NO VI MUCHO A
LOS INVITADOS DE JASPER DURANTE LOS DOS DÍAS SOLEADOS que estuvieron en Forks.
Sólo fui a casa en absoluto para que Esme no se preocupara. De otra manera, mi
existencia parecía más como la de un fantasma que de un vampiro. Permanecía
inmóvil e invisible entre las sombras, desde donde podía seguir el objeto de mi
amor y obsesión, donde podía verla y oírla en la mete de los afortunados
humanos que podía caminar bajo la luz del sol a su lado; a veces,
accidentalmente, rozaban la parte de atrás de su mano con la de ellos. Ella
nunca reaccionó a tal contacto, sus manos estaban tan tibias como la de ella.
Esta ausencia forzosa de la escuela
nunca había sido un juicio como aquel. Pero el sol parecía hacerla feliz así
que no podía resentirlo demasiado.
El lunes por la mañana, escuché a
hurtadillas una conversación que tenía el potencial para destruir mi confianza
y hacer que pasar el día lejos de ella fuese verdaderamente tortuoso. Como
terminó siendo, con esfuerzo, fue un buen día para mí.
Tuve que sentir un poco de respeto
por Mike Newton. Tenía más coraje del que le había dado crédito. Él simplemente
no se había rendido y había ido a lamer sus heridas, él iba a intentarlo otra
vez.
Bella llegó a la escuela un poco
temprano y pareciendo disfrutar el sol mientras durara, se sentó en uno de los
bancos, raramente usados, de picnic mientras esperaba que la campana sonara. Su
cabello atrapó el sol de formas inesperadas, ofreciendo un brillo rojizo que no
había anticipado.
Mike la encontró allí, garabateando
de nuevo y estaba emocionado por su buena suerte.
Era agonizante solo poder ser capaz
de observar, impotente, atado a las sombras del bosque por el mismísimo sol.
Ella lo saludó con suficiente
entusiasmo para extasiarlo a él y a mí lo opuesto.
¿Ves?,
le gusto. No sonreiría así si no fuera el caso. Apuesto a que quería ir al
baile conmigo. Me pregunto qué habrá de importante en Seattle…
Él percibió el cambio en su cabello.
—No lo había notado antes, tu cabello tiene reflejos
rojos.
Accidentalmente saqué de raíz el
pequeño árbol en el que descansaba mi mano cuando él tomó un mechón de su
cabello entre sus dedos.
—Sólo bajo el sol —dijo ella. Para mí profunda
satisfacción, ella se encogió lejos de él un poco cuando metió el mechón detrás
de su oreja.
A
Mike le tomó un minuto edificar su valor, desperdiciando algo de tiempo en una
pequeña conversación.
Ella
le recordó el ensayo que todos teníamos que entregar el miércoles. Juzgando por
la borrosa expresión engreída de su rostro, el de ella ya estaba listo. Él lo
había olvidado por completo y eso disminuyó severamente su tiempo libre.
Finalmente,
fue al grano–mis dientes estaban apretados con tanta fuerza que pudieron haber
pulverizados granito–pero incluso entonces no pudo manejárselas para hacer la
pregunta correctamente.
—Quería
preguntarte si querías salir.
—Ah
—dijo ella.
Hubo
un breve silencio.
“Ah”, ¿Qué significa eso? ¿Va a decir que
sí? Qué–supongo que realmente no pregunté.
Él
tragó ruidosamente.
—Bueno,
podríamos ir a cenar o algo… y puedo trabajar en el ensayo después.
Estúpido–esa tampoco fue una pregunta.
—Mike…
La
agonía y furia de mis celos eran igual de poderosas como lo había sido la
semana pasada. Tenía tantas ganas de correr a través del campus, demasiado
rápido para los ojos humanos, y secuestrarla–robársela al chico que tanto odiaba
ahora mismo que pude haberlo matado sin razón pero disfrutándolo.
¿Le
diría que sí a él?
—No
creo que esa sea la mejor idea.
Respiré
de nuevo. Mi cuerpo rígido se relajó.
Seattle
solo era una excusa, después de todo. No debí haber preguntado. ¿En qué estaba
pensando? Apuesto a que es por ese fenómeno de Cullen.
—¿Por
qué? —preguntó de repente.
—Creo —ella dudó—. Y si alguna vez repites lo que estoy a punto de decirte con mucho gusto te mataría con mis propias manos…
Me
carcajeé al sonido de una amenaza de muerte saliendo de sus labios. Un pajarito
chilló, se sobresaltó y alzó vuelo alejándose de mí.
—Pero
creo que eso lastimaría los sentimientos de Jessica.
—¿Jessica—,
¿Qué? Pero… Ah. De acuerdo. Supongo… um.
Sus
pensamientos ya no eran coherentes.
—De
veras, Mike, ¿Estás ciego?
Hice
eco de su declaración. Ella no esperaba que todos fuesen igual de perceptivos
que ella, pero de verdad que en este caso, era más que obvio. Con el conflicto
que fue prepararse para invitar a Bella a salir, ¿Mike no se imaginaba que
sería igual de difícil para Jessica? Debía ser egoísmo lo que le impedía ver a
los demás y Bella era tan desinteresada, ella era todo.
Jessica. Ja. Vaya. Ja.
—Oh
—se las arregló para decir.
Bella
usó esa confusión para irse.
—Es
hora de ir a clase y no puedo llegar tarde otra vez.
Mike
no sería un punto de vista confiable de ahora en adelante. Él se encontró,
mientras daba vueltas a la idea de Jessica en su cabeza, que le gustaba la idea
de que ella lo encontrara atractivo. Pero era el segundo lugar, no se sentía
tan bien como si fuese Bella la que se sintiera de ese modo.
Supongo
que sí es linda, cuerpo decente, senos más grandes que los de Bella. Un pájaro
en mano…
Se
volcó, entonces, a las nuevas fantasías que era igual de vulgares que con Bella; pero ahora solo me irritaban en vez de enfurecerme. Cuán poco se merecía a
ninguna de las dos: eran casi intercambiables para él. Me mantuve alejado de su
mente después de eso.
Cuando
Bella estaba fuera de mi vista, me recostaba sobre un tronco frío de un enorme
árbol y danzaba de mente en mente, manteniéndola a la vista, siempre agradecido
cuando Angela Weber estaba disponible para observar. Deseé que hubiese alguna
manera de agradecerla a la chica Weber por, simplemente, ser una buena persona.
Me hizo sentir mejor que Bella tuviese una amiga que valiera la pena tener.
Observaba
el rostro de Bella desde cualquier ángulo disponible y pude darme cuenta de que
estaba disgustada por algo. Esto me sorprendió–creí que el sol sería suficiente
para mantenerla sonriendo. En el almuerzo, la vi mirar hacia la mesa vacía de los
Cullen de cuando en cuando y eso me emocionó. Tal vez, también me extrañaba.
Después
de la escuela, ella tenía planes para salir con las otras chicas–automáticamente
planeé mi propio plan de vigilancia–pero estos fueron pospuestos cuando Mike
invitó a Jessica a la cita que había diseñado para Bella.
Así
que me fui directo a su casa, haciendo un barrido rápido a los bosques para
asegurarme que nadie peligroso hubiese estado vagando demasiado cerca. Sabía
que Jasper había advertido a su antiguo hermano para que evitara el
pueblo–citando a mi locura como explicación y peligro–pero no iba a tentar a la
suerte. Peter y Charlotte no tenía intenciones de causar una discordia con mi
familia pero las intenciones eran cosas cambiantes.
De
acuerdo, estaba exagerando. Lo sabía.
Como
si ella estuviese consciente de que estaba mirando, como si se compadeciera de
la agonía por la que atravesaba cuando no podía verla, Bella salió al patio
luego de una larga hora dentro. Tenía un libro en una mano y una manta debajo
del brazo.
Silenciosamente,
escalé a las ramas del árbol cercano más alto mirando por encima del patio.
Ella
estiró la manta sobre el césped húmedo y luego se tumbó sobre su estómago y
comenzó a pasar las páginas del libro que se notaba claramente que leía
seguido, tratando de encontrar donde se había quedado. Leí por encima de su
hombro.
Ah–más
clásicos. Sentido y Sensibilidad. Era
una fan de Austen.
Saboreé
el modo en que el sol y el aire libre afectaban su esencia. El calor parecía
endulzar el olor. Mi garganta se quemó con deseo, el dolor fresco y furioso de
nuevo porque había estado lejos de ella por mucho tiempo. Pasé un momento
controlando eso, forzándome a respirar por la nariz.
Ella
leyó rápidamente, cruzando y volviendo a cruzar sus tobillos en el aire.
Conocía el libro, así que no leí con ella. En vez de eso, estaba viendo como la
luz del sol y el viento jugaban con su cabello cuando de pronto su cuerpo se
endureció y su mano se congeló en la página. Ella había llegado a la última
página del segundo capítulo. La página comenzaba a mitad de la frase: “probablemente,
a pesar de todas las consideraciones de educación o de afecto maternal del lado
de ésta, las dos mujeres habían encontrado imposible vivir juntas tanto
tiempo–”
Bella
tomó una gruesa porción del libro y la volteó con rabia, como si hubiese algo
en la página que la hubiese molestado, pero...¿ qué? Era comenzando la historia,
apenas presentando el conflicto entre la madrastra e hijastra. El héroe
principal, Edward Ferrars, era presentado. Los méritos de Elinor Dashwood eran
robados. Pensé en el capítulo anterior, buscando algo que fuese potencialmente
ofensivo en la ya sobre educada prosa de Austen, ¿Qué pudo haberla molestado?
Ella
se detuvo en la página principal de Masfield Park. Comenzando una nueva
historia–el libro era una compilación de novelas.
Pero
solo llegó a la página siete–esta vez sí leía con ella; la Sra. Morris estaba
detallando el peligro de que Tom y su primo Edmund Bertram no se encontraran
con su prima Fanny Price hasta que todos fuesen adultos–cuando los dientes de
Bella se juntaron en un chasquido y ella cerró el libro.
Inhalando
profundamente como si intentara calmarse, puso el libro a un lado y se volteó
sobre su espalda. Se subió las mangas hasta los codos, exponiendo más su
piel al sol.
¿Por
qué reaccionaría así a la que era obviamente una historia que conocía? Otro
misterio. Suspiré.
Ella
se recostó muy quieta ahora, moviéndose una sola vez para quitar el cabello de
su rostro. Me fasciné con su cabeza, un río de color castaño y, entonces, estaba
de nuevo sin emoción.
Representaba
una imagen muy serena, ahí a la luz del sol. Lo que sea que le había robado la
paz antes había desaparecido. Su respiración se acompasó. Después de varios
largos minutos sus labios comenzaron a temblar. Murmurando en sueños.
Sentí
un incómodo espasmo de culpa. Porque lo que estaba haciendo ahora no era
precisamente bueno, pero no era tan
malo, ni de cerca, como mis actividades nocturnas. Ni siquiera estaba
técnicamente allanando ahora–la base de este árbol crecía desde el terreno de
al lado–sino haciendo algo aún más condenable. Pero sabía que cuando cayera la
noche, seguiría haciéndolo mal.
Incluso
ahora, parte de mí quería
traspasarse. Saltar hacia el suelo, aterrizar silenciosamente sobre mis pies y
entrar con facilidad a su círculo de luz solar. Solo para estar cerca de ella.
Para oírla murmurar palabras como si me las estuviese murmurando a mí.
No
era mi poca fiable moral la que me lo impedía–era la idea de mí mismo bajo la
luz del sol. Suficientemente malo era ya que mi piel fuese como piedra e
inhumana a la sombra; no quería mirarlos a Bella y a mí, uno al lado del otro, bajo la luz del sol. La diferencia entre ella y yo ya era insuperable,
suficientemente dolorosa sin esa imagen también en mi cabeza. ¿Podría ser más
grotesco? Imaginé el terror si habría sus ojos y me veía allí a su lado…
—Uhmm
—gimió.
Me
pegué más al tronco del árbol, más profundo en la sombra.
Ella
suspiró.
—Uhmm.
No
temía que ya se hubiese despertado. Su voz solo era un susurro bajo y
nostálgico.
—Edmund.
Ahh.
¿Edmund?
Recordé de nuevo en la parte en que había dejado de leer. Justo donde Edmund
Bertrand había sido nombrado por primera vez.
¡Ja!
Ella no estaba soñando conmigo para nada, me di cuenta con amargura. El
aborrecimiento a mí mismo volvió con fuerza. Ella estaba soñando con personajes
ficticios. Quizá ese siempre había sido el caso y todo este tiempo sus sueños
han estado llenos de Hugh Grant con corbata. Demasiado para mi presunción.
Ella
no dijo nada más que fuera ininteligible. Pasó la tarde y observé, sintiéndome
indefenso nuevamente, mientras el sol se hundía lentamente en el cielo y las sombras
se arrastraban por el césped hacia ella. Quería hacerlos retroceder; pero, por
supuesto, la oscuridad era inevitable, las sombras la alcanzaron. Cuando la luz
se fue, su piel se veía demasiado pálida, fantasmal. Su cabello estaba oscuro
nuevamente, casi negro contra su cara.
Fue
algo aterrador de ver, como ver cómo las visiones de Alice se hacían realidad.
El latido constante y fuerte de Bella fue la única tranquilidad, el sonido que
evitó que este momento se sintiera como una pesadilla.
Me
sentí aliviado cuando su padre llegó a casa.
Pude
escuchar poco de él mientras conducía por la calle hacia la casa. Alguna
molestia vaga... en el pasado, algo de su día en el trabajo. Expectativa
mezclada con hambre: supuse que estaba ansioso por cenar. Pero sus pensamientos
eran tan silenciosos y contenidos que no podía estar seguro de tener razón.
Solo entendí la esencia de ellos.
Me
preguntaba cómo sonaría su madre, cuál había sido la combinación genética que
la había formado tan singularmente.
Bella
comenzó a despertarse, poniéndose de pie cuando las llantas del auto de su
padre golpearon la entrada de ladrillos. Miró a su alrededor, confundida por la
inesperada oscuridad. Por un breve momento, sus ojos tocaron las sombras donde
me escondí, pero luego se alejaron rápidamente.
—¿Charlie?
—preguntó en voz baja, aún mirando hacia los árboles que rodeaban el pequeño
patio.
La
puerta de su auto se cerró de golpe y ella miró hacia el sonido. Se puso de pie
rápidamente y recogió sus cosas, echando una mirada más hacia el bosque.
Me
acerqué a un árbol más cerca de la ventana trasera, cerca de la pequeña cocina
y escuché su noche. Era interesante comparar las palabras de Charlie con sus
pensamientos apagados. Su amor y preocupación por su única hija eran casi
abrumadores y, sin embargo, sus palabras siempre eran concisas y casuales. La
mayoría de las veces, se sentaban en un agradable silencio.
La
escuché hablar sobre sus planes de ir de compras la noche siguiente a Port
Angeles con Jessica y Ángela y refiné mis propios planes mientras escuchaba.
Jasper no había advertido a Peter y Charlotte que se mantuvieran alejados de
Port Angeles. Aunque sabía que se habían alimentado recientemente y no tenían
intención de cazar en ningún lugar cercano de nuestra casa, la vigilaría por
si acaso. Después de todo, siempre había otros de mi clase. Y, por supuesto,
todos esos peligros humanos que nunca antes había considerado mucho.
La
escuché preocuparse en voz alta por dejar a su padre para preparar la cena solo
y sonreí ante esta prueba de mi teoría: sí, ella también era la encargada aquí.
Luego
me fui, sabiendo que volvería mientras ella estuviera dormida, ignorando todos los
argumentos éticos y morales en contra de mi comportamiento.
Pero
ciertamente no traspasaría su privacidad como lo habría hecho el mirón. Estaba
aquí para protegerla, no para leerla como Mike Newton sin duda lo haría, si
fuera lo suficientemente ágil como para moverse por las copas de los árboles.
No la trataría tan groseramente.
Mi
casa estaba vacía cuando regresé, lo cual estaba bien para mí. No extrañaba los
pensamientos confusos o despectivos, cuestionando mi cordura. Emmett había
dejado una nota.
Fútbol en el campo Rainier–¡Ven! ¿Por favor?
Encontré
un bolígrafo y garabateé la palabra perdón
debajo de su súplica. Los equipos estaban parejos sin mí, en cualquier caso.
Fui
por el más corto de los viajes de caza, contento con las criaturas más pequeñas
y suaves que no sabían tan bien como los otros depredadores y, luego, me puse
ropa limpia antes de volver corriendo a Forks.
Bella
no durmió tan bien esa noche. Se revolvió en sus mantas, su rostro a veces
turbado, a veces triste. Me preguntaba qué pesadilla la perseguía... y luego me
di cuenta de que tal vez realmente no quería saberlo.
Cuando
hablaba, murmuraba sobre todo cosas despectivas sobre Forks con voz sombría.
Solo una vez, cuando suspiró las palabras "Vuelve" y su mano se abrió
de golpe, una súplica sin palabras, tuve la oportunidad de esperar que
estuviera soñando conmigo.
El
día después de la escuela, el último
día que el sol me mantuvo prisionero, fue muy similar al día anterior. Bella
parecía aún más sombría que ayer, y me preguntaba si abandonaría sus planes, no
parecía estar de humor. Pero, siendo Bella, probablemente pondría el disfrute
de sus amigos por encima de ella.
Hoy
llevaba una blusa azul oscuro, y el color resaltaba perfectamente su piel,
haciéndola parecer crema fresca.
La
escuela terminó y Jessica aceptó recoger a las otras chicas.
Me
fui a casa a buscar mi auto. Cuando descubrí que Peter y Charlotte estaban
allí, decidí que podía darles a las chicas una hora más o menos como un bono.
Hubiera sido difícil seguirlos, conducir al límite de velocidad fue un pensamiento
horrible.
Todos
estaban reunidos en la gran sala brillante. Peter y Charlotte notaron mi
abstracción cuando los recibí tardíamente, disculpándome a medias por mi
ausencia, besándole la mejilla y estrechándole la mano. No pude concentrarme lo
suficiente como para unirme a la conversación grupal. Tan pronto como pude salirme
cortésmente, me acerqué al piano y comencé a tocar en silencio.
Qué extraña criatura, estaba pensando
Charlotte, blanca y rubia del tamaño de Alice. Y
fue tan normal y agradable la última vez que nos vimos.
Los
pensamientos de Peter estaban sincronizados con los de ella, como solía ser el
caso.
Deben ser los animales. La falta de sangre
humana los vuelve locos eventualmente, estaba concluyendo. Su cabello era
tan rubio como el de ella y casi tan largo. Eran muy similares, excepto por el
tamaño, ya que era casi tan alto como Emmett. Un par bien emparejado, siempre
pensé.
¿Por qué molestarse en volver a casa? Se
burló Rosalie.
Ah,
Edward. Odio verlo sufrir tanto. La alegría de Esme se estaba corrompiendo por
su preocupación. Ella debería estar preocupada. Esta historia de amor que ella
imaginó para mí estaba yendo hacia la tragedia de manera más perceptible a cada
momento.
Diviértete en Port Angeles esta noche,
pensó Alice alegremente. Avísame cuando se
tenga permitido hablar con Bella.
Eres patético. No puedo creer que te
perdiste el juego anoche solo para ver a alguien dormir, se quejó Emmett.
Todos, menos Esme, dejaron de pensar en mí después de un momento y me mantuve tocando
moderadamente para que no llamara la atención.
No
les presté atención por mucho tiempo, solo dejé que la música me distrajera de
mi inquietud. Nunca fue angustioso tener a la chica fuera de la vista. Solo
volví a centrarme en su conversación cuándo las despedidas se hicieron al final.
—Si
vuelves a ver a María— decía Jasper, un poco cauteloso—. Dile que le deseo lo
mejor.
María
era la vampiro que había creado tanto a Jasper como a Peter: a Jasper en la
segunda mitad del siglo XIX, a Peter más recientemente, en los años cuarenta.
Había mirado a Jasper una vez cuando estábamos en Calgary. Fue una visita
memorable, tuvimos que mudarnos de inmediato. Jasper le había pedido
cortésmente que mantuviera su distancia en el futuro.
—No
me imagino que nos cruzaremos pronto— dijo Peter con una sonrisa: María era
innegablemente peligrosa y no había mucho amor perdido entre ella y Peter.
Peter, después de todo, había sido instrumental en la deserción de Jasper.
Jasper siempre había sido el favorito de María; ella consideraba un detalle
menor el que alguna vez había planeado matarlo—. Pero, si sucediera,
ciertamente lo haré.
Entonces
se estaban dando la mano, preparándose para partir. Dejé que la canción que
estaba reproduciendo se fuera a un final insatisfactorio y me puse rápidamente
de pie.
—Charlotte,
Peter —dije asintiendo.
—Fue
agradable verte de nuevo, Edward —dijo Charlotte dudosa. Peter solamente
asintió en respuesta.
Demente, soltó Emmett detrás de mí.
Idiota, pensó Rosalie al mismo tiempo.
Pobre chico. Esme.
Y
Alice, en un tono de reprensión. Están
yendo dirección este, a Seattle. A ningún lado cercano a Port Angeles. Me
mostró la prueba en sus visiones.
Pretendí
que no había oído eso. Mis excusas ya eran lo suficientemente endebles.
Una
vez en mi auto, me sentí más relajado. El ronroneo robusto del motor que
Rosalie me había mejorado, el año pasado, cuando estaba de mejor humor, fue
tranquilizador. Fue un alivio estar en movimiento, saber que me estaba
acercando a Bella con cada milla que volaba bajo mis neumáticos.
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