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7. MELODÍA

TUVE QUE ESPERAR CUANDO REGRESÉ AL COLEGIO. LA HORA FINAL aún no había terminado. Eso era bueno, porque tenía cosas en las que pensar y necesitaba un tiempo a solas.

            Su olor se impregnó en el auto. Mantuve las ventanas arriba, dejándolo que me atacara, intentando acostumbrarme al sentimiento de quemadura intencional en mi garganta.

            Atracción.

            Eso era algo muy problemático de contemplar. Tantos lados, tantos significados y niveles. No es lo mismo que el amor, pero se relacionaban inexorablemente.

            No tenía idea si Bella estaba atraída por mí. (¿De alguna manera su silencio mental continuaría volviéndose más y más frustrante hasta que me volviera loco? ¿O había un límite que al que llegaría eventualmente?)

            Intenté comparar sus respuestas físicas con otras, como la secretaria y Jessica Stanley, pero la comparación no fue concluyente. Las mismas características, cambios en el ritmo cardiaco y las pautas en la respiración, podrían simple y fácilmente significar miedo o impresión o ansiedad como interés. Parecía improbable que Bella pudiera estar entretenida con el mismo tipo de pensamientos que Jessica Stanley solía tener. Después de todo, Bella sabía muy bien que había algo mal en mí, incluso aunque no supiera exactamente qué era eso. Ella había tocado mi piel de hielo y tirado su mano lejos del frío.

            Y aún así… Recordé esas fantasías que solían serme repulsivas, pero las recordé con Bella en el lugar de Jessica.

Estaba respirando más rápido, el fuego arañando de arriba abajo mi garganta.

            ¿Y que si hubiera sido Bella imaginándome con mis brazos envueltos alrededor de su frágil cuerpo, sintiéndome empujarla apretadamente contra mi pecho y entonces ahuecar mi mano bajo su mentón, cepillando la pesada cortina de su cabello hacia atrás de su rostro ruborizado, trazando la forma de sus labios llenos con las puntas de mis dedos, inclinando mi cara más cerca de la suya, donde pudiera sentir el calor de su aliento en mi boca, moviéndome aún más cerca…?

            Pero entonces me encogí lejos de esa fantasía, sabiendo, como supe cuando

Jessica había imaginado esas cosas, que pasaría si estuviera tan cerca de ella.

            Atracción era un dilema imposible, porque ya estaba demasiado atraído por Bella pero de la peor manera.

            ¿Quería yo que Bella estuviera atraída hacia mí, como una mujer a un hombre?

            Esa era la pregunta equivocada. La pregunta correcta era debería yo querer que Bella estuviera atraída en esa forma y la respuesta era no. Porque yo no era un hombre humano y eso no era justo para ella.

            Con cada fibra de mi ser, anhelé ser un hombre normal; así podría sostenerla entre mis brazos, sin arriesgar su vida. Así podría ser libre de tejer mis propias fantasías, fantasías que no terminarían con su sangre en mis brazos, su sangre brillando en mis ojos.

            Mi búsqueda de ella era indefendible. ¿Qué tipo de relación podía ofrecerle, cuando no me podía arriesgar a tocarla?

            Sostuve mi cabeza entre mis manos.

            Era todo más confuso porque nunca me había sentido tan humano en toda mi vida, ni siquiera cuando era humano, hasta dónde podía recordar. En esos días, mis pensamientos habían sido todos dirigidos a la gloria de un soldado. La Gran Guerra había arrasado con la mayor parte de mi adolescencia y había estado a solo nueve de cumplir mis 18 años cuando la influenza había atacado. Tenía solo impresiones vagas de esos años humanos, recuerdos turbios que se desvanecían más con cada década que pasaba. Mi madre era lo que recordaba más claramente y sentía un dolor antiguo cuando pensaba en su cara. Recordé tenuemente cuánto había odiado ella el futuro hacia el cual había corrido ansiosamente, rezando cada noche cuando ella bendecía la mesa a la hora de la cena para que la “aterradora guerra” terminara. No tenía recuerdos de ningún otro tipo de anhelo. Aparte del amor de mi madre, no había otro amor que me hubiera hecho desear quedarme.

            Esto era completamente nuevo para mí. No tenía paralelos para dibujar ni comparaciones para hacer.

            El amor que sentía por Bella había llegado puramente, pero ahora las aguas estaban embarradas. Quería tanto poder ser capaz de tocarla. ¿Se sentía ella de la misma manera?

            Eso no importaba, traté de convencerme a mí mismo.

            Miré a mis manos blancas, odiando su dureza, su frialdad, su fuerza inhumana…

            Salté cuando la puerta del pasajero se abrió.

            Ha. Te atrapé por sorpresa. Siempre hay una primera vez— pensó Emmett cuando se deslizó en el asiento—. Apuesto que la Sra. Goff piensa que estás tomando drogas, has estado muy errático últimamente. ¿Dónde estuviste hoy?

            Estaba… haciendo buenas obras.

            ¿Ah?

            Solté una risita.

            Velando por los enfermos, ese tipo de cosas.

            Eso lo confundió más, pero entonces inhaló y atrapó el olor en el auto.

            Oh. ¿La chica otra vez?

            Fruncí el ceño.

            Esto se está poniendo raro.

            Ni que lo digas farfullé.

            Inhaló de nuevo.

            Hmmm, sí que tiene buen sabor, ¿no es así?

            El gruñido irrumpió a través de mis labios antes de que sus palabras hubieran sido incluso registradas, una respuesta automática.

            Calma, chico, solo estoy diciendo.

            Entonces llegaron los otros. Rosalie notó la esencia a la primera y me frunció el ceño, aun no superaba su irritación. Me pregunté cuál era su problema real, pero todo lo que oía de su mente eran insultos.

            No me gustó la reacción de Jasper tampoco. Como Emmett, notó el atractivo de

Bella. No es que esa esencia tuviera, para ninguno de ellos, una milésima parte de la atracción que tenia para mí. Aún así me molestaba que su sangre fuera dulce para ellos. Jasper tenía un control muy pobre.

            Alice saltó a mi lado en el carro y extendió su mano para que le diera la llave de la camioneta de Bella.

            Únicamente vi que fui yodijo, obscuramente, como era su hábito—. Tendrás que decirme el por qué.

            Esto no quiere decir…

            Lo sé, lo sé. Esperaré. No será mucho tiempo.

            Suspiré y le di la llave.

            La seguí hasta la casa de Bella. La lluvia estaba golpeando como un millón de diminutos martillos, tan alto que quizás los oídos humanos de Bella no podrían oír el rugido del motor de la camioneta. Vigilé su ventana, pero ella no miró hacia fuera. Quizás no estaba allí. No había pensamientos que oír.

            Me entristeció que no pudiera oír lo suficiente ni siquiera para echarle un vistazo, asegurarme de que ella estaba feliz o a salvo, al menos.

            Alice se subió en la parte de atrás y manejamos rápidamente hacia casa. Las carreteras estaban vacías, así que nos tomo solo unos pocos minutos. Entramos en la casa y entonces fuimos a nuestros variados pasatiempos.

            Emmett y Jasper estaban en medio de un elaborado juego de ajedrez, utilizando ocho tableros unidos, esparcidos a lo largo de la pared de cristal trasera y su propio y complicado conjunto de reglas. Ellos no me dejarían jugar. Ahora solo Alice jugaba conmigo.

            Alice fue a su computador justo a la esquina de ellos y pude oír su monitor encenderse. Ella estaba trabajando en un proyecto de diseño de modas para el guardarropa de Rosalie, pero hoy Rosalie no se le unió, para pararse detrás de ella y dirigir el corte y el color mientras la mano de Alice hacía trazos en la pantalla táctil. En lugar de eso, hoy Rosalie se despatarró en el sofá y comenzó a cambiar 20 canales por segundo en la televisión pantalla plana sin pausar. Podía oírla tratando de decidir entre sí volver al garaje a remodelar su BMW o no.

            Esme estaba arriba, tarareando sobre un nuevo set de planos. Ella siempre estaba diseñando algo nuevo. Quizá construiría esa como nuestra nueva casa o la siguiente.

            Alice inclinó su cabeza alrededor de la pared después de un momento y empezó a susurrar apenas los próximos movimientos que Emmett haría, Emmett se sentó en el piso con la espalda hacia ella, a Jasper, quien mantuvo su expresión muy calmada cuando derribó el caballo favorito de Emmett.

            Y yo, que por primera vez en mucho tiempo me sentí apenado, fui a sentarme en el exquisito gran piano que estaba ubicado en el camino de la entrada.

            Corrí mi mano gentilmente a través de las escalas, examinando los sonidos. Los tonos aun eran perfectos.

            Escaleras arriba, Esme se detuvo en lo que estaba haciendo y giró su cabeza hacia un lado.

            Empecé con la primera línea del sonido que por sí mismo había sido sugerido en mi cabeza hoy en el auto, satisfecho de que sonara aun mejor de lo que lo había imaginado.

            Edward está tocando de nuevo, pensó Esme alegremente, una sonrisa irrumpiendo a través de su cara. Se levantó de su escritorio y saltó silenciosamente a la cabecera de las escaleras.

            Añadí una línea de armonía, dejando que la melodía central zigzagueara a través de ella.

            Esme suspiró con satisfacción, se sentó en el escalón de la cima de la escalera y recostó su cabeza contra la barandilla. Una nueva canción. Ha pasado mucho tiempo. Que sonido tan adorable.

            Dejé a la melodía dirigirse en una nueva dirección, siguiéndola con la línea del bajo.

            ¿Edward está componiendo otra vez? Pensó Rosalie y sus dientes se apretaron juntos en un feroz resentimiento.

            En ese momento, ella se descuidó y pude leer toda su subyacente indignación.Vi por qué ella estaba de tan mal temperamento conmigo. El por qué matar a Isabella Swan no le molestaba para nada a su conciencia.

            Siempre se trataba de vanidad con Rosalie.

            La música paró abruptamente y me reí antes de poder evitarlo, un ladrido afilado de diversión que fue interrumpido rápidamente cuando lancé mi mano sobre mi boca.

            Rosalie se giró para mirarme con rabia, sus ojos chispeando con furia contenida.

            Emmett y Jasper voltearon a verme, también y escuché la confusión de Esme. Estuvo en la planta baja en un fogonazo. Deteniéndose para mirarnos a Rosalie y a mí.

            No te detengas, Edward Esme me animó después de un momento de tensión.

            Comencé a tocar de nuevo, dándole la espalda a Rosalie mientras intentaba arduamente controlar la sonrisa extendiéndose a través de mi cara. Se puso de pie y abandono el salón, más enfadada que avergonzada.

            Si dices algo te daré caza como a un perro.

            Sofoqué otra risa.

            —¿Qué va mal, Rose? Le preguntó Emmett. Rosalie no se dio vuelta. Continuo rauda y fuertemente hacia el garaje y entonces se retorció bajo su cauto como si pudiera enterrarse a sí misma debajo.

            —¿De qué se trata esto? Emmett me preguntó.

            No tengo ni la más remota idea —mentí.

            Emmett gruñó, frustrado.

            Sigue tocando Esme me impulsó. Mis manos se habían pausado otra vez.

            Hice lo que me pidió y vino a pararse detrás de mí, poniendo sus manos en mis hombros.

            La canción era fascinante, pero incompleta. Jugué con un puente, pero no parecía el adecuado de ninguna manera.

            Es encantadora. ¿Tiene un nombre? preguntó Esme.

            Aún no.

            —¿Hay una historia en ella? —preguntó, una sonrisa en su voz. Esto le daba a ella un placer inmenso y me sentí culpable por tener descuidada mi música por tanto tiempo. Eso había sido egoísta.

            Es… una nana, supongo —tuve el puente justo entonces. Se dirigió fácilmente al siguiente movimiento, tomando vida por sí mismo.

            Una nana repitió ella para sí misma.

            Había una historia en esta melodía y una vez que lo vi, las piezas cayeron en su lugar sin mucho esfuerzo. La historia era una chica durmiente en una estrecha cama, oscuro y espeso cabello salvaje que serpenteaba como algas a través de la almohada...

            Alice dejó a Jasper a sus propios medios y vino a sentarse a mi lado en el banco. En su voz, como el titileo de una campana de viento, ella esbozó un sonido que era dos octavas por encima de la melodía.

            Me gusta— murmuré—. ¿Pero qué hay de este?

            Añadí su línea a la armonía, mis manos estaban ahora volando a través de las teclas para trabajar con todas las piezas juntas, modificándolo un poco, llevándolo en una nueva dirección.

            Ella pilló mi modo, y cantó con al unísono.

            Si, perfecto dije.

            Esme apretó mi hombro.

            Pero ahora podía ver el final, con la voz de Alice elevándose por encima del tono y llevándolo a otro lugar. Podía ver cómo la canción debía terminar, porque la chica durmiente era simplemente perfecta en la forma que ella lo era y cualquier mínimo cambio estaría mal, una lástima. La canción se encaminó a la realización, más lento y más bajo. La voz de Alice bajó, también y se volvió solemne, una voz que pertenecía a los arcos resonantes de una catedral llena de velas.

            Toqué la última nota y entonces incliné mi cabeza sobre las teclas.

            Esme acarició mi cabello. Todo va a estar bien, Edward. Esto va a funcionar de la mejor manera. Tú mereces felicidad, hijo mío. El destino te lo debe.

            Gracias murmuré, deseando que me pudiera creer eso y que mi felicidad era la que importaba.

            El amor no siempre llega en las condiciones convenientes.

            Me reí una vez, sin humor.

            Tú, de cada uno en este planeta, eres quizá el más preparado para lidiar con un dilema tan difícil. Tú eres el mejor y más brillante de todos nosotros.

            Suspiré. Cada madre pensaba lo mismo de su hijo.

            Esme estaba aun llena de alegría de que mi corazón había sido finalmente conmovido después de todo este tiempo, no importaba cuán potencial fuera la tragedia. Ella había pensado que yo siempre estaría solo.

            Ella tendrá que amarte también, pensó repentinamente, tomándome por sorpresa con la dirección de sus pensamientos. Si es una chica brillante. Sonrió. Pero no puedo imaginar a alguien siendo tan lento como para no ver cuán llamativo eres .

            Detente, mamá. Me estás haciendo ruborizar —bromeé. Sus palabras, aunque improbables, me dieron aliento.

            Alice se rió y levantó la parte de encima de “Corazón y Alma”. Me reí y complete la simple armonía con ella. Entonces la complací con una interpretación de “Chopsticks”.

            Ella soltó una risita y suspiró.

            Desearía que me dijeras de que cosa de Rosalie te estabas riendo—, Alice dijo—. Pero puedo ver que no lo harás.

            No.

            Ella sacudió mi oreja con su dedo

            Se amable, Alice— dijo Esme—. Edward está siendo un caballero.

            Pero yo quiero saber.

            Me reí del gimoteo que ella hizo. Entonces dije—: Aquí, Esme—. Y comencé a tocar su canción favorita, un tributo sin nombre al amor que yo había visto entre Carlisle y ella por tantos años.

            Gracias, querido apretó mi hombro de nuevo.

            No tenía que concentrarme para tocar esa pieza familiar. En lugar de eso, pensé en Rosalie, en sentido figurado aun retorciéndose de humillación en el garaje, y sonreí para mí mismo.

            Habiendo acabado de descubrir la potencia de los celos por mí mismo, tenía una pequeña cantidad de lastima por ella. Era una forma desafortunada de sentirse.

            Por supuesto, sus celos daban mil veces más lástima que los míos. Como el perro en el pesebre.

            Me pregunté cómo la personalidad y la vida de Rosalie hubieran sido diferentes si ella no hubiera sido siempre la más hermosa. ¿Sería ella una persona más feliz, menos egocéntrica, más compasiva, si la belleza no hubiera sido en todo momento el punto más fuerte para vender? Bueno, supongo que era inútil preguntármelo, porque el pasado estaba hecho, y ella siempre había sido la más hermosa. Incluso cuando humana, ella había vivido siempre en el foco de su propia adoración. No le había importado. Eso no había cambiado con la pérdida de su mortalidad.

            No fue sorpresa entonces, tomando su necesidad como un presente, que ella había sido ofendida cuando yo no había, desde el comienzo, adorado su belleza en la forma que ella había esperado que todos los hombres lo hicieran. No es que ella me quisiera de alguna manera, lejos de eso. Pero la había molestado que yo no la quisiera, a pesar de eso.

            Era diferente con Jasper y Carlisle, ambos ya estaban enamorados. Yo estaba completamente sin compromiso y aún permanecía obstinadamente inconmovible.

            Pensé que ese viejo resentimiento estaba enterrado. Y ella lo había hecho… hasta el día en que encontré a alguien cuya belleza me tocó de una forma en la que la suya no lo había hecho. Por supuesto, debí darme cuenta de cómo la molestaría eso. Probablemente lo habría hecho, no he estado tan preocupado.

            Rosalie había confiado en la creencia de que si no encontraba su belleza digna de adoración, entonces ciertamente no había belleza en la tierra que pudiera alcanzarme. Había estado furiosa desde el momento en que había salvado la vida de Bella, adivinando, con su intuición astuta y competitiva, el interés del que yo era casi inconsciente.

            Rosalie estaba mortalmente ofendida por el hecho de que encontré a una insignificante humana más bonita que a ella.

            Reprimí las ganas de reír otra vez.

            Pero si me incomodó, pensé, la manera en que ella veía a Bella. Rosalie realmente pensó que la chica era simple. ¿Cómo podía creer eso? Me parecía incomprensible. Producto de los celos, sin duda.

            ¡Oh!— Alice dijo abruptamente Jasper, ¿Adivina qué?

            Vi lo que acababa de ver y mis manos se congelaron en las teclas.

            ¿Qué, Alice? Jasper preguntó.

            ¡Peter y Charlotte vienen a visitarnos la semana que viene! Van a estar por las proximidades, ¿No está genial?

            ¿Qué va mal Edward? me preguntó Esme, sintiendo la tensión en mis hombros.

            —¿Peter y Charlotte van a venir a Forks? —le dije entre dientes a Alice.

            Ella puso los ojos en blanco hacia mí.

            Cálmate, Edward. Esta no es su primera visita.

            Mis dientes se apretaron. Era su primera visita desde que Bella había llegado y su dulce sangre no me apetecía solo a mí.

            Alice frunció el ceño por mi expresión.

            Ellos nunca cazan aquí, lo sabes.

            Pero el hermano de Jasper y la pequeña vampiro que él amaba no eran como nosotros; ellos todavía cazaban de la manera usual. No eran de fiar a lado de Bella.

            ¿Cuándo? Demandé.

            Ella frunció los labios tristemente, pero me dijo lo que necesitaba saber.

            El lunes en la mañana. Nadie va a herir a Bella.

            No—, estuve de acuerdo y me aparte de ella—. ¿Listo, Emmett?

            Pensé que nos íbamos en la mañana.

            Regresaremos a la media noche del domingo. Supongo que depende de ti cuando quieres irte.

            Está bien, déjame despedirme de Rose primero.

            Seguro con el mal humor que Rosalie tenía, sería una despedida corta.

            Realmente lo has perdido, Edward, él pensó mientras se dirigía hacia la puerta de atrás.

            Supongo que sí.

            Toca la nueva canción para mí, una vez más me pidió Esme.

            Si te ha gustado agregué, pensé que dudé un poco sobre seguir la tonada hasta su inevitable fin, el fin que me hacia afligirme en nuevas formas. Pensé un momento y entonces saqué la tapa de mi bolsillo y lo fije en el soporte de la música vacía. Eso ayudo un poco, mi pequeño momento de su.

            Me asentí para mí mismo y empecé a tocar.

            Esme y Alice intercambiaron una mirada, pero ninguna preguntó nada.

           

 

 

 

 

            —¿Nadie te dijo que no debes jugar con tu comida? llamé a Emmett.

            —¡Ah, hola, Edward! El gritó de vuelta, sonrió y me saludo. El oso se aprovechó de esa distracción para barrer su pesada pata a través del pecho de Emmett.           Las afiladas garras destrozaron a través de su camisa y chillaron a través de su piel como cuchillos contra el acero.

            El oso bramó ante el agudo ruido.

            Aw demonios, Rose me dio esta camisa.

            Emmett le rugió al enfurecido animal.

            Suspiré y me senté en una conveniente roca. Esto podría tomar un rato.

            Pero Emmett casi ya había terminado. El dejó que el oso tratara de quietarle la cabeza con otro fuerte golpe de su pata, riéndose cuando el golpe rebotó e hizo que la bestia cayera sentada. El oso rugió y Emmett rugió de nuevo a través de su carcajada. Entonces se lanzo hacia el animal, que era más alto que él sobre sus patas traseras y sus cuerpos cayeron al estrellarse mutuamente, tirando un abeto adulto con ellos. Los gruñidos del oso pararon con un balbuceo.

            Pocos minutos después, Emmett trotó hacia donde yo lo esperaba. Su camisa estaba destrozada, rasgada y ensangrentada, pegajosa por la savia y cubierta de pelo. Su oscuro cabello rizado no estaba mucho mejor. Tenía una enorme sonrisa en su cara.

            Ese era uno fuerte, casi pude sentir cuando me arañó.

            Eres tan infantil, Emmett.

            Él miró mi blusa lisa, limpia y blanca.

            ¿No fuiste capaz de detectar aquel león de montaña, entonces?

            Desde luego que sí. Pero no como un salvaje.

            Emmett se rió con su risa resonante.

            Lamento que no fueran más fuertes. Sería más diversión.

            Nadie dijo que tenías que luchar con tu comida.

            Sí, ¿Pero con quién más voy a luchar? Tú y Alice son unos tramposos, Rose nunca quiere porque su pelo se estropea y Esme se pone furiosa si Jasper y yo nos peleamos de verdad.

            La vida es difícil por todos lados, ¿verdad?

            Emmett sonrió abiertamente hacia mí, cambiando su peso un poco de modo que estuviera de repente equilibrado para arremeter.

            Vamos, Edward. Solo apágalo durante un minuto y ten una lucha justa.

            Esto no se apaga le recordé.

            Me gustaría saber lo que la muchacha humana hace para tenerte fuera de su mente—, Emmett reflexionó—. Tal vez ella podría darme algunas indicaciones.

            Mi buen humor desapareció.

            Mantente lejos de ella gruñí entre mis dientes.

            Delicadito, delicadito.

            Suspiré. Emmett vino a sentarse a mi lado sobre la roca.

            Lo siento. Sé que estás pasando por un duro momento. Realmente trato de no ser un idiota demasiado insensible, pero es parte de mi estado natural.

            Él esperó que me riera de su broma y luego hizo una mueca.

            Tan serio todo el tiempo. ¿Qué te pasa ahora?

            Pensando en ella. Bueno, preocupándome, realmente.

            —¿De qué hay que preocuparse? Estás aquí. Se rió fuerte.

            Ignoré su broma otra vez, pero contesté a su pregunta.

            —¿Alguna vez ha pensado lo frágiles que son? ¿Cuántas cosas malas le pueden pasar a un mortal?

            No realmente. Pero creo que puedo ver a lo que te refieres. Yo no fui más que un palillo la primera vez frente a un oso, ¿verdad?

            Osos—, murmuré, añadiendo un nuevo miedo al montón—. ¿Sería solamente su suerte, verdad? Oso vagando en la ciudad. Desde luego este se dirigiría directamente hacia Bella.

            Emmett rió en silencio.

            Suenas como un loco, lo sabes, ¿verdad?

            Solo imagina por un momento que Rosalie fuese humana, Emmett. ¡Y ella podría encontrarse con un oso... o ser atropellada por un auto... o que le caiga un rayo… o caerse por las escaleras... o enfermarse, contagiarse de una enfermedad!—, la explosión de palabras salió de mí violentamente. Era un alivio poder soltarlo, habían sido una molestia dentro de mí todo el fin de semana—. ¡Incendios y terremotos y tornados! ¡Puf! ¿Cuándo fue la última vez viste las noticias? ¿Has visto alguna vez la clase de cosas que les pasan? Robos y homicidios—… Apreté mis dientes y bruscamente estaba tan enfurecido con la idea de que otro humano pudiera hacerle daño que no podía respirar.

            —¡Para, para! Detente ahí, niño. Ella vive en Forks, ¿recuerdas? Lo más que le pasa es que se moje con la lluvia se encogió de hombros.

            Creo que ella tiene alguna especie de mala suerte seria, Emmett, realmente lo creo. Mira las pruebas. De todos los sitios en el mundo a los que ella podría ir, ella termina en una ciudad donde los vampiros constituyen una parte significativa de la población.

            Sí, pero somos vegetarianos. ¿Entonces no es eso buena suerte, en vez de mala?

            —¿Por la forma en la que ella huele? Definitivamente mala. Y luego, más mala suerte, la forma en la que ella huele para fruncí el ceño hacia mis manos, odiándolas otra vez.

            Pero tú tienes más autocontrol que cualquiera de nosotros exceptuando a Carlisle. Buena suerte otra vez.

            —¿La furgoneta?

            Fue solo un accidente. Deberías haberlo visto viniendo hacia ella, Emmett, una y otra vez. Lo juro, era como si tuviera una especie de imán.

            Pero estabas allí. Eso fue buena suerte.

            —¿Fue buena suerte? ¿No es esta la peor suerte que un humano podría alguna vez tener, tener un vampiro enamorado de ella?

            Emmett lo consideró silenciosamente durante un momento. Él imaginó a la muchacha en su cabeza y encontró la imagen sin interés. Francamente, realmente no puedo ver la imagen.

            Bien, honestamente tampoco puedo ver el encanto de Rosalie—, dije groseramente—. Francamente, ella parece tener más trabajo que el que cualquier cara bonita merece.

            Emmett rió en silencio.

            Supongo que no me dirías…

            No sé cuál es su problema, Emmett mentí con una sonrisa repentinamente amplia.

            Vi su intención a tiempo para reforzarme. Él trató de empujarme de la roca y hubo un sonido de raja ruidoso cuando una grieta en la piedra se abrió entre nosotros.

            Tramposo refunfuñó.

            Esperé a que lo intentara otra vez, pero sus pensamientos tomaron una dirección diferente. Él imaginaba la cara de Bella otra vez, pero se la imaginaba más blanca, imaginando sus ojos rojo vivo...

            No dije, con voz estrangulada.

            —¿Esto solucionaría tus preocupaciones sobre la mortalidad, verdad? Y entonces tampoco querrías matarla, ¿No es ese el mejor camino?

            —¿Para mí? ¿O para ella?

            Para ti contestó él fácilmente. Su tono añadió el “desde luego”.

            Me reí sin humor.

            Respuesta incorrecta.

            No me importó tanto él me recordó.

            Rosalie lo hizo.

            Él suspiró. Ambos sabíamos que Rosalie haría lo que fuera, daría lo que fuera, si esto quisiera decir que ella podría ser humana otra vez. Lo que fuese. Incluso a Emmett.

            Sí, Rosalie lo hizo consintió él silenciosamente.

            No puedo... No debería... No voy a arruinar la vida de Bella. ¿No sentirías lo mismo, si fuera Rosalie?

            Emmett pensó en esto durante un momento.

            ¿Realmente... la amas?

            No puedo ni describirlo, Emmett. De repente, esta muchacha es el mundo entero para mí. Ya no veo el sentido al resto del mundo sin ella.

            ¿Pero no la transformarás? Ella no durará para siempre, Edward.

            Lo sé gemí.

            Y, cómo has dicho, ella es frágil.

            Confía en mí, eso también lo sé.

            Emmett no era una persona discreta y las discusiones delicadas no eran su fuerte. Él luchaba para no ser ofensivo.

            ¿Puedes siquiera tocarla? ¿Quiero decir, si le amas... no querrías...bueno, tocarla?

            Emmett y Rosalie compartían un amor físicamente intenso. Le tomaba su tiempo entender cómo alguien podría amar, sin aquel aspecto.

            Suspiré.

            No puedo ni siquiera pensar en eso, Emmett.

            Wow. Entonces, ¿Cuáles son tus opciones?

            No lo sé— susurré—. Trato de buscar un camino para... para abandonarla. Pero no sé cómo hacer para mantenerme lejos.

            Con un profundo sentido de satisfacción, de repente comprendí que estaba bien para mí quedarme, al menos por ahora, con Peter y Charlotte en camino. Ella estaba más segura conmigo aquí, temporalmente, de lo que estaría si me fuese. De momento, yo podría ser su poco probable protector.

            Ese pensamiento me puso ansioso; me moría por volver de modo que yo pudiera interpretar aquel papel tanto tiempo como fuera posible.

            Emmett notó el cambio de mi expresión. ¿En qué piensas?

            Ahora mismo—, admití un poco con vergüenza—, muero por volver corriendo a Forks y comprobar cómo está. No sé si podré quedarme hasta el domingo por la noche.

            —¡Oh, no! No vas a volver a casa tan pronto. Deja a Rosalie enfriarse un poquito. ¡Por favor! Hazlo por mí.

 Trataré de quedarme dije dudando.

            Emmett dio un toque al teléfono en mi bolsillo.

            Alice llamará si hubiese alguna explicación para tu crisis de pánico. Ella está tan extraña por esta muchacha como tú.

            No pude discutir contra eso.

            Bien. Pero no me quedaré después del domingo.

            No hay ninguna razón para apresurarse en volver, va a hacer sol, de todos modos. Alice dijo que estaríamos libres de la escuela hasta el miércoles.

            Sacudí mi cabeza rígidamente.

            Peter y Charlotte saben comportarse.

            Realmente no me preocupa, Emmett. Con la suerte de Bella, ella irá a vagar por los bosques exactamente en el momento incorrecto y, me estremecí—. Peter no es conocido por su autocontrol. Vuelvo el domingo.

            Emmett suspiró. Exactamente, como un loco.

 

 

 

 

 

Bella dormía plácidamente cuando subí a la ventana de su cuarto temprano en la mañana del lunes. Había traído aceite para engrasar el mecanismo, enteramente rendido a ese demonio en particular; y la ventana ahora se movía silenciosamente dejándome entrar.

            Podía decir que por el modo que su pelo caía liso a través de la almohada, que ella había tenido una noche menos agitada que la vez pasada que yo estuve aquí. Ella tenía sus manos dobladas bajo su mejilla como un niño pequeño y su boca estaba ligeramente abierta. Podía oír su aliento que se movía despacio dentro y fuera entre sus labios.

            Era un asombroso alivio para mí estar aquí, ser capaz de verla de nuevo.

Comprendí que yo no estaba verdaderamente a gusto a no ser que fuera el caso. Nada estaba bien cuando estaba lejos de ella.

            No es que todo estuviera bien cuando yo estaba con ella, tampoco. Suspiré y luego inhalé dejando bajar el fuego de la sed pasar por mi garganta. Había estado lejos de ella demasiado tiempo. El tiempo que había pasado sin dolor hacía que ahora la tentación fuese más poderosa ahora. Era bastante malo que tuviera miedo de arrodillarme al lado de su cama de modo que pudiera leer los títulos de sus libros. Quise conocer las historias en su cabeza, pero tuve miedo de que, más que mi sed, si estuviera cerca de ella, quisiera estar todavía más cerca.

            Sus labios parecían muy suaves y cálidos. Podía imaginarme tocarlos con la punta de mi dedo. Solo ligeramente...

            Era exactamente la clase de error que tenía que evitar.

            Mis ojos miraban su cara una y otra vez, examinándola por los cambios.

Los mortales cambiaban todo el tiempo, me ponía triste perderme algún cambio.

            Pensé que ella parecía... cansada. Como si ella no hubiera dormido lo suficiente este fin de semana. ¿Había salido?

            Me reí silenciosamente e irónicamente al pensar cuánto me trastornaba esto. ¿Qué pasaba si hubiera salido? Ella no era mía. No la poseía.

            No, ella no era la mía y estaba triste otra vez.

            —Mamá— murmuró calladamente—. No… déjame. Por favor…

            El estrés se marcó entre sus cejas en forma de una pequeña v profunda. Lo que sea que su madre estaba haciendo en su sueño, claramente la preocupada. De repente, se volteó hacia el otro lado, pero sus ojos nunca parpadearon.

            —Si, si…—murmuró y luego suspiró—. Asco. Es demasiado verde.

            Una de sus manos se movió y noté que tenía raspones hinchados apenas curados a través de la palma. ¿Se había hecho daño? Incluso aunque esto no fuera obviamente una herida seria, me perturbó. Consideré la ubicación y decidí que ella debía haberse caído. Pareció una explicación razonable, teniendo en cuenta todas las posibilidades.

            Ella le suplicó a su madre unas cuantas veces más, murmuró algo acerca del sol, y luego se deslizó en un sueño más tranquilo sin moverse de nuevo.

            Era consolador pensar que no tendría que darle vueltas a ninguno de estos pequeños misterios para siempre. Éramos amigos ahora, o al menos, estábamos tratando de ser amigos. Podría preguntarle sobre su fin de semana, sobre la playa y sobre la actividad nocturna que había realizado que la hacía parecer tan cansada. Podría preguntarle que le había pasado a sus manos y yo podría reírme un poco cuando ella confirmara mi teoría sobre ellas.

            Reí con cuidado cuando me pregunté si se había caído al océano o no. Me pregunté si ella se lo había pasado bien en la excursión. Me pregunté si ella había pensado en mí en absoluto. Si ella me había extrañado una mínima parte de la cantidad que yo la había echado de menos.

            Traté de imaginarla en el sol sobre la playa. La imagen era incompleta, porque yo nunca había estado en First Beach. Yo sólo la había visto en fotos.

            Sentí una náusea diminuta de inquietud cuando pensé en la razón por la que nunca había estado en la bonita playa ubicada solamente a minutos de mi casa. Bella había pasado el día en La Push, un lugar donde se me prohibía, según el tratado, a ir. Un lugar donde algunos ancianos todavía recordaban las historias sobre el Cullen. Las recordaban y las creían. Un lugar donde conocían nuestro secreto.

            Sacudí mi cabeza. No tenía nada de qué preocuparme en ese lugar. Los Quileutes comprometidos por el tratado también. Incluso aunque Bella se hubiera encontrado con alguno de aquellos sabios ancianos, ellos no podrían revelar nada. ¿Y por qué abordarían el tema? No, los Quileutes eran una cosa de la que no tenía que preocuparme.

            Estaba enfadado con el sol cuando comenzó a elevarse. Esto me recordó que no podría satisfacer mi curiosidad durante días. ¿Por qué decidió brillar ahora?

            Con un suspiro, desaparecí por su ventana antes de que hubiera bastante luz para alguien pudiera verme aquí. Quise quedarme en el bosque espeso de alrededor de su casa y mirarla ir a la escuela, pero cuando entré en los árboles, estuve sorprendido de encontrar el rastro de su olor introduciéndose en el camino de ahí.

            Lo seguí rápidamente, curioso, preocupándome cada vez más cuando este me condujo hacia lo más profundo de la oscuridad. ¿Qué había estado haciendo Bella aquí?

            El rastro se paró bruscamente, en medio de ninguna parte en particular. Había salido solamente unos cuantos pasos fuera del camino, hacia los helechos, donde ella había tocado el tronco de un árbol caído. Quizás se había sentado allí...

            Me senté donde ella lo había hecho y miré alrededor. Todo lo que ella pudo haber sido capaz de ver eran helechos y bosque. Probablemente estaba lloviendo, el rastro se había lavado sin haberse pegado profundamente al árbol.

            ¿Por qué habría venido Bella a sentarse aquí sola, y ella había estado sola, sin duda, en medio del bosque mojado y oscuro?

            Esto no tuvo sentido, y, a diferencia de aquellos otros puntos de curiosidad, con dificultad había podido sacar esto en una conversación casual.

            Bueno, Bella, seguí tu olor por el bosque después de que dejé tu cuarto, solo un pequeño delito menor de allanamiento, no necesitas preocuparte, estaba… exterminando arañas. Sí, sería una tremenda manera de romper el hielo.

            Nunca sabría lo que ella había estado pensando y haciendo aquí y esto hizo que tronara mis dientes de la frustración. Peor, esto se pareció demasiado al escenario que yo me había imaginado para Emmett, Bella vagando sola en los bosques, donde su olor llamaría la atención de alguien que tendría los sentidos para rastrearlo.

            Gemí. No sólo tenía mala suerte, sino que la buscaba.

            Bien, en este momento ella tenía un protector. Yo la cuidaría, evitando que se lastimara, todo el tiempo que pudiera justificarlo.

            De repente me encontré deseando que Peter y Charlotte hicieran una visita más larga.

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