TUVE QUE ESPERAR
CUANDO REGRESÉ AL COLEGIO. LA HORA FINAL aún no había terminado. Eso era bueno,
porque tenía cosas en las que pensar y necesitaba un tiempo a solas.
Su olor se impregnó en el auto.
Mantuve las ventanas arriba, dejándolo que me atacara, intentando acostumbrarme
al sentimiento de quemadura intencional en mi garganta.
Atracción.
Eso era algo muy problemático de
contemplar. Tantos lados, tantos significados y niveles. No es lo mismo que el
amor, pero se relacionaban inexorablemente.
No tenía idea si Bella estaba
atraída por mí. (¿De alguna manera su silencio mental continuaría
volviéndose más y más frustrante hasta que me volviera loco? ¿O había un límite
que al que llegaría eventualmente?)
Intenté comparar sus respuestas
físicas con otras, como la secretaria y Jessica Stanley, pero la comparación no
fue concluyente. Las mismas características, cambios en el ritmo cardiaco y las
pautas en la respiración, podrían simple y fácilmente significar miedo o
impresión o ansiedad como interés. Parecía improbable que Bella pudiera estar
entretenida con el mismo tipo de pensamientos que Jessica Stanley solía tener.
Después de todo, Bella sabía muy bien que había algo mal en mí, incluso aunque
no supiera exactamente qué era eso. Ella había tocado mi piel de hielo y tirado
su mano lejos del frío.
Y aún así… Recordé esas fantasías que
solían serme repulsivas, pero las recordé con Bella en el lugar de Jessica.
Estaba
respirando más rápido, el fuego arañando de arriba abajo mi garganta.
¿Y que si hubiera sido Bella imaginándome
con mis brazos envueltos alrededor de su frágil cuerpo, sintiéndome empujarla
apretadamente contra mi pecho y entonces ahuecar mi mano bajo su mentón, cepillando
la pesada cortina de su cabello hacia atrás de su rostro ruborizado, trazando
la forma de sus labios llenos con las puntas de mis dedos, inclinando mi cara más
cerca de la suya, donde pudiera sentir el calor de su aliento en mi boca, moviéndome
aún más cerca…?
Pero entonces me encogí lejos de esa
fantasía, sabiendo, como supe cuando
Jessica había
imaginado esas cosas, que pasaría si estuviera tan cerca de ella.
Atracción era un dilema imposible,
porque ya estaba demasiado atraído por Bella pero de la peor manera.
¿Quería yo que Bella estuviera
atraída hacia mí, como una mujer a un hombre?
Esa era la pregunta equivocada. La
pregunta correcta era debería yo querer que Bella estuviera atraída en
esa forma y la respuesta era no. Porque yo no era un hombre humano y eso no era
justo para ella.
Con cada fibra de mi ser, anhelé ser
un hombre normal; así podría sostenerla entre mis brazos, sin arriesgar su vida.
Así podría ser libre de tejer mis propias fantasías, fantasías que no
terminarían con su sangre en mis brazos, su sangre brillando en mis ojos.
Mi búsqueda de ella era
indefendible. ¿Qué tipo de relación podía ofrecerle, cuando no me podía
arriesgar a tocarla?
Sostuve mi cabeza entre mis manos.
Era todo más confuso porque nunca me
había sentido tan humano en toda mi vida, ni siquiera cuando era humano,
hasta dónde podía recordar. En esos días, mis pensamientos habían sido todos
dirigidos a la gloria de un soldado. La Gran Guerra había arrasado con la mayor
parte de mi adolescencia y había estado a solo nueve de cumplir mis 18 años cuando
la influenza había atacado. Tenía solo impresiones vagas de esos años humanos,
recuerdos turbios que se desvanecían más con cada década que pasaba. Mi madre
era lo que recordaba más claramente y sentía un dolor antiguo cuando pensaba en
su cara. Recordé tenuemente cuánto había odiado ella el futuro hacia el cual
había corrido ansiosamente, rezando cada noche cuando ella bendecía la mesa a
la hora de la cena para que la “aterradora guerra” terminara. No tenía
recuerdos de ningún otro tipo de anhelo. Aparte del amor de mi madre, no había
otro amor que me hubiera hecho desear quedarme.
Esto era completamente nuevo para mí.
No tenía paralelos para dibujar ni comparaciones para hacer.
El amor que sentía por Bella había
llegado puramente, pero ahora las aguas estaban embarradas. Quería tanto poder ser
capaz de tocarla. ¿Se sentía ella de la misma manera?
Eso no importaba, traté de
convencerme a mí mismo.
Miré a mis manos blancas, odiando su
dureza, su frialdad, su fuerza inhumana…
Salté cuando la puerta del pasajero
se abrió.
—Ha.
Te atrapé por sorpresa. Siempre hay una primera vez— pensó Emmett cuando se deslizó en el
asiento—. Apuesto
que la Sra. Goff piensa que estás tomando drogas, has estado muy errático
últimamente. ¿Dónde estuviste hoy?
—Estaba… haciendo buenas obras.
—¿Ah?
Solté una risita.
—Velando por los enfermos, ese tipo de cosas.
Eso lo confundió más, pero entonces
inhaló y atrapó el olor en el auto.
—Oh. ¿La chica otra vez?
Fruncí
el ceño.
—Esto
se está poniendo raro.
—Ni
que lo digas —farfullé.
Inhaló de nuevo.
—Hmmm, sí que tiene buen sabor, ¿no es así?
El gruñido irrumpió a través de mis
labios antes de que sus palabras hubieran sido incluso registradas, una
respuesta automática.
—Calma, chico, solo estoy diciendo.
Entonces llegaron los otros. Rosalie
notó la esencia a la primera y me frunció el ceño, aun no superaba su
irritación. Me pregunté cuál era su problema real, pero todo lo que oía de su
mente eran insultos.
No me gustó la reacción de Jasper tampoco. Como Emmett, notó el atractivo de
Bella. No es que
esa esencia tuviera, para ninguno de ellos, una milésima parte de la atracción
que tenia para mí. Aún así me molestaba que su sangre fuera dulce para ellos. Jasper
tenía un control muy pobre.
Alice saltó a mi lado en el carro y
extendió su mano para que le diera la llave de la camioneta de Bella.
—Únicamente vi que fui yo—dijo, obscuramente, como
era su hábito—.
Tendrás que decirme el por qué.
—Esto no quiere decir…
—Lo sé, lo sé. Esperaré. No será mucho tiempo.
Suspiré y le di la llave.
La seguí hasta la casa de Bella. La
lluvia estaba golpeando como un millón de diminutos martillos, tan alto que
quizás los oídos humanos de Bella no podrían oír el rugido del motor de la
camioneta. Vigilé su ventana, pero ella no miró hacia fuera. Quizás no estaba
allí. No había pensamientos que oír.
Me entristeció que no pudiera oír lo suficiente ni siquiera para echarle un vistazo, asegurarme de que ella estaba feliz o a salvo, al menos.
Alice se subió en la parte de atrás
y manejamos rápidamente hacia casa. Las carreteras estaban vacías, así que nos
tomo solo unos pocos minutos. Entramos en la casa y entonces fuimos a nuestros
variados pasatiempos.
Emmett y Jasper estaban en medio de
un elaborado juego de ajedrez, utilizando ocho tableros unidos, esparcidos a lo
largo de la pared de cristal trasera y su propio y complicado conjunto de
reglas. Ellos no me dejarían jugar. Ahora solo Alice jugaba conmigo.
Alice fue a su computador justo a la
esquina de ellos y pude oír su monitor encenderse. Ella estaba trabajando en un
proyecto de diseño de modas para el guardarropa de Rosalie, pero hoy Rosalie no
se le unió, para pararse detrás de ella y dirigir el corte y el color mientras
la mano de Alice hacía trazos en la pantalla táctil. En lugar de eso, hoy
Rosalie se despatarró en el sofá y comenzó a cambiar 20 canales por segundo en
la televisión pantalla plana sin pausar. Podía oírla tratando de decidir entre
sí volver al garaje a remodelar su BMW o no.
Esme estaba arriba, tarareando sobre
un nuevo set de planos. Ella siempre estaba diseñando algo nuevo. Quizá
construiría esa como nuestra nueva casa o la siguiente.
Alice inclinó su cabeza alrededor de
la pared después de un momento y empezó a susurrar apenas los próximos movimientos
que Emmett haría, Emmett se sentó en el piso con la espalda hacia ella, a
Jasper, quien mantuvo su expresión muy calmada cuando derribó el caballo
favorito de Emmett.
Y yo, que por primera vez en mucho
tiempo me sentí apenado, fui a sentarme en el exquisito gran piano que estaba
ubicado en el camino de la entrada.
Corrí mi mano gentilmente a través
de las escalas, examinando los sonidos. Los tonos aun eran perfectos.
Escaleras arriba, Esme se detuvo en
lo que estaba haciendo y giró su cabeza hacia un lado.
Empecé con la primera línea del
sonido que por sí mismo había sido sugerido en mi cabeza hoy en el auto,
satisfecho de que sonara aun mejor de lo que lo había imaginado.
Edward está tocando de nuevo, pensó Esme
alegremente, una sonrisa irrumpiendo a través de su cara. Se levantó de su
escritorio y saltó silenciosamente a la cabecera de las escaleras.
Añadí una línea de armonía, dejando
que la melodía central zigzagueara a través de ella.
Esme suspiró con satisfacción, se
sentó en el escalón de la cima de la escalera y recostó su cabeza contra la
barandilla. Una nueva canción. Ha pasado mucho tiempo. Que sonido tan
adorable.
Dejé a la melodía dirigirse en una
nueva dirección, siguiéndola con la línea del bajo.
¿Edward está componiendo otra vez? Pensó Rosalie y
sus dientes se apretaron juntos en un feroz resentimiento.
En ese momento, ella se descuidó y
pude leer toda su subyacente indignación.Vi por qué ella estaba de tan mal
temperamento conmigo. El por qué matar a Isabella Swan no le molestaba para
nada a su conciencia.
Siempre se trataba de vanidad con
Rosalie.
La música paró abruptamente y me reí
antes de poder evitarlo, un ladrido afilado de diversión que fue interrumpido
rápidamente cuando lancé mi mano sobre mi boca.
Rosalie se giró para mirarme con rabia,
sus ojos chispeando con furia contenida.
Emmett y Jasper voltearon a verme,
también y escuché la confusión de Esme. Estuvo en la planta baja en un
fogonazo. Deteniéndose para mirarnos a Rosalie y a mí.
—No te detengas, Edward —Esme me animó después de un
momento de tensión.
Comencé a tocar de nuevo, dándole la
espalda a Rosalie mientras intentaba arduamente controlar la sonrisa
extendiéndose a través de mi cara. Se puso de pie y abandono el salón, más
enfadada que avergonzada.
Si dices algo te daré caza como a un
perro.
Sofoqué otra risa.
—¿Qué va mal, Rose? —Le preguntó Emmett. Rosalie no
se dio vuelta. Continuo rauda y fuertemente hacia el garaje y entonces se
retorció bajo su cauto como si pudiera enterrarse a sí misma debajo.
—¿De qué se trata esto? —Emmett me preguntó.
—No tengo ni la más remota idea —mentí.
Emmett gruñó, frustrado.
—Sigue tocando —Esme me impulsó. Mis manos se
habían pausado otra vez.
Hice lo que me pidió y vino a
pararse detrás de mí, poniendo sus manos en mis hombros.
La canción era fascinante, pero
incompleta. Jugué con un puente, pero no parecía el adecuado de ninguna manera.
—Es encantadora. ¿Tiene un nombre? —preguntó
Esme.
—Aún no.
—¿Hay una historia en ella? —preguntó, una
sonrisa en su voz. Esto le daba a ella un placer inmenso y me sentí culpable
por tener descuidada mi música por tanto tiempo. Eso había sido egoísta.
—Es… una nana, supongo —tuve el puente justo entonces.
Se dirigió fácilmente al siguiente movimiento, tomando vida por sí mismo.
—Una nana —repitió ella para sí misma.
Había una historia en
esta melodía y una vez que lo vi, las piezas cayeron en su lugar sin mucho
esfuerzo. La historia era una chica durmiente en una estrecha cama, oscuro y
espeso cabello salvaje que serpenteaba como algas a través de la almohada...
Alice dejó a Jasper a sus propios
medios y vino a sentarse a mi lado en el banco. En su voz, como el titileo de
una campana de viento, ella esbozó un sonido que era dos octavas por encima de
la melodía.
—Me gusta— murmuré—. ¿Pero qué hay de este?
Añadí su línea a la armonía, mis
manos estaban ahora volando a través de las teclas para trabajar con todas las
piezas juntas, modificándolo un poco, llevándolo en una nueva dirección.
Ella pilló mi modo, y cantó con al
unísono.
—Si, perfecto —dije.
Esme apretó mi hombro.
Pero ahora podía ver el final, con
la voz de Alice elevándose por encima del tono y llevándolo a otro lugar. Podía
ver cómo la canción debía terminar, porque la chica durmiente era simplemente perfecta
en la forma que ella lo era y cualquier mínimo cambio estaría mal, una lástima.
La canción se encaminó a la realización, más lento y más bajo. La voz de Alice bajó,
también y se volvió solemne, una voz que pertenecía a los arcos resonantes de
una catedral llena de velas.
Toqué la última nota y entonces
incliné mi cabeza sobre las teclas.
Esme acarició mi cabello. Todo va
a estar bien, Edward. Esto va a funcionar de la mejor manera. Tú mereces felicidad,
hijo mío. El destino te lo debe.
—Gracias —murmuré, deseando que me pudiera creer eso y
que mi felicidad era la que importaba.
El amor no siempre llega en las
condiciones convenientes.
Me reí una vez, sin humor.
Tú, de cada uno en este planeta,
eres quizá el más preparado para lidiar con un dilema tan difícil. Tú eres el
mejor y más brillante de todos nosotros.
Suspiré. Cada madre pensaba lo mismo
de su hijo.
Esme estaba aun llena de alegría de
que mi corazón había sido finalmente conmovido después de todo este tiempo, no
importaba cuán potencial fuera la tragedia. Ella había pensado que yo siempre
estaría solo.
Ella tendrá que amarte también, pensó
repentinamente, tomándome por sorpresa con la dirección de sus pensamientos. Si
es una chica brillante. Sonrió. Pero no puedo imaginar a alguien
siendo tan lento como para no ver cuán llamativo eres tú.
—Detente, mamá. Me estás haciendo ruborizar —bromeé. Sus
palabras, aunque improbables, me dieron aliento.
Alice se rió y levantó la parte de
encima de “Corazón y Alma”. Me reí y complete la simple armonía con ella.
Entonces la complací con una interpretación de “Chopsticks”.
Ella soltó una risita y suspiró.
—Desearía que me dijeras de que cosa de Rosalie
te estabas riendo—,
Alice dijo—.
Pero puedo ver que no lo harás.
—No.
Ella sacudió mi oreja con su dedo
—Se amable, Alice— dijo Esme—. Edward está
siendo un caballero.
—Pero yo quiero saber.
Me reí del gimoteo que ella hizo.
Entonces dije—:
Aquí, Esme—.
Y comencé a tocar su canción favorita, un tributo sin nombre al amor que yo
había visto entre Carlisle y ella por tantos años.
—Gracias, querido —apretó mi hombro de nuevo.
No tenía que concentrarme para tocar
esa pieza familiar. En lugar de eso, pensé en Rosalie, en sentido figurado aun
retorciéndose de humillación en el garaje, y sonreí para mí mismo.
Habiendo acabado de descubrir la
potencia de los celos por mí mismo, tenía una pequeña cantidad de lastima por
ella. Era una forma desafortunada de sentirse.
Por supuesto, sus celos daban mil
veces más lástima que los míos. Como el perro en el pesebre.
Me pregunté cómo la personalidad y
la vida de Rosalie hubieran sido diferentes si ella no hubiera sido siempre la más
hermosa. ¿Sería ella una persona más feliz, menos egocéntrica, más compasiva,
si la belleza no hubiera sido en todo momento el punto más fuerte para vender? Bueno,
supongo que era inútil preguntármelo, porque el pasado estaba hecho, y ella
siempre había sido la más hermosa. Incluso cuando humana, ella había
vivido siempre en el foco de su propia adoración. No le había importado. Eso no
había cambiado con la pérdida de su mortalidad.
No fue sorpresa entonces, tomando su
necesidad como un presente, que ella había sido ofendida cuando yo no había,
desde el comienzo, adorado su belleza en la forma que ella había esperado que
todos los hombres lo hicieran. No es que ella me quisiera de alguna
manera, lejos de eso. Pero la había molestado que yo no la quisiera, a pesar de
eso.
Era diferente con Jasper y Carlisle,
ambos ya estaban enamorados. Yo estaba completamente sin compromiso y aún
permanecía obstinadamente inconmovible.
Pensé que ese viejo resentimiento
estaba enterrado. Y ella lo había hecho… hasta el día en que encontré a alguien
cuya belleza me tocó de una forma en la que la suya no lo había hecho. Por
supuesto, debí darme cuenta de cómo la molestaría eso. Probablemente lo habría
hecho, no he estado tan preocupado.
Rosalie había confiado en la
creencia de que si no encontraba su belleza digna de adoración, entonces
ciertamente no había belleza en la tierra que pudiera alcanzarme. Había estado
furiosa desde el momento en que había salvado la vida de Bella, adivinando, con
su intuición astuta y competitiva, el interés del que yo era casi inconsciente.
Rosalie estaba mortalmente ofendida
por el hecho de que encontré a una insignificante humana más bonita que a ella.
Reprimí las ganas de reír otra vez.
Pero si me incomodó, pensé, la
manera en que ella veía a Bella. Rosalie realmente pensó que la chica era simple. ¿Cómo podía creer eso? Me
parecía incomprensible. Producto de los celos, sin duda.
—¡Oh!— Alice
dijo abruptamente—
Jasper, ¿Adivina qué?
Vi lo que acababa de ver y mis manos
se congelaron en las teclas.
—¿Qué, Alice? —Jasper preguntó.
—¡Peter
y Charlotte vienen a visitarnos la semana que viene! Van a estar por las proximidades,
¿No está genial?
—¿Qué va mal
Edward? —me preguntó
Esme, sintiendo la tensión en mis hombros.
—¿Peter y
Charlotte van a venir a Forks? —le
dije entre dientes a Alice.
Ella puso los ojos en blanco hacia
mí.
—Cálmate,
Edward. Esta no es su primera visita.
Mis dientes se apretaron. Era su primera visita desde que Bella
había llegado y su dulce sangre no me apetecía solo a mí.
Alice frunció el ceño por mi
expresión.
—Ellos nunca
cazan aquí, lo sabes.
Pero el hermano de Jasper y la
pequeña vampiro que él amaba no eran como nosotros; ellos todavía cazaban de la
manera usual. No eran de fiar a lado de Bella.
—¿Cuándo? —Demandé.
Ella frunció los labios tristemente,
pero me dijo lo que necesitaba saber.
El lunes en la
mañana. Nadie va a herir a Bella.
—No—, estuve de acuerdo y me aparte de ella—. ¿Listo, Emmett?
—Pensé que nos
íbamos en la mañana.
—Regresaremos
a la media noche del domingo. Supongo que depende de ti cuando quieres irte.
—Está bien,
déjame despedirme de Rose primero.
—Seguro —con el mal humor
que Rosalie tenía, sería una despedida corta.
Realmente lo has
perdido, Edward, él
pensó mientras se dirigía hacia la puerta de atrás.
—Supongo que sí.
—Toca la nueva
canción para mí, una vez más —me pidió Esme.
—Si te ha gustado —agregué,
pensé que dudé un poco sobre seguir la tonada hasta su inevitable fin, el fin
que me hacia afligirme en nuevas formas. Pensé un momento y entonces saqué la
tapa de mi bolsillo y lo fije en el soporte de la música vacía. Eso ayudo un
poco, mi pequeño momento de su sí.
Me asentí para mí mismo y empecé a
tocar.
Esme y Alice intercambiaron una
mirada, pero ninguna preguntó nada.
—¿Nadie te dijo
que no debes jugar con tu comida? —llamé
a Emmett.
—¡Ah, hola,
Edward!
—El
gritó de vuelta, sonrió y me saludo. El oso se aprovechó de esa distracción
para barrer su pesada pata a través del pecho de Emmett. Las afiladas garras destrozaron a
través de su camisa y chillaron a través de su piel como cuchillos contra el
acero.
El oso bramó ante el agudo ruido.
Aw demonios, Rose
me dio esta camisa.
Emmett le rugió al enfurecido
animal.
Suspiré y me senté en una
conveniente roca. Esto podría tomar un rato.
Pero Emmett casi ya había terminado.
El dejó que el oso tratara de quietarle la cabeza con otro fuerte golpe de su
pata, riéndose cuando el golpe rebotó e hizo que la bestia cayera sentada. El
oso rugió y Emmett rugió de nuevo a través de su carcajada. Entonces se lanzo hacia
el animal, que era más alto que él sobre sus patas traseras y sus cuerpos cayeron
al estrellarse mutuamente, tirando un abeto adulto con ellos. Los gruñidos del
oso pararon con un balbuceo.
Pocos minutos después, Emmett trotó
hacia donde yo lo esperaba. Su camisa estaba destrozada, rasgada y
ensangrentada, pegajosa por la savia y cubierta de pelo. Su oscuro cabello
rizado no estaba mucho mejor. Tenía una enorme sonrisa en su cara.
—Ese era uno fuerte, casi pude sentir cuando me
arañó.
—Eres tan infantil, Emmett.
Él miró mi blusa lisa, limpia y
blanca.
—¿No fuiste capaz de detectar aquel león de
montaña, entonces?
—Desde luego que sí. Pero no como un salvaje.
Emmett se rió con su risa resonante.
—Lamento que no fueran más fuertes. Sería más
diversión.
—Nadie dijo que tenías que luchar con tu comida.
—Sí, ¿Pero con quién más voy a luchar? Tú y
Alice son unos tramposos, Rose nunca quiere porque su pelo se estropea y Esme
se pone furiosa si Jasper y yo nos peleamos de verdad.
—La vida es difícil por todos lados, ¿verdad?
Emmett sonrió abiertamente hacia mí,
cambiando su peso un poco de modo que estuviera de repente equilibrado para arremeter.
—Vamos, Edward. Solo apágalo durante un minuto y
ten una lucha justa.
—Esto no se apaga —le recordé.
—Me gustaría saber lo que la muchacha humana
hace para tenerte fuera de su mente—, Emmett reflexionó—. Tal vez ella podría darme
algunas indicaciones.
Mi buen humor desapareció.
—Mantente lejos de ella —gruñí entre mis dientes.
—Delicadito, delicadito.
Suspiré. Emmett vino a sentarse a mi
lado sobre la roca.
—Lo siento. Sé que estás pasando por un duro
momento. Realmente trato de no ser un idiota demasiado insensible, pero es parte de mi estado natural.
Él esperó que me riera de su broma y
luego hizo una mueca.
Tan serio todo el tiempo. ¿Qué te
pasa ahora?
—Pensando en ella. Bueno, preocupándome,
realmente.
—¿De qué hay que preocuparse? Estás aquí. —Se rió fuerte.
Ignoré su broma otra vez, pero
contesté a su pregunta.
—¿Alguna vez ha pensado lo frágiles que son?
¿Cuántas cosas malas le pueden pasar a un mortal?
—No realmente. Pero creo que puedo ver a lo que
te refieres. Yo no fui más que un palillo la primera vez frente a un oso, ¿verdad?
—Osos—, murmuré, añadiendo un nuevo miedo al montón—. ¿Sería solamente
su suerte, verdad? Oso vagando en la ciudad. Desde luego este se dirigiría
directamente hacia Bella.
Emmett rió en silencio.
—Suenas como un loco, lo sabes, ¿verdad?
—Solo imagina por un momento que Rosalie fuese
humana, Emmett. ¡Y ella podría encontrarse con un oso... o ser atropellada por
un auto... o que le caiga un rayo… o caerse por las escaleras... o enfermarse,
contagiarse de una enfermedad!—, la explosión de palabras salió de mí violentamente.
Era un alivio poder soltarlo, habían sido una molestia dentro de mí todo el fin
de semana—.
¡Incendios y terremotos y tornados! ¡Puf! ¿Cuándo fue la última vez viste las
noticias? ¿Has visto alguna vez la
clase de cosas que les pasan? Robos y homicidios—… Apreté mis dientes y
bruscamente estaba tan enfurecido con la idea de que otro humano pudiera hacerle daño que no podía respirar.
—¡Para, para! Detente ahí, niño. Ella vive en
Forks, ¿recuerdas? Lo más que le pasa es que se moje con la lluvia —se encogió de
hombros.
—Creo que ella tiene alguna especie de mala
suerte seria, Emmett, realmente lo creo. Mira las pruebas. De todos los sitios
en el mundo a los que ella podría ir, ella termina en una ciudad donde los vampiros constituyen una parte
significativa de la población.
—Sí, pero somos vegetarianos. ¿Entonces no es
eso buena suerte, en vez de mala?
—¿Por la forma en la que ella huele?
Definitivamente mala. Y luego, más mala suerte, la forma en la que ella huele
para mí —fruncí el ceño hacia mis manos,
odiándolas otra vez.
—Pero tú tienes más autocontrol que cualquiera
de nosotros exceptuando a Carlisle. Buena suerte otra vez.
—¿La furgoneta?
—Fue solo un accidente. Deberías haberlo visto
viniendo hacia ella, Emmett, una y otra vez. Lo juro, era como si tuviera una
especie de imán.
—Pero estabas allí. Eso fue buena suerte.
—¿Fue buena suerte? ¿No es esta la peor suerte
que un humano podría alguna vez tener, tener un vampiro enamorado de ella?
Emmett lo consideró silenciosamente
durante un momento. Él imaginó a la muchacha en su cabeza y encontró la imagen
sin interés. Francamente, realmente no puedo ver la imagen.
—Bien, honestamente tampoco puedo ver el encanto
de Rosalie—, dije
groseramente—. Francamente, ella parece tener más
trabajo que el que cualquier cara bonita merece.
Emmett rió en silencio.
—Supongo que no me dirías…
—No sé cuál es su problema, Emmett —mentí con una
sonrisa repentinamente amplia.
Vi su intención a tiempo para
reforzarme. Él trató de empujarme de la roca y hubo un sonido de raja ruidoso cuando
una grieta en la piedra se abrió entre nosotros.
—Tramposo —refunfuñó.
Esperé a que lo intentara otra vez,
pero sus pensamientos tomaron una dirección diferente. Él imaginaba la cara de
Bella otra vez, pero se la imaginaba más blanca, imaginando sus ojos rojo
vivo...
—No —dije, con voz estrangulada.
—¿Esto solucionaría tus preocupaciones sobre la mortalidad,
verdad? Y entonces tampoco querrías matarla, ¿No es ese el mejor camino?
—¿Para mí? ¿O para ella?
—Para ti —contestó él fácilmente. Su tono añadió el “desde
luego”.
Me reí sin humor.
—Respuesta incorrecta.
—No me importó tanto —él me recordó.
—Rosalie lo hizo.
Él suspiró. Ambos sabíamos que
Rosalie haría lo que fuera, daría lo que fuera, si esto quisiera decir que ella
podría ser humana otra vez. Lo que fuese. Incluso a Emmett.
—Sí, Rosalie lo hizo —consintió él silenciosamente.
—No puedo... No debería... No voy a arruinar la vida de Bella. ¿No sentirías lo mismo, si
fuera Rosalie?
Emmett pensó en esto durante un
momento.
¿Realmente... la amas?
—No puedo ni describirlo, Emmett. De repente,
esta muchacha es el mundo entero para mí. Ya no veo el sentido al resto del mundo sin ella.
¿Pero no la transformarás? Ella no
durará para siempre, Edward.
—Lo sé —gemí.
Y,
cómo has dicho, ella es frágil.
—Confía en mí, eso también lo sé.
Emmett no era una persona discreta y
las discusiones delicadas no eran su fuerte. Él luchaba para no ser ofensivo.
¿Puedes siquiera tocarla? ¿Quiero decir,
si le amas... no querrías...bueno, tocarla?
Emmett y Rosalie compartían un amor
físicamente intenso. Le tomaba su tiempo entender cómo alguien podría amar, sin
aquel aspecto.
Suspiré.
—No puedo ni siquiera pensar en eso, Emmett.
Wow. Entonces, ¿Cuáles son tus
opciones?
—No lo sé— susurré—. Trato de buscar un camino para... para
abandonarla. Pero no sé cómo hacer para mantenerme lejos.
Con un profundo sentido de
satisfacción, de repente comprendí que estaba bien para mí quedarme, al menos por ahora, con Peter y Charlotte en
camino. Ella estaba más segura conmigo aquí, temporalmente, de lo que estaría
si me fuese. De momento, yo podría ser su poco probable protector.
Ese pensamiento me puso ansioso; me
moría por volver de modo que yo pudiera interpretar aquel papel tanto tiempo
como fuera posible.
Emmett notó el cambio de mi
expresión. ¿En qué piensas?
—Ahora mismo—, admití un poco con vergüenza—, muero por
volver corriendo a Forks y comprobar cómo está. No sé si podré quedarme hasta
el domingo por la noche.
—¡Oh, no! No vas a volver a casa tan pronto.
Deja a Rosalie enfriarse un poquito. ¡Por favor! Hazlo por mí.
—Trataré de quedarme —dije dudando.
Emmett dio un toque al teléfono en
mi bolsillo.
—Alice llamará si hubiese alguna explicación
para tu crisis de pánico. Ella está tan extraña por esta muchacha como tú.
No pude discutir contra eso.
—Bien. Pero no me quedaré después del domingo.
—No hay ninguna razón para apresurarse en
volver, va a hacer sol, de todos modos. Alice dijo que estaríamos libres de la
escuela hasta el miércoles.
Sacudí mi cabeza rígidamente.
—Peter y Charlotte saben comportarse.
—Realmente no me preocupa, Emmett. Con la suerte
de Bella, ella irá a vagar por los bosques exactamente en el momento incorrecto
y—, me
estremecí—. Peter
no es conocido por su autocontrol. Vuelvo el domingo.
Emmett suspiró. Exactamente, como
un loco.
Bella dormía
plácidamente cuando subí a la ventana de su cuarto temprano en la mañana del
lunes. Había traído aceite para engrasar el mecanismo, enteramente rendido a
ese demonio en particular; y la ventana ahora se movía silenciosamente
dejándome entrar.
Podía decir que por el modo que su
pelo caía liso a través de la almohada, que ella había tenido una noche menos
agitada que la vez pasada que yo estuve aquí. Ella tenía sus manos dobladas
bajo su mejilla como un niño pequeño y su boca estaba ligeramente abierta. Podía
oír su aliento que se movía despacio dentro y fuera entre sus labios.
Era un asombroso alivio para mí
estar aquí, ser capaz de verla de nuevo.
Comprendí que yo
no estaba verdaderamente a gusto a no ser que fuera el caso. Nada estaba bien
cuando estaba lejos de ella.
No es que todo estuviera bien cuando
yo estaba con ella, tampoco. Suspiré y luego inhalé dejando bajar el fuego de la
sed pasar por mi garganta. Había estado lejos de ella demasiado tiempo. El
tiempo que había pasado sin dolor hacía que ahora la tentación fuese más
poderosa ahora. Era bastante malo que tuviera miedo de arrodillarme al lado de
su cama de modo que pudiera leer los títulos de sus libros. Quise conocer las historias
en su cabeza, pero tuve miedo de que, más que mi sed, si estuviera cerca de
ella, quisiera estar todavía más cerca.
Sus labios parecían muy suaves y cálidos.
Podía imaginarme tocarlos con la punta de mi dedo. Solo ligeramente...
Era exactamente la clase de error
que tenía que evitar.
Mis ojos miraban su cara una y otra
vez, examinándola por los cambios.
Los mortales
cambiaban todo el tiempo, me ponía triste perderme algún cambio.
Pensé que ella parecía... cansada.
Como si ella no hubiera dormido lo suficiente este fin de semana. ¿Había
salido?
Me reí silenciosamente e
irónicamente al pensar cuánto me trastornaba esto. ¿Qué pasaba si hubiera
salido? Ella no era mía. No la poseía.
No, ella no era la mía y estaba
triste otra vez.
—Mamá— murmuró calladamente—. No… déjame. Por favor…
El
estrés se marcó entre sus cejas en forma de una pequeña v profunda. Lo que sea
que su madre estaba haciendo en su sueño, claramente la preocupada. De repente,
se volteó hacia el otro lado, pero sus ojos nunca parpadearon.
—Si,
si…—murmuró y luego suspiró—. Asco. Es demasiado verde.
Una de sus manos
se movió y noté que tenía raspones hinchados apenas curados a través de la
palma. ¿Se había hecho daño? Incluso aunque esto no fuera obviamente una herida
seria, me perturbó. Consideré la ubicación y decidí que ella debía haberse
caído. Pareció una explicación razonable, teniendo en cuenta todas las
posibilidades.
Ella le suplicó a su madre unas
cuantas veces más, murmuró algo acerca del sol, y luego se deslizó en un sueño
más tranquilo sin moverse de nuevo.
Era consolador pensar que no tendría
que darle vueltas a ninguno de estos pequeños misterios para siempre. Éramos
amigos ahora, o al menos, estábamos tratando de ser amigos. Podría preguntarle
sobre su fin de semana, sobre la playa y sobre la actividad nocturna que había
realizado que la hacía parecer tan cansada. Podría preguntarle que le había
pasado a sus manos y yo podría reírme un poco cuando ella confirmara mi teoría
sobre ellas.
Reí con cuidado cuando me pregunté
si se había caído al océano o no. Me pregunté
si ella se lo había pasado bien en la excursión. Me pregunté si ella había pensado
en mí en absoluto. Si ella me había extrañado una mínima parte de la cantidad
que yo la había echado de menos.
Traté de imaginarla en el sol sobre
la playa. La imagen era incompleta, porque yo nunca había estado en First
Beach. Yo sólo la había visto en fotos.
Sentí una náusea diminuta de
inquietud cuando pensé en la razón por la que nunca había estado en la bonita
playa ubicada solamente a minutos de mi casa. Bella había pasado el día en La
Push, un lugar donde se me prohibía, según el tratado, a ir. Un lugar donde
algunos ancianos todavía recordaban las historias sobre el Cullen. Las recordaban
y las creían. Un lugar donde conocían nuestro secreto.
Sacudí mi cabeza. No tenía nada de qué
preocuparme en ese lugar. Los Quileutes comprometidos por el tratado también.
Incluso aunque Bella se hubiera encontrado con alguno de aquellos sabios
ancianos, ellos no podrían revelar nada. ¿Y por qué abordarían el tema? No, los
Quileutes eran una cosa de la que no tenía que preocuparme.
Estaba enfadado con el sol cuando
comenzó a elevarse. Esto me recordó que no podría satisfacer mi curiosidad
durante días. ¿Por qué decidió brillar ahora?
Con un suspiro, desaparecí por su
ventana antes de que hubiera bastante luz para alguien pudiera verme aquí.
Quise quedarme en el bosque espeso de alrededor de su casa y mirarla ir a la
escuela, pero cuando entré en los árboles, estuve sorprendido de encontrar el
rastro de su olor introduciéndose en el camino de ahí.
Lo seguí rápidamente, curioso,
preocupándome cada vez más cuando este me condujo hacia lo más profundo de la
oscuridad. ¿Qué había estado haciendo Bella aquí?
El rastro se paró bruscamente, en
medio de ninguna parte en particular. Había salido solamente unos cuantos pasos
fuera del camino, hacia los helechos, donde ella había tocado el tronco de un
árbol caído. Quizás se había sentado allí...
Me senté donde ella lo había hecho y
miré alrededor. Todo lo que ella pudo haber sido capaz de ver eran helechos y
bosque. Probablemente estaba lloviendo, el rastro se había lavado sin haberse
pegado profundamente al árbol.
¿Por qué habría venido Bella a
sentarse aquí sola, y ella había estado sola, sin duda, en medio del bosque
mojado y oscuro?
Esto no tuvo sentido, y, a
diferencia de aquellos otros puntos de curiosidad, con dificultad había podido
sacar esto en una conversación casual.
Bueno, Bella, seguí tu olor por el bosque
después de que dejé tu cuarto, solo un pequeño delito menor de allanamiento, no
necesitas preocuparte, estaba… exterminando arañas. Sí, sería una tremenda
manera de romper el hielo.
Nunca sabría lo que ella había
estado pensando y haciendo aquí y esto hizo que tronara mis dientes de la
frustración. Peor, esto se pareció demasiado al escenario que yo me había
imaginado para Emmett, Bella vagando sola en los bosques, donde su olor llamaría
la atención de alguien que tendría los sentidos para rastrearlo.
Gemí. No sólo tenía mala suerte,
sino que la buscaba.
Bien, en este momento ella tenía un
protector. Yo la cuidaría, evitando que se lastimara, todo el tiempo que
pudiera justificarlo.
De repente me encontré deseando que
Peter y Charlotte hicieran una visita más larga.
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