

            Sí. Pero—… Ella no había dicho que sí—. Si no quieres estar… a solas conmigo, todavía sigo prefiriendo que no vayas a Seattle sola. Me estremezco de pensar con que problemas podrías en una ciudad de ese tamaño.

            Sus labios se contrajeron; estaba ofendida.

            Phoenix es tres veces más grande que Seattle sólo en la población. En cuanto a tamaño…

            Pero al parecer, en Phoenix no te había llegado la hora—, le dije, interrumpiendo sus justificaciones—. Así que preferiría que permanecieras cerca de mí.

            Podría permanecer para siempre conmigo y aun así no sería suficiente.

            No debería pensar de esa manera. No teníamos para siempre. Cada segundo contaba, más de lo que nunca lo había hecho; cada segundo la cambiaba, mientras yo permanecía intacto, físicamente al menos.

            No me importa estar a solas contigo dijo.

            No–porque sus instintos funcionaban al revés.

            Lo sé—, suspiré—. Pero deberías decirle a Charlie.

            ¿Por qué diablos debería de hacerlo? preguntó horrorizada por la idea.

            La mire con fiereza, aunque la ira era, usualmente, dirigidas a mí mismo. Cómo deseaba tener una respuesta diferente para ella.

            Para darme un pequeño incentivo para que te traiga de vuelta bufé. Debería darme al menos eso–un testigo para obligarme a ser cautelosos.

            Bella tragó saliva, y me miro durante un largo rato. ¿Qué es lo que vio?

            Creo que me arriesgaredijo.

            ¡Ugh! ¿Obtenía alguna emoción al poner en riesgo su vida? ¿Ansiaba un disparo de adrenalina?

            ¡Haría el favor de callarte! El pensamiento mental de Rosalie se asomó, rompiendo mi concentración. Vi lo que pensaba de esta conversación, de lo mucho que Bella ya sabía. Volteé a ver a Rosalie automáticamente con el ceño fruncido furiosamente, pero me di cuenta que simplemente no me importaba. Que destruya el auto. Solo era un juguete.

            Hablemos de otra cosa Bella sugirió repentinamente.

            La miré de nuevo a ella, preguntándome cómo podía ser tan inconsciente de lo que realmente importaba. ¿Por qué no me veía como el monstruo que era? Rosalie ciertamente lo hacía.

            ¿De qué quieres hablar?

            Movió sus ojos a la izquierda y luego la derecha, para asegurarse de que no hubiera chismosos. Debía estar planeando introducirme en otro tema relacionado con los mitos. Sus ojos se congelaron por un segundo y su cuerpo se puso rígido después me miró de nuevo a mí.

            ¿Por qué fuiste a Goat Rocks el pasado fin de semana… a cazar? Charlie dice que no es un buen lugar para acampar, a causa de los osos.

            Tan obvio era que la miré levantando una ceja.

            —¿Osos? —jadeó.

            Le sonreí burlonamente, viendo eso penetrar. ¿Esto haría que me tomara en serio? ¿Algo lo haría?

            Solo dile todo. Tampoco es como que tuviésemos reglas... los pensamientos de Rosalie sisearon hacia mí. Luché para no oírla.

            Bella compuso su expresión.

            —No estamos en temporada de osos dijo severamente, estrechando sus ojos.

            Si lees con cuidado, las leyes sólo cubren la caza con armas.

            Perdió el control de su expresión de nuevo por un momento. Sus labios se abrieron.

            —¿Osos? —dijo una vez más, una pregunta tentativa en lugar de un jadeó de sorpresa.

            El favorito de Emmett es el oso pardo Observé sus ojos, mientras pasaba del asombro a recuperarse.

            Hmm murmuró. Mordía la pizza, mirando hacia abajo. Masticó despacio, y luego tomó un trago de su refresco.

            Entonces—, dijo, levantando los ojos—. ¿Cuál es tu favorito?

            Supuse que debí haber esperado algo así, pero no lo había hecho.

            El puma conteste bruscamente.

            Ah dijo en un tono neutral. Sus latidos continuaban constantes, como si estuviéramos discutiendo sobre mi restaurante favorito.

            Bien, entonces, si quería actuar como si esto no fuera nada raro…

            Por supuesto, debemos tener cuidado para no causar un impacto ambiental desfavorable con una cacería imprudente—, le dije, con voz distante y clínica. —. Tratamos de concentrarnos en zonas con sobrepoblación de depredadores y nos alejamos tanto como sea necesario. Aquí siempre hay un montón de ciervos y alces, pero ¿dónde está la diversión en eso?

            Ella escuchó con una expresión de amable interés, como si yo fuera un guía turístico hablando de una pintura. Tuve que sonreír.

            Claro diversión murmuró con calma, mientras le daba otro mordisco a la pizza.

            El    comienzo de la primavera es la estación favorita de Emmett—, dije, continuando con la conferencia—. Acaban de salir de la hibernación, por lo que están más irritables.

            Setenta años después y él todavía no superaba el haber perdido aquel primer encuentro. 

            No hay nada más divertido que un oso pardo irritadoBella admitió, asintiendo solemnemente.

            No pude evitar reír mientras sacudía la cabeza por su ilógica calma. Tenía haber algo.

            Dime qué estás pensando realmente, por favor.

            Estoy tratando de imaginarlo pero no puedo—, dijo, arrugando la frente—. ¿Cómo cazas un oso sin armas?

            Oh, las tenemos—, le dije, con una amplia sonrisa. Esperaba que retrocediera, pero ella estaba muy quieta, mirándome—. Simplemente no del tipo que aparecen en las leyes de caza. Si alguna vez has visto atacar a un oso en la televisión, deberías ser capaz de visualizar como caza Emmett.

            Miró hacia la mesa donde se sentaban los demás, y se estremeció.

            Finalmente. Y entonces me reí de mí mismo, porque sabía que parte de mí deseaba que lo ignorara.

            Sus ojos oscuros eran amplios y profundos cuando me miró.

            ¿También tú te pareces a un oso? preguntó casi en un susurro.

            Más o menos como un puma, o eso es lo que me dicen—, le dije, tratando de sonar distante—. Tal vez nuestras preferencias sean significativas.

            Sus labios se levantaron en una sonrisa.

            Tal vez—, repitió. Entonces inclinó la cabeza a un lado y de repente la curiosidad fue clara en sus ojos—. ¿Es algo que podría llegar a ver?

            Por un momento, estuvo tan claro en mi cabeza–el cuerpo de Bella destrozado y exangüe en mis brazos–que pensé que yo había sido quien había tenido la visión en vez de simplemente verla en la mente de Alice. Pero no la necesité para ilustrar este horror; la conclusión era obvia.

            Absolutamente no —le gruñí.

            Se alejó de mí, lucia perpleja y asustada por mi rabia repentina.

            Me eché hacia atrás también, queriendo poner distancia entre los dos. Nunca iba a ver eso, ¿o sí? Ella no haría nada para ayudarme a mantenerla con vida.

            —¿Demasiado aterrador para mí? Preguntó, su voz estaba bien, su corazón sin embargo, estaba acelerado.

            Si así fuera te sacaría esta noche—, dije hablando entre dientes—. Necesitas una buena dosis de miedo. Nada te caería mejor.

            Entonces ¿por qué? Exigió, sin inmutarse.

             La miré fijamente, a la espera de que le diera miedo. Yo tenía miedo.

            Sus ojos seguían siendo curiosos, impaciencia, nada más. Esperaba que respondiera sin rendirse.

            Pero nuestra hora había terminado.

            Más tarde—, le dije y me levanté—. Vamos a llegar tarde.

            Ella miró alrededor, desorientada, como si hubiera olvidado que estábamos en el almuerzo. Como si se le hubiese olvidado que estábamos en la escuela y estaba sorprendida de que no estuviéramos solos en algún lugar privado. Entendí bien ese sentimiento. Era difícil olvidar el resto del mundo cuando estaba con ella.

            Se levantó rápidamente y acomodo su mochila sobre su hombro.

            Muy bien, después dijo, y pude ver la determinación en su boca; no iba a dejar pasar esto.

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