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8. FANTASMA

NO VI MUCHO A LOS INVITADOS DE JASPER DURANTE LOS DOS DÍAS SOLEADOS que estuvieron en Forks. Sólo fui a casa en absoluto para que Esme no se preocupara. De otra manera, mi existencia parecía más como la de un fantasma que de un vampiro. Permanecía inmóvil e invisible entre las sombras, desde donde podía seguir el objeto de mi amor y obsesión, donde podía verla y oírla en la mete de los afortunados humanos que podía caminar bajo la luz del sol a su lado; a veces, accidentalmente, rozaban la parte de atrás de su mano con la de ellos. Ella nunca reaccionó a tal contacto, sus manos estaban tan tibias como la de ella. 

            Esta ausencia forzosa de la escuela nunca había sido un juicio como aquel. Pero el sol parecía hacerla feliz así que no podía resentirlo demasiado.

            El lunes por la mañana, escuché a hurtadillas una conversación que tenía el potencial para destruir mi confianza y hacer que pasar el día lejos de ella fuese verdaderamente tortuoso. Como terminó siendo, con esfuerzo, fue un buen día para mí.

            Tuve que sentir un poco de respeto por Mike Newton. Tenía más coraje del que le había dado crédito. Él simplemente no se había rendido y había ido a lamer sus heridas, él iba a intentarlo otra vez.

            Bella llegó a la escuela un poco temprano y pareciendo disfrutar el sol mientras durara, se sentó en uno de los bancos, raramente usados, de picnic mientras esperaba que la campana sonara. Su cabello atrapó el sol de formas inesperadas, ofreciendo un brillo rojizo que no había anticipado.

            Mike la encontró allí, garabateando de nuevo y estaba emocionado por su buena suerte.

            Era agonizante solo poder ser capaz de observar, impotente, atado a las sombras del bosque por el mismísimo sol.

            Ella lo saludó con suficiente entusiasmo para extasiarlo a él y a mí lo opuesto.

            ¿Ves?, le gusto. No sonreiría así si no fuera el caso. Apuesto a que quería ir al baile conmigo. Me pregunto qué habrá de importante en Seattle…

            Él percibió el cambio en su cabello.

            —No lo había notado antes, tu cabello tiene reflejos rojos.

            Accidentalmente saqué de raíz el pequeño árbol en el que descansaba mi mano cuando él tomó un mechón de su cabello entre sus dedos.

            —Sólo bajo el sol —dijo ella. Para mí profunda satisfacción, ella se encogió lejos de él un poco cuando metió el mechón detrás de su oreja.

            A Mike le tomó un minuto edificar su valor, desperdiciando algo de tiempo en una pequeña conversación.

            Ella le recordó el ensayo que todos teníamos que entregar el miércoles. Juzgando por la borrosa expresión engreída de su rostro, el de ella ya estaba listo. Él lo había olvidado por completo y eso disminuyó severamente su tiempo libre.

            Finalmente, fue al grano–mis dientes estaban apretados con tanta fuerza que pudieron haber pulverizados granito–pero incluso entonces no pudo manejárselas para hacer la pregunta correctamente.

            —Quería preguntarte si querías salir.

            —Ah —dijo ella.

            Hubo un breve silencio.

            “Ah”, ¿Qué significa eso? ¿Va a decir que sí? Qué–supongo que realmente no pregunté.

            Él tragó ruidosamente.

            —Bueno, podríamos ir a cenar o algo… y puedo trabajar en el ensayo después.

            Estúpido–esa tampoco fue una pregunta.

            —Mike…

            La agonía y furia de mis celos eran igual de poderosas como lo había sido la semana pasada. Tenía tantas ganas de correr a través del campus, demasiado rápido para los ojos humanos, y secuestrarla–robársela al chico que tanto odiaba ahora mismo que pude haberlo matado sin razón pero disfrutándolo.

            ¿Le diría que sí a él?

            —No creo que esa sea la mejor idea.

            Respiré de nuevo. Mi cuerpo rígido se relajó.

            Seattle solo era una excusa, después de todo. No debí haber preguntado. ¿En qué estaba pensando? Apuesto a que es por ese fenómeno de Cullen.

            —¿Por qué? —preguntó de repente.

            —Creo ella dudó—. Y si alguna vez repites lo que estoy a punto de decirte con mucho gusto te mataría con mis propias manos…

            Me carcajeé al sonido de una amenaza de muerte saliendo de sus labios. Un pajarito chilló, se sobresaltó y alzó vuelo alejándose de mí.

            —Pero creo que eso lastimaría los sentimientos de Jessica.

            —¿Jessica—, ¿Qué? Pero… Ah. De acuerdo. Supongo… um.

            Sus pensamientos ya no eran coherentes.

            —De veras, Mike, ¿Estás ciego?

            Hice eco de su declaración. Ella no esperaba que todos fuesen igual de perceptivos que ella, pero de verdad que en este caso, era más que obvio. Con el conflicto que fue prepararse para invitar a Bella a salir, ¿Mike no se imaginaba que sería igual de difícil para Jessica? Debía ser egoísmo lo que le impedía ver a los demás y Bella era tan desinteresada, ella era todo.

            Jessica. Ja. Vaya. Ja.

            —Oh —se las arregló para decir.

            Bella usó esa confusión para irse.

            —Es hora de ir a clase y no puedo llegar tarde otra vez.

            Mike no sería un punto de vista confiable de ahora en adelante. Él se encontró, mientras daba vueltas a la idea de Jessica en su cabeza, que le gustaba la idea de que ella lo encontrara atractivo. Pero era el segundo lugar, no se sentía tan bien como si fuese Bella la que se sintiera de ese modo.

            Supongo que sí es linda, cuerpo decente, senos más grandes que los de Bella. Un pájaro en mano…

            Se volcó, entonces, a las nuevas fantasías que era igual de vulgares que con Bella; pero ahora solo me irritaban en vez de enfurecerme. Cuán poco se merecía a ninguna de las dos: eran casi intercambiables para él. Me mantuve alejado de su mente después de eso.

            Cuando Bella estaba fuera de mi vista, me recostaba sobre un tronco frío de un enorme árbol y danzaba de mente en mente, manteniéndola a la vista, siempre agradecido cuando Angela Weber estaba disponible para observar. Deseé que hubiese alguna manera de agradecerla a la chica Weber por, simplemente, ser una buena persona. Me hizo sentir mejor que Bella tuviese una amiga que valiera la pena tener.

            Observaba el rostro de Bella desde cualquier ángulo disponible y pude darme cuenta de que estaba disgustada por algo. Esto me sorprendió–creí que el sol sería suficiente para mantenerla sonriendo. En el almuerzo, la vi mirar hacia la mesa vacía de los Cullen de cuando en cuando y eso me emocionó. Tal vez, también me extrañaba.

            Después de la escuela, ella tenía planes para salir con las otras chicas–automáticamente planeé mi propio plan de vigilancia–pero estos fueron pospuestos cuando Mike invitó a Jessica a la cita que había diseñado para Bella.

            Así que me fui directo a su casa, haciendo un barrido rápido a los bosques para asegurarme que nadie peligroso hubiese estado vagando demasiado cerca. Sabía que Jasper había advertido a su antiguo hermano para que evitara el pueblo–citando a mi locura como explicación y peligro–pero no iba a tentar a la suerte. Peter y Charlotte no tenía intenciones de causar una discordia con mi familia pero las intenciones eran cosas cambiantes.

            De acuerdo, estaba exagerando. Lo sabía.

            Como si ella estuviese consciente de que estaba mirando, como si se compadeciera de la agonía por la que atravesaba cuando no podía verla, Bella salió al patio luego de una larga hora dentro. Tenía un libro en una mano y una manta debajo del brazo.

            Silenciosamente, escalé a las ramas del árbol cercano más alto mirando por encima del patio.

            Ella estiró la manta sobre el césped húmedo y luego se tumbó sobre su estómago y comenzó a pasar las páginas del libro que se notaba claramente que leía seguido, tratando de encontrar donde se había quedado. Leí por encima de su hombro.

            Ah–más clásicos. Sentido y Sensibilidad. Era una fan de Austen.

            Saboreé el modo en que el sol y el aire libre afectaban su esencia. El calor parecía endulzar el olor. Mi garganta se quemó con deseo, el dolor fresco y furioso de nuevo porque había estado lejos de ella por mucho tiempo. Pasé un momento controlando eso, forzándome a respirar por la nariz.

            Ella leyó rápidamente, cruzando y volviendo a cruzar sus tobillos en el aire. Conocía el libro, así que no leí con ella. En vez de eso, estaba viendo como la luz del sol y el viento jugaban con su cabello cuando de pronto su cuerpo se endureció y su mano se congeló en la página. Ella había llegado a la última página del segundo capítulo. La página comenzaba a mitad de la frase: “probablemente, a pesar de todas las consideraciones de educación o de afecto maternal del lado de ésta, las dos mujeres habían encontrado imposible vivir juntas tanto tiempo–”

            Bella tomó una gruesa porción del libro y la volteó con rabia, como si hubiese algo en la página que la hubiese molestado, pero...¿ qué? Era comenzando la historia, apenas presentando el conflicto entre la madrastra e hijastra. El héroe principal, Edward Ferrars, era presentado. Los méritos de Elinor Dashwood eran robados. Pensé en el capítulo anterior, buscando algo que fuese potencialmente ofensivo en la ya sobre educada prosa de Austen, ¿Qué pudo haberla molestado?

            Ella se detuvo en la página principal de Masfield Park. Comenzando una nueva historia–el libro era una compilación de novelas.

            Pero solo llegó a la página siete–esta vez sí leía con ella; la Sra. Morris estaba detallando el peligro de que Tom y su primo Edmund Bertram no se encontraran con su prima Fanny Price hasta que todos fuesen adultos–cuando los dientes de Bella se juntaron en un chasquido y ella cerró el libro.

            Inhalando profundamente como si intentara calmarse, puso el libro a un lado y se volteó sobre su espalda. Se subió las mangas hasta los codos, exponiendo más su piel al sol.

            ¿Por qué reaccionaría así a la que era obviamente una historia que conocía? Otro misterio. Suspiré.

            Ella se recostó muy quieta ahora, moviéndose una sola vez para quitar el cabello de su rostro. Me fasciné con su cabeza, un río de color castaño y, entonces, estaba de nuevo sin emoción.

            Representaba una imagen muy serena, ahí a la luz del sol. Lo que sea que le había robado la paz antes había desaparecido. Su respiración se acompasó. Después de varios largos minutos sus labios comenzaron a temblar. Murmurando en sueños.

            Sentí un incómodo espasmo de culpa. Porque lo que estaba haciendo ahora no era precisamente bueno, pero no era tan malo, ni de cerca, como mis actividades nocturnas. Ni siquiera estaba técnicamente allanando ahora–la base de este árbol crecía desde el terreno de al lado–sino haciendo algo aún más condenable. Pero sabía que cuando cayera la noche, seguiría haciéndolo mal.

            Incluso ahora, parte de mí quería traspasarse. Saltar hacia el suelo, aterrizar silenciosamente sobre mis pies y entrar con facilidad a su círculo de luz solar. Solo para estar cerca de ella. Para oírla murmurar palabras como si me las estuviese murmurando a mí.

            No era mi poca fiable moral la que me lo impedía–era la idea de mí mismo bajo la luz del sol. Suficientemente malo era ya que mi piel fuese como piedra e inhumana a la sombra; no quería mirarlos a Bella y a mí, uno al lado del otro, bajo la luz del sol. La diferencia entre ella y yo ya era insuperable, suficientemente dolorosa sin esa imagen también en mi cabeza. ¿Podría ser más grotesco? Imaginé el terror si habría sus ojos y me veía allí a su lado…

            —Uhmm —gimió.

            Me pegué más al tronco del árbol, más profundo en la sombra.

            Ella suspiró.

            —Uhmm.

            No temía que ya se hubiese despertado. Su voz solo era un susurro bajo y nostálgico.

            —Edmund. Ahh.

            ¿Edmund? Recordé de nuevo en la parte en que había dejado de leer. Justo donde Edmund Bertrand había sido nombrado por primera vez.

            ¡Ja! Ella no estaba soñando conmigo para nada, me di cuenta con amargura. El aborrecimiento a mí mismo volvió con fuerza. Ella estaba soñando con personajes ficticios. Quizá ese siempre había sido el caso y todo este tiempo sus sueños han estado llenos de Hugh Grant con corbata. Demasiado para mi presunción.

            Ella no dijo nada más que fuera ininteligible. Pasó la tarde y observé, sintiéndome indefenso nuevamente, mientras el sol se hundía lentamente en el cielo y las sombras se arrastraban por el césped hacia ella. Quería hacerlos retroceder; pero, por supuesto, la oscuridad era inevitable, las sombras la alcanzaron. Cuando la luz se fue, su piel se veía demasiado pálida, fantasmal. Su cabello estaba oscuro nuevamente, casi negro contra su cara.

            Fue algo aterrador de ver, como ver cómo las visiones de Alice se hacían realidad. El latido constante y fuerte de Bella fue la única tranquilidad, el sonido que evitó que este momento se sintiera como una pesadilla.

            Me sentí aliviado cuando su padre llegó a casa.

            Pude escuchar poco de él mientras conducía por la calle hacia la casa. Alguna molestia vaga... en el pasado, algo de su día en el trabajo. Expectativa mezclada con hambre: supuse que estaba ansioso por cenar. Pero sus pensamientos eran tan silenciosos y contenidos que no podía estar seguro de tener razón. Solo entendí la esencia de ellos.

            Me preguntaba cómo sonaría su madre, cuál había sido la combinación genética que la había formado tan singularmente.

            Bella comenzó a despertarse, poniéndose de pie cuando las llantas del auto de su padre golpearon la entrada de ladrillos. Miró a su alrededor, confundida por la inesperada oscuridad. Por un breve momento, sus ojos tocaron las sombras donde me escondí, pero luego se alejaron rápidamente.

            —¿Charlie? —preguntó en voz baja, aún mirando hacia los árboles que rodeaban el pequeño patio.

            La puerta de su auto se cerró de golpe y ella miró hacia el sonido. Se puso de pie rápidamente y recogió sus cosas, echando una mirada más hacia el bosque.

            Me acerqué a un árbol más cerca de la ventana trasera, cerca de la pequeña cocina y escuché su noche. Era interesante comparar las palabras de Charlie con sus pensamientos apagados. Su amor y preocupación por su única hija eran casi abrumadores y, sin embargo, sus palabras siempre eran concisas y casuales. La mayoría de las veces, se sentaban en un agradable silencio.

            La escuché hablar sobre sus planes de ir de compras la noche siguiente a Port Angeles con Jessica y Ángela y refiné mis propios planes mientras escuchaba. Jasper no había advertido a Peter y Charlotte que se mantuvieran alejados de Port Angeles. Aunque sabía que se habían alimentado recientemente y no tenían intención de cazar en ningún lugar cercano de nuestra casa, la vigilaría por si acaso. Después de todo, siempre había otros de mi clase. Y, por supuesto, todos esos peligros humanos que nunca antes había considerado mucho.

            La escuché preocuparse en voz alta por dejar a su padre para preparar la cena solo y sonreí ante esta prueba de mi teoría: sí, ella también era la encargada aquí.

            Luego me fui, sabiendo que volvería mientras ella estuviera dormida, ignorando todos los argumentos éticos y morales en contra de mi comportamiento.

            Pero ciertamente no traspasaría su privacidad como lo habría hecho el mirón. Estaba aquí para protegerla, no para leerla como Mike Newton sin duda lo haría, si fuera lo suficientemente ágil como para moverse por las copas de los árboles. No la trataría tan groseramente.

            Mi casa estaba vacía cuando regresé, lo cual estaba bien para mí. No extrañaba los pensamientos confusos o despectivos, cuestionando mi cordura. Emmett había dejado una nota.

            Fútbol en el campo Rainier–¡Ven! ¿Por favor?

            Encontré un bolígrafo y garabateé la palabra perdón debajo de su súplica. Los equipos estaban parejos sin mí, en cualquier caso.

            Fui por el más corto de los viajes de caza, contento con las criaturas más pequeñas y suaves que no sabían tan bien como los otros depredadores y, luego, me puse ropa limpia antes de volver corriendo a Forks.

            Bella no durmió tan bien esa noche. Se revolvió en sus mantas, su rostro a veces turbado, a veces triste. Me preguntaba qué pesadilla la perseguía... y luego me di cuenta de que tal vez realmente no quería saberlo.

            Cuando hablaba, murmuraba sobre todo cosas despectivas sobre Forks con voz sombría. Solo una vez, cuando suspiró las palabras "Vuelve" y su mano se abrió de golpe, una súplica sin palabras, tuve la oportunidad de esperar que estuviera soñando conmigo.

            El día después de la escuela, el último día que el sol me mantuvo prisionero, fue muy similar al día anterior. Bella parecía aún más sombría que ayer, y me preguntaba si abandonaría sus planes, no parecía estar de humor. Pero, siendo Bella, probablemente pondría el disfrute de sus amigos por encima de ella.

            Hoy llevaba una blusa azul oscuro, y el color resaltaba perfectamente su piel, haciéndola parecer crema fresca.

            La escuela terminó y Jessica aceptó recoger a las otras chicas.

            Me fui a casa a buscar mi auto. Cuando descubrí que Peter y Charlotte estaban allí, decidí que podía darles a las chicas una hora más o menos como un bono. Hubiera sido difícil seguirlos, conducir al límite de velocidad fue un pensamiento horrible.

            Todos estaban reunidos en la gran sala brillante. Peter y Charlotte notaron mi abstracción cuando los recibí tardíamente, disculpándome a medias por mi ausencia, besándole la mejilla y estrechándole la mano. No pude concentrarme lo suficiente como para unirme a la conversación grupal. Tan pronto como pude salirme cortésmente, me acerqué al piano y comencé a tocar en silencio.

            Qué extraña criatura, estaba pensando Charlotte, blanca y rubia del tamaño de Alice. Y fue tan normal y agradable la última vez que nos vimos.

            Los pensamientos de Peter estaban sincronizados con los de ella, como solía ser el caso.

            Deben ser los animales. La falta de sangre humana los vuelve locos eventualmente, estaba concluyendo. Su cabello era tan rubio como el de ella y casi tan largo. Eran muy similares, excepto por el tamaño, ya que era casi tan alto como Emmett. Un par bien emparejado, siempre pensé.

            ¿Por qué molestarse en volver a casa? Se burló Rosalie.

            Ah, Edward. Odio verlo sufrir tanto. La alegría de Esme se estaba corrompiendo por su preocupación. Ella debería estar preocupada. Esta historia de amor que ella imaginó para mí estaba yendo hacia la tragedia de manera más perceptible a cada momento.

            Diviértete en Port Angeles esta noche, pensó Alice alegremente. Avísame cuando se tenga permitido hablar con Bella.

            Eres patético. No puedo creer que te perdiste el juego anoche solo para ver a alguien dormir, se quejó Emmett.

            Todos, menos Esme, dejaron de pensar en mí después de un momento y me mantuve tocando moderadamente para que no llamara la atención.

            No les presté atención por mucho tiempo, solo dejé que la música me distrajera de mi inquietud. Nunca fue angustioso tener a la chica fuera de la vista. Solo volví a centrarme en su conversación cuándo las despedidas se hicieron al final.

            —Si vuelves a ver a María— decía Jasper, un poco cauteloso—. Dile que le deseo lo mejor.

            María era la vampiro que había creado tanto a Jasper como a Peter: a Jasper en la segunda mitad del siglo XIX, a Peter más recientemente, en los años cuarenta. Había mirado a Jasper una vez cuando estábamos en Calgary. Fue una visita memorable, tuvimos que mudarnos de inmediato. Jasper le había pedido cortésmente que mantuviera su distancia en el futuro.

            —No me imagino que nos cruzaremos pronto— dijo Peter con una sonrisa: María era innegablemente peligrosa y no había mucho amor perdido entre ella y Peter. Peter, después de todo, había sido instrumental en la deserción de Jasper. Jasper siempre había sido el favorito de María; ella consideraba un detalle menor el que alguna vez había planeado matarlo—. Pero, si sucediera, ciertamente lo haré.

            Entonces se estaban dando la mano, preparándose para partir. Dejé que la canción que estaba reproduciendo se fuera a un final insatisfactorio y me puse rápidamente de pie.

            —Charlotte, Peter —dije asintiendo.

            —Fue agradable verte de nuevo, Edward —dijo Charlotte dudosa. Peter solamente asintió en respuesta.

            Demente, soltó Emmett detrás de mí.

            Idiota, pensó Rosalie al mismo tiempo.

            Pobre chico. Esme.

            Y Alice, en un tono de reprensión. Están yendo dirección este, a Seattle. A ningún lado cercano a Port Angeles. Me mostró la prueba en sus visiones.

            Pretendí que no había oído eso. Mis excusas ya eran lo suficientemente endebles.

            Una vez en mi auto, me sentí más relajado. El ronroneo robusto del motor que Rosalie me había mejorado, el año pasado, cuando estaba de mejor humor, fue tranquilizador. Fue un alivio estar en movimiento, saber que me estaba acercando a Bella con cada milla que volaba bajo mis neumáticos.

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