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5. INVITACIONES

LA SECUNDARIA. YA NO ERA UN PURGATORIO. AHORA ERA EL MISMÍSIMO INFIERNO. Tormento y fuego… sí, tenía ambos.

            Ahora, estaba haciendo todo correctamente. Cada punto en la “i”, cada “t” cruzada. Nadie podía quejarse de que yo no afrontara mis responsabilidades.

            Para complacer a Esme y proteger a los otros, me quedé en Forks. Regresé a mí antiguo cronograma. No lo hice más que al resto de ellos. Cada día iba a clases e interpretaba el papel de ser humano, cada día escuchaba cuidadosamente por alguna noticia nueva de los Cullen y nunca hubo nada nuevo. La chica no dijo nada acerca de sus suposiciones. Sólo repetía la misma historia, que yo estaba junto a ella y la quité del camino de, hasta que su impaciente audiencia se aburrió y dejaron de buscar más detalles. No existía peligro. Mi manera de actuar precipitada, no había herido a nadie.

            Excepto a mí mismo.

            Estaba determinado a cambiar el futuro. No era una tarea fácil para una sola persona, pero no existía otra opción con la cual vivir.

            Alice dijo que yo no era lo suficientemente fuerte para alejarme de la chica. Le probaría que estaba equivocada.

            Pensé que el primer día sería el más difícil. Al final, estaba seguro que ese era el caso, pero también estaba equivocado.

            Sabía que heriría a la chica. Me conformé con el hecho de saber que su dolor no sería más que un pinchazo, un pequeño aguijonazo de rechazo, comparado con mi dolor. Bella era humana y ella sabía que yo era algo más, algo equivocado, algo aterrador. Ella debió estar más aliviada que preocupada en el momento que giré mi rostro lejos de ella y pretendí que no existía.

            Hola, Edward me saludó el primer día cuando estuvimos de vuelta en Biología. Su voz sonaba complacida, amistosa, un giro de 180º desde la última vez que hablamos.

            ¿Por qué? ¿Qué significaba el cambio? ¿Lo había olvidado? ¿Había decidido que había imaginado todo el episodio? ¿Me había perdonado por no haber cumplido mi promesa de contarle la verdad?

            Las preguntas me quemaban como la sed que me atacaba cada vez que respiraba.

            Sólo ocupaba un instante para ver en sus ojos. Sólo para observar si podía leer las respuestas ahí…

            No. No me podía permitir algo así. No si iba a cambiar el futuro.

            Moví mi barbilla una pulgada en su dirección, sin dejar de mirar el frente del salón. Cabeceé una vez y volví mi cara al frente.

            Ella no me habló de nuevo.

            Esa tarde, apenas acabaron las clases, dejé de interpretar mi personaje, corrí hasta Seattle, como había hecho ayer. Parecía que podía manejar el dolor levemente mejor si volaba sobre los campos convirtiendo todo a mi alrededor en un borroso color verde.

            Esa carrera se había convertido en un hábito diario.

            ¿La amaba? No lo creía. No todavía. Las visiones de Alice, de ese impreciso futuro se habían grabado en mí y podía ver cuán fácil era poder enamorarse de Bella. Era exactamente como caer: no requería esfuerzo alguno. No permitirme amarla era lo opuesto a caer, era como evitar caerse en un acantilado, mano sobre mano, la prueba era tan dura como si no tuviese más que solo fuerza humana.

            Más de un mes había pasado y cada día era aún más difícil. No tenía ningún sentido para mí, seguía esperando superarlo, hacerlo más llevadero. Seguro que a esto se refería Alice cuando predijo que yo no podría estar lejos de la chica. Ella había visto todos los tipos de dolor por los que yo pasaría.

            Pero podía manejar el dolor.

            No destruiría el futuro de Bella. Si estaba destinado a amarla, ¿entonces, evadirla no era al menos lo poco que podía hacer?

            Evadirla estaba al límite de mis capacidades. Podía pretender ignorarla y no mirarla en absoluto. Podía pretender que ella no me interesaba. Pero seguía pendiente de cada respiro suyo, de cada palabra dicha.

            No podía verla con mis ojos, entonces la veía a través de los ojos de los demás. La vasta mayoría de mis pensamientos giraban alrededor de ella como si ella fuese el centro de gravedad de mi mente.

            Con este infierno en la tierra, dividí mis tormentos en cuatro categorías:

            Las primeras dos eran familiares, su esencia y su silencio. Visto de otro modo, para tomar mi parte de la responsabilidad, mi sed y mi curiosidad.

            La tercera, era la primordial de mis tormentos. Mi nuevo hábito de no respirar en clase de Biología. Por supuesto, siempre había excepciones, cuando tenía que contestar alguna pregunta y tenía que respirar para hablar. Cada vez que probaba el aire cerca de la chica, era como el primer día, fuego y necesidad; y una violencia brutal desesperada por actuar. Era difícil aferrarse a la razón para resistir esos momentos. Y justo como el primer día, el monstruo en mí podía roer la superficie, muy cerca de salir…

            La curiosidad era el más constante de mis tormentos. La eterna pregunta no salía de mi cabeza: ¿Qué está pensando ella ahora? Cuando escuchaba cada pequeño suspiro. Cuando jugaba ausente enroscando su cabello en uno de sus dedos. Cuando tiraba sus libros con un poco más de fuerza que la usual. Cuando llegaba tarde a clase. Cuando movía impaciente su pie contra el piso. Cada movimiento captado con mi visión perimetral era un misterio para mí. Cuando le hablaba a otros estudiantes humanos, analizaba cada tono en sus palabras. ¿Ella les hablaba sinceramente o se reservaba algún comentario? A menudo me parecía que ella le decía a su audiencia, lo que esperaban y eso me hacía recordar a mí familia y nuestro constante vivir en mentiras, éramos mejor que ella mintiendo. ¿Por qué tendría ella que interpretar un rol? Ella era igual a ellos, solamente una adolescente humana.

            Sólo… ocasionalmente no se comportaba como tal. Por ejemplo, cuando el Sr. Banner asignó un trabajo grupal para Biología. Su práctica era dejar que los estudiantes escogieran a sus compañeros. Como siempre pasaba con los trabajos grupales, los más valientes de los estudiantes ambiciosos, Beth Dawn y Nicholas Laghari, rápidamente me preguntaron si me les uniría. Me encogí de hombros aceptando. Ellos sabían que haría mi parte a la perfección y la de ellos también, si no la completaban.

            No era de sorprenderse que Mike se aliara a Bella. Lo que fue inesperado fue la insistencia de Bella por el tercer miembro de su equipo, Tara Galvaz.

            Usualmente, el Sr. Banner tenía que asignar a Tara a algún grupo. Ella se veía más sorprendida que agradecida cuando Bella le dio unos golpecitos en el hombro y vergonzosamente le preguntó si quería trabajar con ella y Mike.

            —Como quieras —respondió Tara.

            Cuando volvió a su asiento, Mike le susurró—: Ella es una completa piedra. No hará nada. Creo que está reprobando Biología.

            Bella negó con la cabeza y le respondió—: No te preocupes por eso. Haré lo que sea que ella no.

            Mike no estaba complacido.

            —¿Por qué hiciste eso?

            Era la misma pregunta que moría por hacerle, aunque no en el mismo tono.

            De hecho, Tara sí estaba reprobando Biología. El Sr. Banner estaba ahora pensando en ella, tanto sorprendido como conmovido por la elección de Bella.

            Nadie nunca le da una oportunidad a esa chica. Bien por Bella, ella es más agradable que la mayoría de estos caníbales.

            ¿Había notado Bella el ostracismo que había hacia Tara de parte del resto de la clase? No podía imaginar otra razón más que amabilidad para acercarse a ella, especialmente con la introversión de Bella en el camino. Me pregunto cuánto desagrado le habrá causado que decidiera que valía más la pena acercarse a una extraña.

            Tomando en cuenta el apego de Bella por Biología, me preguntaba si la nota por este trabajo salvaría a Tara de fallar, al menos, en esta clase. Y eso fue exactamente lo que pasó.

            Luego hubo ese momento durante el almuerzo cuando Jessica y Lauren estaban hablando del destino número uno en su lista de deseos. Jessica escogió Jamaica solo para sentirme inmediatamente superior cuando Lauren contrarresto respondiendo que la Rivera Francesa. Tyler repicó que Amsterdam, pensando en el famoso distrito rojo y los demás comenzaron a sonar apagados. Esperaba ansiosamente por la respuesta de Bella, pero antes de que Mike (a quién le gustaba la idea de ir a Rio) pudiera preguntarle, Eric entusiastamente mencionó la Comic-Con y la mesa explotó en risas.

            —Que idiota —siseó Lauren.

            —Ya sé, ¿verdad? —se río Jessica por lo bajo.

            Tyler puso los ojos en blanco.

            —Nunca vas a conseguir novia —le dijo Mike a Eric.

            La voz de Bella, más alta que su usual timbre tímido, cortó las burlas.

            —No, esos es genial— insistió Bella—. Ahí es donde me gustaría a mí también ir.

            Mike comenzó a remar hacia atrás inmediatamente.

            —O sea, creo que algunos de los trajes son geniales. Leia Esclava. Debería mantener mi bocota cerrada.

            Jessica y Lauren compartieron una mirada con el ceño fruncido.

            Ugh, por favor, pensó Lauren.

            —Deberíamos ir— Eric apremió a Bella—. O sea, después de ahorrar lo suficiente. ¡Comic-Con con Bella! Mucho mejor que ir a la Comic-Con solo…

            Bella se desconcertó por un segundo, pero luego de una rápida mirada a la expresión de Lauren, se recuperó.

            —Sí, claro, ya quisiera. Probablemente es demasiado costoso, ¿No?

            Eric comenzó a hablar sobre precios de boletos y hoteles versus dormir en un auto. Jessica y Lauren volvieron a su conversación de antes mientras Mike escuchaba sin felicidad a Eric y Bella.

            —¿Crees que son dos días de carretera o tres? —preguntó Eric.

            —Ni idea —dijo Bella.

            —Bueno, ¿Cuánto tiempo hay de aquí a Phoenix manejando?

            —Puedes hacerlo en dos días— dijo con confianza—. Si estás dispuesto a conducir quince horas diarias.

            —San Diego debería estar un poco más cerca que eso, ¿Cierto?

            Me pareció ser el único que notó la bombilla que se encendió en la cabeza de Bella.

            —¡Oh, sí! San Diego está más cerca, definitivamente. Igual sería dos días, seguramente.

            Estaba claro que ella ni siquiera sabía dónde se hacía la Comic-Con. Simplemente replicó para salvar a Eric de las burlas. Estaba revelando de su carácter, continuaba agregando cosas a mi lista, pero ahora no sabría qué lugar habría escogido para ella misma. Mike estaba casi igual de insatisfecho, pero parecía no darse cuenta de sus verdaderas razones.

            Era constantemente así con ella: nunca sobresaliendo de su zona de comodidad silenciosa excepto cuando percibía que alguien lo necesitara; cambiando el tema siempre que su círculo de humanos se volvía muy cruel con alguno; agradecerle a un profesor por su clase si ese profesor parecía alicaído; entregando su casillero a cambio de un lugar menos conveniente para que dos mejores amigas pudieran ser vecinas; sonriendo cierta sonrisa que nunca llegaba hasta sus contentos amigos, sino revelándose a alguien que estuviese sufriendo. Pequeñas cosas que ninguna de sus amistades o admiradores, parecían ver.

            A través de estas pequeñas cosas, fui capaz de agregar la cualidad más importante a mi lista, la más reveladora de todas, tan simple como rara. Bella era buena. Todas las demás cosas se agregaban a un todo: agradable y nada egoísta y valiente, ella era buena de cabo a rabo. Nadie parecía darse cuenta de eso excepto yo. Aunque Mike la observaba igual de seguidor.

            Ese era el más sorprendente de mis tormentos: Mike Newton. ¿Quién habría imaginado que semejante genérico y aburrido mortal podría ser tan fastidioso? Para ser justos, debería sentir un poco de gratitud hacia él más que con los otros, él mantenía a la chica hablando. Aprendí mucho de ella en estas conversaciones pero la asistencia de Mike en mi proyecto solo agravaba las cosas. No quería que fuera él quien desbloqueara sus secretos.

            Ayudó un poco que él no notara las pequeñas revelaciones, sus pequeños resbalones. Él no sabía nada acerca de ella. Creó una Bella en su cabeza que no existía, una chica tan genérica como él mismo. Él nunca observó el desinterés y la valentía que la separaban del resto de los humanos, nunca escuchaba la anormal madurez de sus palabras. Él no percibía que cuando ella hablaba de su madre, era como si hablara un padre de su hija en vez de lo contraria, amorosa, indulgente, un poco divertida y ferozmente protectora. Él no escuchaba la paciencia en su voz cuando tenía que fingir interés en sus historias y nunca imaginó la compasión tras esa paciencia.

            Este provechoso descubrimiento no hizo que me encariñara con el chico en absoluto. La manera posesiva de cómo él miraba a Bella, como si ella fuera una adquisición la cual ganar, me provocaba casi tanto como las vívidas fantasías con ella. Él se estaba volviendo más cómodo con ella, también, con el tiempo, ya que parecía que ella lo prefería por sobre quien él consideraba sus rivales: Tyler Crowley, Eric Yorkie, e incluso, esporádicamente, yo mismo. Él se sentaba enfrente de nuestra mesa en Biología antes que la clase empezara, charlaba con ella, disfrutando de sus sonrisas. Sonrisas solo de cortesía, me decía a mí mismo. Al mismo tiempo me imaginaba empujándolo a través de la clase y estrellándolo contra la pared más lejana. Probablemente eso no lo dañaría de una manera fatal.

            Mike no pensaba en mí como rival. Después del accidente, él se preocupó por el hecho de que Bella y yo nos hubiéramos unido de alguna manera gracias a la experiencia compartida pero, obviamente, lo opuesto sucedió. Él todavía se preocupaba por que yo hubiera escogido a Bella como mi objeto de atención. Pero ahora que la ignoraba como a las demás chicas, él estaba complacido.

            ¿Qué pensaba ella ahora? ¿Correspondía sus atenciones?

            Finalmente, el último de mis tormentos, el más doloroso: la indiferencia de Bella. Como yo la ignoraba, ella me ignoraba. Nunca trató de hablarme de nuevo. Por lo que sabía, ella no pensaba en mí en absoluto.

            Eso quizá me hubiese vuelto loco, o peor, casi romper con mi resolución, excepto que a veces ella me miraba fijo, como antes lo hacía. Nunca lo vi por mí mismo, porque no me permitía mirarla, pero Alice siempre nos avisaba; los demás solo estaban preocupados sobre qué tanto sabía la chica.

            El dolor se hizo un poco más llevadero por el hecho de que ella me mirara a la distancia de vez en cuando. Por supuesto que ella probablemente me miraba  preguntándose exactamente qué clase de aberración era yo.

            Bella empezará a mirar a Edward en un minuto. Luzcan normales dijo Alice un martes, en marzo y los otros fueron cautelosos al cambiar de posturas.

            Puse máxima atención en cuan a menudo ella miraba en mi dirección. Me complacía, aunque no debiera, que la frecuencia de sus miradas no declinaba con el tiempo. No sabía qué significaba, pero me hizo sentir mejor.

            Alice suspiró. Desearía

            Mantente apartada, Alice dije apenas en un susurro—. No va a pasar.

            Arrugó la cara. Ella estaba ansiosa de empezar su amistad con Bella. En una manera extraña, ella extrañaba a una chica que no conocía.

            Tengo que admitir, eres mejor de lo que pensaba. Tienes todo el futuro amargado e insensible otra vez. Espero que seas feliz.

            Tiene todo el sentido para mí.

            Alice resopló delicadamente.

            Traté de callarla, estaba demasiado impaciente por seguir con nuestra conversación. No estaba de buen humor, estaba más tenso de lo que los demás podían ver. Solo Jasper podía sentir mi estrés emanar, con su habilidad única de sentir e influenciar sobre los sentidos de los demás. El no entendía las razones tras mis sensaciones y desde que yo constantemente me había comportado como un tonto, estos últimos días entonces, él simplemente se desentendía de mí.

            Hoy sería difícil, más difícil que ayer. Para variar.

            Mike Newton iba a invitar a Bella a una cita.

            El baile donde la chica elegía estaba el horizonte cercano y él esperaba que Bella lo invitara. El hecho de que no lo hiciera, confundía su autoestima. Ahora él estaba en un aprieto incómodo y disfrutaba su incomodidad más de lo que debía, porque Jessica

Stanley acababa de invitarlo. No dijo “sí”, esperanzado que Bella lo invitara y así probar su superioridad ante sus rivales, pero no quería decirle “no” y perderse de una oportunidad para ir al baile. Jessica, herida y adivinando por donde iban los planes de Mike, no dejaba de pensar en sufrimientos para Bella. De nuevo, mi instinto me empujaba a interponerme entre los terribles pensamientos de Jessica. Ahora entendía mejor el instinto, pero no lo hacía mejor el hecho de no poder actuar.

            ¡Pensar que llegué a algo así! Estaba involucrado en el patético melodrama estudiantil que antes me parecía despreciable.

            Mike estaba nervioso mientras acompañaba a Bella a Biología. Escuchaba su debate interno mientras los esperaba. El chico era débil. Había esperado por el baile a propósito, con miedo de fallar ante la posibilidad de que ella no lo escogiera. No quería sentirse vulnerable frente al rechazo, prefería que ella fuera quien actuara primero.

            Cobarde.

            Se sentó al frente de nuestra mesa de nuevo. Cómo después de una larga familiaridad y yo imaginaba el sonido que haría si su cuerpo fuera golpeado hasta el otro extremo del aula y se rompieran la mayoría de sus huesos.

            Así que— le dijo a la chica, con su mirada en el suelo—. Jessica me invitó al baile de primavera.

            Eso es genialle respondió Bella inmediatamente con entusiasmo. Fue casi imposible no reírme de cómo proceso Mike su tono. Él esperaba consternación. Te divertirás mucho con Jessica.

            Él se retorció buscando la respuesta correcta.

            Bueno—… Dudó y casi se echó atrás y luego se compuso—. Le dije qué tenía que pensarlo.

            ¿Por qué harías algo así? —le demandó. Su tono de voz era de desaprobación y ahí, escondido, también había alivio.

            ¿Qué significaba eso? Una inesperada e intensa furia hizo que mis manos se cerraran en un puño.

            Mike no escuchó el alivio. Su cara estaba tan roja como la sangre, feroz, como repentinamente lo sentí, parecía una invitación y el chico clavó nuevamente su mirada en el piso cuando habló.

            Me preguntaba si… bueno, si me invitarías tú.

            Bella vaciló.

            En ese momento de vacilación vi el futuro con más claridad de la que Alice jamás había visto.

            La chica tal vez aceptaría la pregunta silente de Mike, o tal vez no, pero de alguna manera, algún día, ella le diría si a alguien. Ella era adorable e intrigante y los hombres humanos no eran ignorantes a estos hechos. Cualquiera que ella eligiera de esa muchedumbre de admiradores, o si ella esperaba hasta ser libre fuera de Forks, el día cuando ella diga si llegaría.

            Vi su vida a través de mis ojos, universidad, una carrera… amor, matrimonio. La vi de nuevo junto a su padre, con un hermoso vestido blanco, su rostro sonrojado de alegría mientras se movía al compás del “Bridal Chorus” de Wagner.

            El dolor que sentí mientras imaginaba este futuro me recordó a la agonía de la transformación. Me consumió.

            No solo era dolor, sino una rabia absoluta.

            La furia se arqueó contra mi cuerpo. Aunque ese insignificante, estúpido chico no fuera el que Bella escogiera, anhelaba destruir su cráneo con una sola mano y dejarlo como recordatorio a quien se atreviera invitarla en el futuro.

            No entendía esta emoción, era una extraña mezcla de ira, rabia, deseo y desesperación. Nunca había sentido algo así, ni siquiera podía ponerle nombre.

            Mike, creo que deberías decirle que sÍ le dijo Bella con su dulce voz.

            Las esperanzas de Mike cayeron como el plomo. Lo hubiera disfrutado bajo otras circunstancias, pero estaba afectado por un shock traumático y lo que la ira y el remordimiento había hecho conmigo.

            Alice tenía razón. Yo no era tan fuerte.

            En este momento, Alice estaría viendo el futuro dando vueltas y cambiando, siendo destrozado nuevamente. ¿Acaso estaría contenta?

            ¿Ya se lo pediste a alguien? preguntó Mike de repente. Me echó un vistazo sospechoso, como no le había visto desde hace semanas. Me di cuenta que estaba traicionando mi “desinterés” porque mi cabeza estaba girada en dirección a Bella.

            La envidia salvaje en sus pensamientos, envidia contra cualquier chico que Bella prefiriera sobre él, fue la causante de ponerle nombre a mi emoción no clasificada.

             Estaba celoso.

            No— le dijo la chica con un poco de humor en su voz—. No voy a ir al baile en absoluto.

            A través del remordimiento y la ira, encontré alivio en sus palabras. Estaba mal. Incluso era peligro. Considerar a Mike y a los otros mortales interesados en Bella como mis rivales, pero debo conceder que se acaban de convertir exactamente en eso.

            ¿Por qué no? Mike preguntó con rudeza. Me ofendió que usara ese tono con ella. Gruñí un poco.

            Voy a Seattle ese sábado contestó ella.

            Mi curiosidad no había sido tan intensa hasta ese momento, ahora estaba totalmente dispuesto a conseguir cada respuesta a todo. Sabría las razones detrás de esta nueva revelación, cuanto antes mejor.

            El tono de Mike cambió a ser casi un ruego

            ¿No puedes ir otro día?

            —Lo siento, pero no —, ahora fue Bella un poco ruda—. No deberías hacer esperar a Jessica, es descortés.

            La preocupación por los sentimientos de Jessica incrementaron las flamas de mis celos. El viaje a Seattle sonaba exactamente como una excusa para decir que no ¿Lo rechazaría por pura lealtad a su amiga? Ella era lo suficientemente desinteresada para hacer algo así. ¿Realmente deseaba decirle que si? O ambas conjeturas estaban equivocadas. ¿Estaba interesada en alguien más?

            Si, tienes razón murmuró Mike, tan desolado que casi sentí pena por él. Casi.

            Él desvió la vista de la chica, cortando así mi visión de ella a través de sus pensamientos.

            No iba a tolerar algo así.

            Me volteé lo suficiente para yo mismo poder leer su rostro, por primera vez luego de más de un mes. Era un alivio permitirme hacer esto, imaginé que así se sentiría poder un trozo de hielo sobre un moretón. Un cese abrupto del dolor.

            Sus ojos estaban cerrados y sus manos sostenían delicadamente su rostro. Sus hombros no estaban relajados. Apenas movió su cabeza, como queriendo borrar un recuerdo no grato de su mente.

            Frustrante. Fascinante.

            El señor Banner la sacó de sus cavilaciones y sus ojos se abrieron lentamente. Me miró directamente, quizá percibiendo mi mirada. Me miró directo a los ojos con esa expresión perpleja que me ha perseguido desde hace tiempo.

            No sentí remordimiento, o culpa o ira en ese segundo. Sabía que esas emociones regresarían y pronto, pero en ese preciso momento, me sentía sumamente nervioso. Como si hubiera triunfado, en vez de perdido.

            Podía ver mi reflejo en sus ojos, negros de sed. Hacía poco más de dos semanas desde mi último viaje de cacería; este no era el día más seguro. Pero la oscuridad parecía no asustarla. Todavía ella me miraba, y un dulce, suave y devastador tono rosado comenzó a pintar su rostro.

            ¿Qué estas pensando ahora?

            Casi hago la pregunta en voz alta, pero en ese momento el señor Banner me llamó, busqué la respuesta en su mente, mientras le miraba brevemente absorbiendo un rápido respiro.

            El ciclo de Krebs.

            La sed se intensificó en mi garganta, ensanchando mis músculos y llenando mi boca con veneno y cerré mis ojos, tratando de concentrarme en algo más que el deseo por su sangre que bramaba dentro de mí.

            El monstruo era más fuerte que antes, se regocijaba y le apostaba al futuro que todavía le daba un 50% de probabilidades de ganar.

            La tercera opción de futuro que había tratado de construir, había colapsado, destruido, mayoritariamente, por los celos, mientras la bestia en mí estaba más cerca de anotar una victoria.

            El remordimiento y la culpa, quemaban junto con mi sed y aunque no tengo la habilidad de producir lágrimas, sé que mis ojos se habrían llenado de ellas ahora.

            ¿Qué había hecho?

            Conociendo que la batalla ya estaba perdida, no existía una sola razón para resistir lo que realmente quería; volví a ver a la chica.

            Ella se había escondido en su cortina de cabello, pero pude entrever que sus mejillas ahora eran color carmesí.

            Al monstruo le gustó eso.

            Ella no vio mi mirada de nuevo, pero jugaba nerviosamente con un mechón de su cabello entre sus dedos. Sus delicados dedos, su delicada muñeca, eran tan frágiles, que parecía que solo un suspiro mío podía romperla.

            No, no, no. Yo no podía hacer algo así. Ella era demasiado delicada, tan buena, tan preciosa como para merece eso. No podía permitir que mi vida colisionara contra su vida y la destruyera.

            Pero tampoco podía estar lejos de ella. Alice tenía razón.

            El monstruo silbó con frustración mientras peleaba conmigo mismo.

            Mi breve hora con ella pasó tan rápidamente, mientras seguía vacilando entre mis posibilidades. La campana sonó y ella comenzó a recoger sus cosas sin mirarme. Esto me decepcionó, pero no podía esperar otra cosa. La manera en como la traté luego del accidente, era inexcusable.

            Bella le dije incapaz de detenerme. Mi fuerza de voluntad, yacía hecha pedazos.

            Ella resopló antes de mirarme; cuando ella se volvió, su expresión era vigilante, desconfiada.

            Me recordé que ella tenía todo el derecho de no confiar en mí. Ella no debía hacerlo.

            Esperó a que yo continuara, pero yo solo la veía, leyendo su rostro. Expulsé pequeñas bocanadas de aire, combatiendo mi sed.

            ¿Qué?—, dijo finalmente, un duro borde teñía el borde de su voz—. ¿Me vuelves a dirigir la palabra?

            No estaba seguro de cómo contestarle ¿Le estaba hablando de nuevo en la manera que ella se refería?

            No. No si podía evitarlo. Y debería evitarlo.

            No, no realmente le respondí.

            Ella cerró sus ojos, lo cual hizo las cosas más difíciles. Eso cortaba con mi único acceso a sus sentimientos. Ella respiró larga y tendidamente sin abrir sus ojos y habló—: ¿Entonces qué quieres, Edward?

            Esta no era una manera humanamente normal de conversar. ¿Por qué lo hacía?

            ¿Pero cómo responderle?

            Decidí que con la verdad. Sería lo más sincero que podía con ella. Sabía que no merecía su confianza. Pero haría lo posible por ganármela.

            Lo siento— esto era más sincero de lo que ella podía imaginar. Desafortunadamente, solo podía ofrecerle una disculpa trivial—. He sido grosero, lo sé, pero es mejor de esta manera.

            Sus ojos se abrieron con expresión cautelosa.

            No sé a qué te refieres.

            Traté de esforzarme por ser cauteloso.

            Es mejor si no somos amigos—, ella podría entenderme. Ella era brillante. Confía en mí.

            Sus ojos se cerraron un poco y recordé cómo había usado esas mismas palabras justo antes de romper con mi promesa de contarle la verdad, escuché como sus dientes se juntaron con un clic, ella también lo recordó.

            Es una lástima que no lo descubrieras antes— me dijo con rabia—. Te podías haber ahorrado todo ese pesar.

            La miré en shock. ¿Qué sabía ella de mis pesares?

            ¿Pesar?— demandé—. ¿Por qué pesar?

            Por no dejar que esa estúpida furgoneta me hiciera puré casi me gritó.

            Me congelé. Estaba atónito.

            ¿Cómo podía ella pensar algo así? Salvarle la vida ha sido la única cosa aceptable que he hecho por ella desde que nos conocimos. La única cosa de la que no tenía vergüenza. La única cosa que había traído felicidad a mi existencia. He luchado por mantenerla viva desde el momento en que capturé su esencia. ¿Cómo podía pensar en el único atributo bueno entre todo este desastre?

            ¿Crees que me arrepiento de haberte salvado la vida?

            Sé que es así replicó con brusquedad.

            Su estimación de mis intenciones me dejó anonadado.

            No sabes nada.

            ¡Cuán confuso e incomprensible era la manera en como su mente trabajaba! No debía pensar como todos los demás humanos lo hacían. Era la única explicación para su silencio mental. Era completamente diferente.

            Me volteó su rostro, rechinando sus dientes de nuevo. Sus mejillas estaban sonrojadas por la rabia. Recogió sus libros y los hizo una pila, acogiéndolos en sus brazos, y luego fue hacia la puerta sin siquiera mirarme.

            Incluso, tan irritado como estaba, no podía dejar de sentirme un poco divertido con su comportamiento. No estaba completamente seguro de qué era lo que hacía que su exasperación la hiciera parecer… simpática.

            Caminó rígida sin mirar hacia dónde iba. Entonces su pie se enganchó con el puntal de la puerta, tropezó y todas sus cosas cayeron al suelo. En lugar de inclinarse a recogerlos, ella se quedó rígida, sin mirar abajo, como si no estuviese segura de que los libros valieran la pena recogerlos.

            No había nadie ahí que me viera. Revoloteé a su lado y puse sus libro en orden antes que se diera cuenta.

            Me miró un instante y se congeló. Le devolví sus libros asegurándome de que mi congelada piel no la tocara.

            Gracias dijo severa.

            No hay de qué repliqué. Mi voz seguía dura por la irritación, pero antes de que pudiera aclarar mi garganta e intentarlo de nuevo se fue directo a su siguiente clase.

            La observé hasta que no pude ver su figura enojada.

            La clase de español fue difusa. La señora Goff nunca cuestionó mi abstracción, ella sabía que mi español era superior al de ella y nunca le fue importante, eso me dejaba libre para pensar.

            Entonces, no podía ignorar a la chica. Era obvio. ¿Significaba que no tenía otra opción aparte de destruirla? No podía ser el único futuro disponible. Tenía que existir otra opción, algún delicado balance. Seguí pensando.

            No le puse mucha atención a Emmett hasta que la clase casi terminaba. Él estaba curioso, Emmett no era particularmente intuitivo acerca de los humores de los demás, pero podía ver el obvio cambio en mí. Se preguntaba que había removido mi usual mirada implacable. Se preguntaba cuál era mi nueva expresión y finalmente decidió que lucía esperanzado.

            ¿Esperanzado? ¿Así lucía para los demás?

            Reflexioné acerca de la idea de la esperanza mientras caminábamos hacia el

Volvo. Preguntándome por qué debía sentirme esperanzado.

            Pero no tuve tiempo suficiente para reflexionar. Sensitivo, como siempre, hacia los pensamientos hacia la chica, el sonido del nombre de Bella en la cabeza esos humanos que no debería ver como rivales llamaron mi atención. Eric y Tyler habían escuchado, con mucha satisfacción, acerca del rechazo de Mike y estaban preparando sus movimientos.

            Eric ya estaba listo, posicionado contra la camioneta de Bella, así no podía evitarlo. La clase de Tyler se había retrasado al recibir un trabajo y estaba desesperado por correr tras ella antes que se fuera.

            Eso tenía que verlo.

            Espera por los demás aquí, ¿Sí? murmuré a Emmett. Me miró sospechoso, y finalmente asintió.

            El chico se volvió loco, pensó divertido por mi poca usual petición.

            Observé a Bella salir del gimnasio y esperé un no pudiera verme. Mientras se acercaba a la emboscada de Eric, caminé un poco rápido, para poder pasar cerca de ellos en el momento justo.

            Miré su cuerpo tensarse cuando miró al chico esperándola. Ella se congeló por un momento y luego se relajó para seguir caminando.

            Hola Eric escuché llamarlo en tono amigable.

            Estaba abrupta e inexplicablemente ansioso. ¿Y si este desgarbado adolescente, con su sucia piel, le complacía a ella? Quizá su amabilidad anterior no fue enteramente desinteresada.

            Eric tragó saliva ruidosamente, su manzana de Adán subía y bajaba.

            Hola, Bella.

            Ella parecía no notar su nerviosismo.

            ¿Qué tal? —preguntó al tiempo que abría la puerta de su camión, sin mirar la expresión aterrorizada de él.

            Me preguntaba si… ¿vendrías al baile de primavera conmigo? su voz se quebró. Ella finalmente levantó la mirada. ¿Estaba contrariada o agradecida? Eric no podía verle los ojos así que no podía ver su rostro en su mente.

            Pensé que la chica elegía le contestó sonando frustrada.

            Si, bueno coincidió con ella, parecía desdichado.

            Este lastimoso chico no me molestaba tanto como Mike Newton, pero tampoco sentía simpatía por él, después de que Bella le contestara amistosamente.

            Gracias por invitarme, pero estaré en Seattle ese sábado.

            Aunque él ya había escuchado esa excusa, aún así, fue decepcionante.

            Oh—, apenas siendo capaz de subir los ojos al nivel de la nariz de ella—. Bueno, tal vez la próxima vez.

            Claro respondió. Luego se mordió el labio, como si no quisiera dejarlo ese hueco de esperanza. Eso me gustó.

            Eric caminó lejos, totalmente desdichado, directamente hacia la dirección opuesta de donde estaba su auto, su único escape.

            Caminé junto a ella en ese momento y escuché su suspiro de alivio. Me reí antes de poder contenerme.

            Ella giró cuando me escuchó, pero yo seguí derecho, apretando mis labios duramente.

            Tyler estaba detrás de mí, casi corría para alcanzarla antes de que se fuera. Él era más seguro de sí mismo que los otros dos; él solo había esperado hasta ahora para aproximarse a Bella, porque respetaba a Mike.

            Quería que él la alcanzara por dos razones. Si, como empezaba a sospechar,  toda esta atención empezaba a molestar a Bella, quería disfrutar ver su reacción. Pero si no, y la invitación de Tyler era la que esperaba, también quería saberlo.

            Medí a Tyler Crowley como mi rival, sabiendo que era incorrecto. Solo era un tedioso chico promedio sin importancia para mí, pero ¿Qué sabía yo de las preferencias de Bella? Tal vez le gustaban los chicos promedio.

            Hice una mueca de dolor ante ese pensamiento. Yo nunca podría ser un chico promedio. Qué estúpido era ponerme como candidato de sus afectos. ¿Cómo ella podía importarle alguien que era, nada menos que, el villano de la historia?

            Ella era demasiado buena para el villano.

            Debería dejar que ella se fuera. Pero mi inexcusable curiosidad me retuvo de hacer lo correcto. De nuevo. ¿Y si Tyler perdía su oportunidad, solo para llamarla luego cuando yo no tendría oportunidad de saber cómo terminaba el asunto? Empujé mi Volvo fuera del estacionamiento, bloqueándole la salida.

            Emmett y los otros venían de camino, él les explicó mi extraño comportamiento, y venían despacio, mirándome y tratando de percibir que era lo que estaba haciendo.

            Vi a la chica en el espejo retrovisor. Ella solo miró mi auto sin encontrar mi mirada, como deseando conducir un tanque en vez de un viejo Chevy.

            Tyler corrió hacia su carro y esperó en línea detrás de ella, agradecido con mi inexplicable comportamiento. Él la saludó, pero ella pareció no notarlo. Esperó un momento y luego dejó su auto para abordar la ventana del pasajero del auto de ella. Tocó el vidrio con sus dedos.

            Ella se sobresaltó y le miró con confusión. Luego de un segundo, bajó la ventanilla manualmente, parecía que le costaba un poco.

            Lo siento Tyler— su voz parecía irritada—. El auto de Cullen me tiene atrapada—. Dijo mi apellido con voz dura.

            —Oh, lo sé— continuó sin inmutarse por su mal humor—. Solo quiero preguntarte algo mientras estamos aquí.

            Su sonrisa era engreída...

            Era gratificante del modo en que ella palideció ante su obvio intento.

            ¿Me vas a pedir que te acompañe al baile de primavera? dijo él sin ningún rastro de duda en su mente.

            No voy a estar en el pueblo, Tyler todavía con el tono de irritación.

            Si, eso me dijo Mike.

            Entonces, ¿por qué...? empezó a preguntar.

            Él se encogió de hombros.

            Tenía la esperanza de que fuera una forma de suavizarle el rechazo.

            Los ojos de Bella se congelaron.

            Lo siento, Tyler—, aunque no lo parecía—. Pero en serio no voy a estar.

            Siendo su práctica usual el poner sus necesidades por debajo de los demás, estaba un poco sorprendido de su resolución de acero cuando se trataba de este baile. ¿De dónde era venía eso?

            Él aceptó su excusa, con su autoestima intacta.

            Está bien. Aún nos queda el baile de fin de año.

            Entonces se devolvió a su auto.

            Tuve razón en quedarme.

            La terrible expresión de su rostro no tenía precio. Me dijo lo que yo tan desesperadamente necesitaba saber, que ella no tenía sentimientos por ninguno de esos humanos que deseaban cortejarla.

            Además, su expresión era una de las cosas más graciosas que posiblemente he visto.

            Cuando mi familia llegó, estaban confusos por el hecho que yo estaba riendo sinceramente en lugar de mirar con cara de asesino a cualquiera que se me acercara.

            ¿Qué es tan divertido? Quería saber Emmett.

            Ladeé mi cabeza al tiempo que Bella revivía su ruidoso motor con rabia. Se veía como si quisiera ese tanque de nuevo.

            —¡Vámonos—! siseó Rosalie impaciente—. Deja de comportarte como un idiota. Si es que puedes.

            Sus palabras no me molestaron, estaba demasiado entretenido, pero hice lo que me pidió.

            Ninguno me habló camino a casa. Yo seguía riendo al revivir en cada segundo, cada expresión en el rostro de Bella.

            Mientras salía de la carretera, aún más veloz gracias a la ausencia de testigos,  Alice arruinó mi humor.

            ¿Ya puedo hablar con Bella? preguntó de repente.

            No —dije en un chasquido.

            —¡No es justo! ¿Qué estoy esperando?

            No he decidido nada, Alice.

            ¡Como sea, Edward!

            En su cabeza los dos futuros de Bella estaban claros de nuevo.

            ¿Cuál es el punto de conocerla? Murmuré de repente—. ¿Si simplemente voy a matarla?

            Alice vaciló un segundo.

            Tienes razón admitió.

            Tomé el último sendero a 160km/h y luego me detuve a un centímetro de la puerta del garaje.

            Disfruta tu carrera me dijo Rosalie con aire satisfecha, al momento de salir del auto.

            Pero no iría a correr. En vez de eso iría a cazar.

            Los otros lo tenían planeado para mañana, pero no podía dejar crecer mi sed ahora. Me sobrepasé, bebiendo más de lo necesario, hastiándome de nuevo, un pequeño grupo de alces y un oso negro, fui afortunado en tropezarme con él a pesar de la época del año. Estaba tan lleno que era incómodo. ¿Por qué no era suficiente? ¿Por qué su esencia era más fuerte que cualquier otra cosa?

            Y no solo su esencia, todo lo demás que la había marcado para su desastre. Ella había estado en Forks por pocas semanas y ya había estado a centímetros de dos finales violentos. Todo lo que sabía era que en este preciso momento ella podría estar navegando hacia el camino de otra sentencia de muerte. ¿Qué sería esta vez? ¿Un meteorito atravesando su techo y estrellándose contra ella en su cama?

             Ya no podía cazar más y el sol no saldría dentro de muchas, muchas horas. Ahora que se me había ocurrido la idea del meteorito y todos sus posibles aliados, fue imposible ignorarlo. Traté de ser racional, considerando todas las posibilidades de todos los desastres que podría imaginar, pero eso no ayudó. ¿Cuál eran las posibilidades, después de todo, de que una chica viniera a vivir a un pueblo con un decente porcentaje de vampiros con una residencia permanente? ¿Cuáles serían las posibilidades de uno de ellos la encontrara tan perfectamente atractiva?

            ¿Qué si algo le pasaba durante la noche? ¿Qué sí iba a la escuela mañana con todos mis sentidos y sentimientos concentrados en el espacio en el que ella debiera estar y su asiento se encontraba vacío?

            Abruptamente, tomar ese riesgo me pareció inaceptable.

            La única manera de estar seguro de que ella estaba a salvo era si había alguien esperando para atrapar el meteorito antes de que pudiera tocarla. El nerviosismo se apoderó de mí nuevamente cuando me di cuenta que iba a buscar a la chica.

            Era pasada la medianoche y la casa de Bella estaba en silencio y a oscuras. Su camioneta estaba estacionada cerca de la curva, la patrulla de policía de su padre en la calle. No existían pensamientos consientes en los alrededores. Observé la casa resguardado en la oscuridad del bosque que rodeaba el este de la casa.

            No había señal de ningún peligro… aparte de mí mismo.

            Escuché y capté el sonido de dos personas respirando dentro de la casa, dos latidos de corazón acompasados. Así que todo debía estar bien. Me recosté contra el tronco de un joven árbol de cicuta y me acomodé para esperar meteoritos directos.

            El problema con esperar es que liberaba mi mente a todo tipo de especulaciones. Obviamente el meteorito era solo una metáfora para todas las cosas improbables que podrían salir mal. Pero no todo peligro atravesaría el cielo con un brillante chorro de fuego. Podría pensar en muchas que llegaría sin aviso, peligros que podrían entrar a la oscura casa silenciosamente, quizá ya estaba ahí dentro.

            Estas eran preocupaciones ridículas. Esta calle no tenía una tubería de gas natural así que una fuga de monóxido era improbable. Dudaba que usaran carbón frecuentemente. La Península de Olympic tenía muy poca vida silvestre peligrosa. Cualquier cosa grande podría oírla ahora. No habían serpientes venenosas, escorpiones o ciempiés y solo habían pocas arañas, ninguna de ellas letal para un adulto saludable y poco probable de encontrarlas dentro de casa, de todos modos. Ridículo. Lo sabíaSabía que estaba siendo irracional.

            Pero me sentía ansioso, intranquilo. No podía empujar las oscuras imágenes de mi mente. Si solo pudiera verla

            En solo medio segundo, crucé el porche y escalé por un lado de la casa. Esta ventana de arriba seguro era una habitación, probablemente la principal. Quizá debí haber comenzado por detrás. Menos sospechoso de ese lado. Balanceándome debajo de la ventana con una mano, miré a través del vidrio y mi respiración se detuvo.

            Era su habitación. Podía verla en la pequeña cama individual, su edredón en el suelo y sus sábanas enredadas en sus piernas. Ella estaba perfectamente bien, por supuesto, como ya sabía la parte racional de mí. A salvo… pero no tranquila. Mientras veía, ella se retorció sin descanso y lanzó uno de sus brazos sobre su cabeza. No dormía ruidosamente, al menos no esta noche. ¿Podía sentir el peligro cerca?

            Sentía repulsión por mí mismo mientras la veía darse la vuelta de nuevo. ¿Acaso era mejor que algún enfermo acosador? No era mejor que esos. Era mucho, mucho peor.

            Relajé las yemas de mis dedos, listo para irme. Pero primero me permití mirarla por un largo rato.

            No era pacífica. Tenía un pequeño surco entre las cejas y una mueca triste en sus labios, los cuales temblaron y se apartaron.

            —Está bien mamá murmuró.

            Bella hablaba en sueños.

            Mi curiosidad chispeó destruyendo mi autocontrol. Había tratado de oírla antes y había fallado. El atractivo de esos pensamientos hablados inconscientes y desprotegidos fueron imposibles de ignorar.

            ¿Qué significaban las reglas humanas para mí? ¿Cuántas no ignoraba diariamente?

            Pensé en la multitud de documentos ilegales que necesitaba mi familia para vivir como lo hacía. Nombres falsos e historias falsas, licencias de conducir que nos permitían inscribirnos en escuelas y credenciales médicas que le permitían a Carlisle trabajar como doctor. Papeles que permitían a nuestro grupo de casi idénticas edades adultas comprensivamente una familia. Ninguno sería necesario si no necesitáramos pasar pequeños periodos de tiempo de permanencia, si no prefiriéramos tener un hogar.

            Luego estaba, por supuesto, el modo en que costeábamos nuestra vida. Las leyes de intercambio no aplicaban a los psíquicos, pero ciertamente no era honesto, lo que hacíamos y la transferencia de herencias de un nombre fabricado a otro tampoco era legal.

            Y luego estaban todos los asesinatos

            No nos lo tomábamos a la ligera, pero obviamente ninguno de nosotros había sido castigado por cortes humanas por nuestros crímenes. Los cubríamos, también otro crimen.

            Entonces, ¿Por qué me sentía tan culpable por un pequeño delito menor?  Las leyes humanas nunca han aplicado para mí y esta era de lejos mi primera aventura de allanamiento. 

            Sabía que podía hacer esto con seguridad. El monstruo estaba descansado pero encadenado.

            Mantendría una distancia segura. No la lastimaría. Nunca sabría que estuve aquí. Solo quería estar seguro de que estaba a salvo.

            Todo era racionalización, discusiones demoníacas del demonio en mi hombro izquierdo. Lo sabía, pero no tenía un ángel en mi hombro derecho. Me iba a comportar como la criatura nocturna que era.

             Traté con la ventana, no estaba con seguro, pero estaba trabada por el desuso. Tomé un largo respiro, el último por todo el tiempo que estuviese cerca, y deslicé suavemente el vidrio, encogiéndome ante cualquier sonido del marco de metal. Finalmente estaba lo suficientemente abierta como para entrar.

            —Mamá, espera—… murmuró—. Scottsdale Road es más rápida…

            Su habitación era pequeña, desorganizada pero limpia. Tenía libros apilados a un lado de su cama, no podía ver sus títulos, sus discos dispersos lejos de su barato reproductor, lo de arriba solo era un joyero vacío. Papeles apilados rodeaban la computadora que parecía como si perteneciera a un museo dedicado a tecnologías obsoletas. Sus zapatos estaban sobre el piso de madera.

            Tenía muchas ganas de ir a leer los títulos de los libros y discos, pero estaba determinado a no tomar más riesgos. En lugar de eso me senté en una vieja silla en la esquina más alejada. Mi ansiedad se apaciguó, los oscuros pensamientos se aplacaron y mi mente estaba clara.

            ¿En serio pensé alguna que tenía una belleza promedio? Pensé en ese primer día, y mi disgusto con los chicos que inmediatamente estaban fascinados con ella. Pero cuándo recordaba su rostro a través de sus memorias, no podía entender cómo yo no la había encontrado hermosa inmediatamente. Era algo obvio.

            Ahora mismo, con su cabello negro cayéndole por su pálido rostro, usando una blusa llena de agujeros y pequeños pantalones, sus rasgos se relajaron en la inconsciencia y sus hermosos labios tenuemente abiertos, me robó el aliento. O lo hubiera hecho, pensé, si estuviera respirando.

            Ella no habló. Quizás su sueño había terminado.

            Le miré fijamente  y traté de pensar en alguna manera de hacer el futuro soportable.

            Herirla no era una opción. ¿Acaso mi única opción solamente podía ser intentar dejarla otra vez?

            Los demás no podrían discutir conmigo. Mi ausencia no pondría a nadie en peligro. No habría sospechas, nada que vinculara al accidente de nuevo.

            Lo dudé tal como lo hice esta tarde y nada parecía posible.

            Una pequeña araña se arrastró por el borde de la puerta del closet, por su tamaño, era un pequeño joven macho. Una vez considerado peligroso aunque estudios científicos recientes han demostrado que su veneno es inofensivo para los humanos. Sin embargo, su mordedura era dolorosa… la atrapé con un dedo y la aplasté silenciosamente.

            Quizá debí dejar tranquilo a la criatura pero el pensamiento de cualquier cosa que la lastimara era intolerable.

            Y de pronto, todos mis pensamientos también eran intolerables.

            Porque podría matar todas las arañas en su casa, pero no había maniobra que pudiera convertirme en otra cosa que lo que ya era. Miré mi mano blanco y dura como piedra, tan grotescamente inhumana y me desesperé.

            No podía esperar rivalizar con ningún chico humano, no importaba si esos chicos le llamaban la atención o no. Yo era el villano, la pesadilla. ¿Cómo me podría ver ella de una manera diferente? Si supiera la verdad sobre mí, le daría miedo y me repudiaría. Como la víctima en una película de terror, ella correría lejos gritando de terror.

            La recordé el primer día en Biología… y supe que esa era la reacción correcta que tendría

            Era estúpido imaginar que si la hubiera invitado al estúpido baile, ella cambiaría sus precipitados planes y me acompañaría felizmente.

            No era el escogido para ser a quien ella dijera si. Sería alguien más, alguien humano y cálido. No podía permitirme, algún día cuando ella otorgara ese sí, cazarlo y matarlo, porque ella lo merecía, quienquiera que fuese. Ella merecía felicidad y amor con quien escogiera.

            Le debía hacer lo correcto ahora. No podía seguir pretendiendo que podía estar solo en peligro de enamorarme de esta chica.

            Después de todo, realmente no importaba si yo me iba, porque Bella jamás me vería de la manera en que yo deseaba. Nunca me vería como alguien digno de su amor.

            ¿Podía acaso un corazón congelado y muerto romperse? Sentía como si el mío lo estuviera.

            Edward dijo Bella.

            Me congelé, mirando fijamente sus ojos cerrados.

            ¿Se habría despertado? ¿Me había atrapado aquí? Ella parecía dormida, pero su voz había sido tan clara.

            Suspiró suavemente y luego se movió suavemente hacia un lado, aún estaba dormida y soñando.

            Edward murmuró suavemente.

            Ella estaba soñando conmigo.

            ¿Podía acaso un corazón congelado y muerto volver a latir? Sentía como si el mío estaba a punto de hacerlo.

            Quédate— dijo—. Por favor… no te vayas.

            Soñaba conmigo y ni siquiera era una pesadilla. Quería que me quedara con ella en su sueño.

            Me devané los sesos en busca del nombre correcto al torrente de emociones que me embargaba, pero no conocía palabras tan fuertes que pudieran sostenerlas. Por un largo momento, me ahogué en ellas.

            Cuando salí a la superficie, no era el mismo hombre que siempre había sido.

            Mi vida había sido una medianoche interminable y sin cambios. Había sido, por necesidad para mí, siempre medianoche. ¿Así que, como era posible que el sol saliera justo en medio de mi medianoche?

            En el momento en que me convertí en vampiro, cambiando mi alma y mi mortalidad por inmortalidad a través de una transformación dolorosa, finalmente me congelé de verdad. Mi cuerpo había cambiado a algo más parecido a la roca que a carne, endurecida y sin cambios. Yo mismo, me había congelado. Mi personalidad, lo que me agradaba y lo que no, mis modos y mis deseos, todos se habían congelado.

            Era lo mismo para los demás. Todos estábamos congelados. Piedras vivientes.

            Cuando un cambio nos llegaba, era algo raro y permanente. Lo vi pasar con Carlisle y una década después con Rosalie. El amor los había cambiado de manera eterna. Una manera que nunca se desvanecería. Más de ocho décadas habían pasado desde que Carlisle encontró a Esme y todavía se miraban con la incrédula mirada del primer amor. Siempre había sido así para ellos.

            Siempre sería así para mí ahora, también. Siempre amaría a esta frágil chica humana, por el resto de mi ilimitada existencia.

            Miré fijamente a su rostro inconsciente, sintiendo este amor por ella en cada porción de mi cuerpo de piedra.

            Ella dormía un poco más tranquila que antes, con una pequeña sonrisa en sus labios.

            Comencé a conspirar.

            La amaba y podía tratar de ser lo suficientemente fuerte para dejarla. Pero sabía que no era tan fuerte. Podía trabajar en ello. Pero tal vez si era lo suficientemente fuerte para encaminar el futuro hacia otra dirección.

            Alice había divisado dos futuros para Bella, ahora entendía ambos.

            Amarla no me impediría matarla, si me permitía cometer errores.

            Aún así, ahora mismo no podía sentir al monstruo en mí, no lo encontraba en ningún lado. Quizás el amor lo había silenciado para siempre. Si la mataba ahora, no sería intencional, solo un terrible accidente.

            Ahora tenía que ser extraordinariamente cauteloso. No podía nunca, nunca permitirme bajar la guardia. Tendría que controlar cada respiración. Tendría que mantener siempre una distancia considerable.

            No podía cometer errores.

            Finalmente entendí ese segundo futuro. Estaba desconcertado con esa visión, ¿Qué había pasado que había convertido a Bella en una prisionera de esta media vida inmortal? Ahora, devastadoramente cómo era para la chica, podría entender como tal vez, con un imperdonable egoísmo, le pediría a mi padre ese favor. Pedirle que le quitara la vida y su alma, solo para tenerla conmigo para siempre.

            Ella merecía algo mejor.

            Pero vi otro futuro, una pequeña línea por la cual podría caminar sin perder el equilibrio.

            ¿Podría? ¿Estar con ella y dejarla como humana?

            Deliberadamente, dejé que mi cuerpo se congelara en una quietud de piedra, congelado en su lugar, y tomé aire profundamente. Otra, luego otra, dejando que su esencia me rasgara como fuego salvaje. El cuarto estaba lleno con su perfume; su fragancia estaba impresa en cada superficie. Mi mente nadó en el dolor, pero luché.

            Tenía que acostumbrarme a esto, si pretendía intentar cualquier clase de proximidad regular con ella. Tomé otra respiración de ese fuego abrasador.

            La observé dormir hasta que el sol se asomó por las nubes del este. Conspirando y respirando.

 

 

 

 

Llegue a casa justo después que los otros se fueran a clases. Me cambié rápidamente, evadiendo las preguntas que tenía Esme en la mirada. Ella vio la febril luz en mi rostro y se sintió preocupada y aliviada al mismo tiempo. Mi larga melancolía siempre la había atormentado  y ahora estaba feliz al ver que aparentemente la había superado.

            Corrí hacia el colegio y llegué solo segundo antes que mis hermanos lo hicieran, ninguno se volteo a ver, al menos Alice debía saber que estaría ahí, escondido entre el bosque que rodeaba el estacionamiento. Esperé a que nadie me viera y caminé casualmente entre los árboles y los carros estacionados.

            Escuché la camioneta de Bella a una cuadra de distancia y me detuve tras una

Suburban desde dónde podía ver, pero no ser visto.

            Al entrar al estacionamiento mirando hacia mi Volvo por un momento largo antes de estacionarse en uno de los espacios más alejados, todavía con el ceño fruncido.

            Era extraño recordar que ella probablemente estaría todavía enojada conmigo, con toda razón.

            Quería reírme de mí mismo, o patearme. ¿Todas mis conspiraciones serían un desastre si ella no se interesaba en absoluto por mí, también, no es cierto? Su sueño podía ser algo totalmente al azar. Había sido un arrogante estúpido.

            Aunque era mejor para ella si no se interesaba por mí. Eso no me evitaría persuadirla, intentarlo. Pero escucharía su no. Se lo debía. Le debía más. Le debía la verdad que no estaba permitido darle. Entonces le daría toda la verdad que pudiera. Trataría de advertirle y cuando ella comprobara que no sería nunca al que ella diría que sí, me iría.

            Caminé silenciosamente, preguntándome cómo sería la mejor manera de acercarme.

            Ella me lo hizo fácil. Las llaves de su camioneta resbalaron de sus dedos y cayeron en un profundo charco.

            Se agachó a recogerlas, pero yo lo hice primero, recogiéndolas antes de que ella pusiera sus manos en el agua congelada.

            Me incliné contra su camioneta, mientras ella se enderezaba.

            ¿Cómo haces eso? demandó.

            Si, estaba enfadada aún.

            Le alcancé las llaves.

            ¿Hacer qué? Ella acercó su mano y yo dejé caer las llaves en la palma de su mano. Inspiré el delicioso aire cargado con su esencia.

            Aparecer de la nada —aclaró.

            Bella, no es culpa mía que seas excepcionalmente despistada mis palabras sonaron socarronas, casi como una broma. ¿Existía algo que ella no viera?

            ¿Escucharía ella como mi voz envolvía su nombre en una caricia?

            Me miró sin apreciar mi humor. Su corazón se aceleró, ¿Por enojo, por miedo? Después de un instante, bajó la mirada.

            ¿Por qué me cortaste el camino ayer?—, preguntó sin mirarme—. Se suponía que fingías que yo no existía, no que me irritaras hasta la muerte.

            Seguía muy enojada. Tendría que esforzarme por arreglar las cosas con ella. Recordé mi política de ser sincero con ella…

            Eso era por el bien de Tyler, tenía que darle su oportunidad luego me reí. No pude evitarlo, solo podía recordar su expresión ayer. Concentrándome tanto por mantenerla a salvo, en controlar mi respuesta física hacia ella, me dejaba pocos recursos para controlar mis emociones.

            Tú… —comenzó pero luego se calló, aparentemente demasiado furiosa para continuar. Y ahí estaba, esa misma expresión. Me tragué una risa. Ella ya estaba lo suficientemente enojada.

            No estoy fingiendo que no existas terminé. Era agradable mantener esa conversación casual. No quería asustarla más Tenía que ocultar lo profundo de mis sentimientos, mantenerlas cosas ligeras.

            ¿Entonces, quieres matarme de rabia dado que la furgoneta de Tyler no lo consiguió? un rápido pulso de enojo me embargó. ¿Cómo podía honestamente creer ella algo así?

            Era algo irracional ser tan afrontado. No sabía ella el esfuerzo que hacía para mantenerla viva, ella no sabía que habría peleado con mi familia por ella, ella no sabía de mi transformación en la noche pasada. Pero también estaba molesto. Con las emociones descontroladas.

            Bella, eres totalmente absurda —le solté.

            Se sonrojó y se dio la vuelta. Caminando hacia el colegio.

            Remordimiento. Mi molestia era injusta.

            Espera le rogué.

            Ella no se detuvo, entonces la seguí.

            Lo siento. He sido descortés. No estoy diciendo que no sea cierto—, era absurdo imaginar que yo quería verla herida de alguna manera—. Pero, de todos modos, no ha sido de buena educación.

            ¿Por qué no me dejas en paz?

            ¿Sería este mi no? ¿Era eso lo que ella quería? ¿Mi nombre en sus sueños era realmente sin importancia?

            Recordé perfectamente el tono de su voz, la expresión de su rostro mientras me pedía que me quedara.

            Pero si ella ahora decía que no… entonces, eso sería todo. Sabía lo que tendría que hacer.

            Mantén la esperanza, me recordé. Esta podría ser la última vez que la vería. Si ese era el caso, tenía que dejarla con el recuerdo correcto. Así que interpretaría al chico humano normal. Más importante aún, le daría una opción y luego aceptaría su respuesta.

            Quería preguntarte algo, pero me desviaste del tema una grandiosa idea se me acababa de ocurrir, me reí.

            ¿Tienes un trastorno de personalidad múltiple? me preguntó.

            Tal vez sí, mis sentimientos estaban erráticos, tenía tantos sentimientos nuevos.

            Lo estás haciendo de nuevo —apunté.

            Ella suspiró

            Bien, entonces, ¿Qué me querías preguntar?

            Me preguntaba si el sábado de la próxima semana—, vi su cara en shock y ahogué otra risa—. Ya sabes, el día del baile de primavera...”

            Ella me calló. Finalmente sus ojos volvieron a mí.

            ¿Intentas ser gracioso?

            Por favor, ¿Me permitirías terminar? esperó en silencio mientras se mordía su suave labio inferior.

            Ese pequeño gesto me distrajo un segundo. Extrañas sensaciones ajenas se apoderaron de lo más profundo de mi olvidada humanidad. Traté de sacudírmelas para así poder interpretar mi papel.

            Te he escuchado decir que vas a ir a Seattle ese día y me preguntaba si querrías dar un paseo me ofrecí. Me di cuenta que, en vez de cuestionarla con sus planes, los compartiría si ella decía que sí.

            Me miró en blanco.

            ¿Qué?

            ¿Quieres dar un paseo hasta Seattle?

            Sólo en un carro con ella, mi garganta se quemaba ante el pensamiento, respiré fuerte. Acostúmbrate.

            ¿Con quién? preguntó desconcertada.

            Conmigo, obviamente dije lentamente.

            ¿Por qué?

            Tan increíble era que yo quisiera su compañía. Ella realmente había visto lo peor de mí en mi comportamiento anterior.

            Bueno dije lo más casualmente que pude—. Planeaba ir a Seattle en las próximas semanas y, para ser honesto, no estoy seguro de que tu monovolumen lo pueda conseguir—. Era más fácil sonar chistoso, que tratar de ser serio junto a ella.

            Mi camioneta anda perfectamente, muchísimas gracias por tu preocupación dijo con el mismo tono sorprendido. Empezó a caminar de nuevo. Mantuve su paso.

            No fue un rechazo explícito, pero estuvo cerca. ¿Estaba ella siendo educada?

            ¿Puede llegar gastando un solo tanque de gasolina?

            No veo que sea de tu incumbencia murmuró.

            Su corazón volvía a latir con rapidez, su respiración se hacía más rápida. Creí que la broma la habría aliviado pero quizá la estaba asustando de nuevo.

            El despilfarro de recursos limitados es asunto de todos —mi respuesta sonaba normal y casual para mí pero no podía saber si había sonado igual para ella. Su mente silenciosa me dejaba siempre conjeturando.

            De verdad, Edward, no te entiendo. Creía que no querías que fuésemos amigos.

            Una emoción me estremeció cuando ella dijo mi nombre y estaba de vuelta en su habitación, oyéndola llamarme, queriendo que me quedara. Desee poder vivir en ese momento para siempre.

            Pero en este momento, solo la honestidad era aceptable.

            Dije que sería mejor que no lo fuéramos, no que no lo deseara.

            Vaya, gracias, eso lo aclara todo dijo sarcásticamente.

            Ella se detuvo, cerca del tejado de la cafetería y me miró de nuevo. Su corazón casi explotaba. ¿Tenía miedo o furia?

            Escogí mis palabras cuidadosamente. Ella necesitaba ver. Que entendiera que le convenía, por el mejor de sus intereses, el pedirme que me fuera.

            Sería más... prudente para ti que no fueras mi amiga— mirando el chocolate derretido en las profundidades de su mirada. Perdí completamente mi ligereza—. Pero me he cansado de alejarme de ti, Bella.

            Las palabras sonaron como si me quemaron mientras salían de mi boca.

            Su respiración se detuvo y en el segundo que tardó en restaurarla me aterré. ¿Realmente la asustaba, no?

            Mucho mejor. Recibiría mi no y trataría de soportarlo.

            ¿Me acompañarás a Seattle? demandé y punto.

            Ella asintió. Su corazón palpitaba ruidosamente.

            Sí. Ella me dijo que sí.

            Entonces, mi conciencia me golpeó violentamente. ¿Cuánto le costaría a ella?

            Deberías alejarte de mí, de veras le previne. ¿Me habría escuchado? ¿Escaparía del futuro con el que la estaba amenazando? ¿Podría hacer algo para salvarla de ?

            Mantén la esperanza, me grité.

            Te veré en clase.

            E instantáneamente recordé que no la vería en clase. Ella dispersaba mis pensamientos fuertemente.

            Me concentré en llevar un paso normal, en vez salir volando.

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