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9. PORT ANGELES

ESTABA DEMASIADO SOLEADO PARA MÍ COMO PARA CONDUCIR EN LA CIUDAD, cuando conseguí acercarme a Port Angeles; el sol estaba todavía demasiado alto y, aunque mis ventanas fueran oscuras, no había ninguna razón para tomar riesgos innecesarios. Riesgos más innecesarios, debería decir.

            Cuán condescendiente había sido aquella vez que juzgué los pensamientos de Emmet por sus maneras y a Jasper por su falta de disciplina, y ahora estaba desobedeciendo conscientemente todas las reglas con un salvaje abandono que hacía que sus errores parecieran nada en absoluto. Yo solía ser el responsable.

            Suspiré.

            Estaba seguro que sería capaz de encontrar los pensamientos de Jessica en la distancia (los de ella eran más ruidosos que los de Ángela) pero una vez que encontrara a la primero, sería capaz de oír a la segunda. Entonces, cuando anocheciera, podría acercarme. Por ahora, fui por un camino bordeando la ciudad que parecía ser raras veces usado.

            Conocía la dirección general para buscar en Port Angeles–había realmente sólo un lugar para comprar un vestido. No paso mucho antes de que encontrara a Jessica, que giraba frente a  un espejo y pode ver a Bella en su visión periférica, valorando el vestido largo negro que ella llevaba.

            Bella aún luce enojada. Ja. Ja. Ángela tenía razón–Tyler estaba lleno de ella. No puedo creer que la altere eso, al menos ella sabe que tendrá una pareja para el baile de fin de curso. ¿Y si Mike no se divierte en el baile y no me pregunta la próxima vez? ¿Piensa él que Bella es más bonita que yo? ¿Piensa Bella que es más bonita que yo?

            Me gusta más el azul. Ese realmente acentúa tus ojos Jessica sonrió hacia Bella con falsedad, mirándola con desconfianza.

            ¿Realmente piensa eso? ¿O quiere que me parezca a una vaca el sábado?

            Ya estaba cansado de escuchar a Jessica. Busqué a Ángela–ah, pero Ángela estaba en el probador de vestidos y salí rápidamente de su cabeza para darle intimidad.          Bien, no había muchos problemas que Bella pudiera tener dentro de una tienda por departamento. Las dejaría en la tienda y luego volvería a escuchar cuando hubiesen terminado. No pasaría mucho hasta que oscureciera, las nubes comenzaban a volver, desde el oeste. Sólo podía vislumbrarlas entre los espesos árboles, pero podía ver cómo adelantarían la puesta del sol y les di la bienvenida, ansiaba sus sombras más que alguna otra vez. Mañana podría sentarme al lado de Bella en la escuela y monopolizar su atención en el almuerzo. Podría hacer todas las preguntas que había estado guardando.

            Entonces Bella estaba furiosa por la presunción de Tyler.    Había visto eso en su cabeza, Tyler lo había dicho literalmente cuando había hablado de la fiesta de fin de curso, que él la estaba invitando… Imaginé su expresión de aquella otra tarde–la ultrajada incredulidad–y me reí.

            Me pregunté lo que ella le diría sobre esto. ¿O quizá era más probable que fingiera ignorancia para fanfarronear y esperar que eso lo desanimara? Eso sería interesante de ver.

            El tiempo paso lentamente mientras esperaba las sombras. Revisé de vez en cuando a Jessica; su voz mental era la más fácil para encontrar, pero no me gustaba pasar allí mucho tiempo. Observé el lugar donde planificaban comer. Sería oscuro para la hora de la cena y…. Quizás, por casualidad escogiera el mismo restaurante. Toqué el teléfono en mi bolsillo, pensando en invitar a Alice a comer. Le hubiese encantado eso, pero también querría dirigirse a Bella. No estaba seguro de estar listo para tener a Bella más involucrada en mi mundo. ¿No era suficiente problema un vampiro?

            Revisé rutinariamente a Jessica otra vez. Ella pensaba en su joyería, preguntando la opinión de Ángela.

            Tal vez debería regresar el collar. Tengo en casa el que probablemente funcionaría y ya gasté más de mi presupuesto mi mamá va a estar furiosa. ¿Qué estaba pensando?

            No me importa volver a la tienda. ¿Aunque, crees que Bella nos estará buscando?

            ¿Qué era esto? ¿Bella no estaba con ellas? Miré fijamente a través de los ojos de

Jessica primero, luego cambié a los de Ángela. Ellas estaban sobre la vereda delante de una línea de tiendas junto regresando por donde venían. Bella no estaba a la vista por ningún lado.

            ¿Ah, a quién le importa Bella? Jess pensó con impaciencia, antes de contestar a la pregunta de Ángela.

            Estará bien. Estaremos en el restaurante en poco tiempo, incluso si volvemos a la otra tienda. De todos modos, pienso que ella quiere estar sola conseguí brevemente vislumbrar en el pensamiento de Jessica la librería donde Bella había ido.

            Bueno apresurémonos, entonces— dijo Ángela—. Espero Bella no piense que la abandonamos. Ella fue tan agradable conmigo en el auto. Pero ha estado un poco triste todo el día. ¿Me pregunto si es debido a Edward Cullen? Apostaría lo que fuera a que él era el por qué de que ella preguntara por su familia…

            Debería haber estado poniendo mayor atención. ¿Cuánto me había perdido aquí?

¿Bella estaba caminando sola y había estado preguntando por mí? Ángela prestaba atención a Jessica que balbuceaba sobre aquel idiota de Mike y ya no podría conseguir nada más de ella.

            Juzgué las sombras. El sol estaría detrás de las nubes bastante pronto. Si me quedaba del lado oeste del camino, donde los edificios protegerían la calle de la luz que se desvanecía.

            Comencé a sentirme ansioso cuando conduje por el tráfico escaso en el centro de la ciudad. No había considerado esta posibilidad–Bella paseando sola–y no tenía ni idea cómo encontrarla. Debí haberlo considerado.

            Conocía bien Port Ángeles; conduje directamente a la librería en la cabeza de Jessica, esperando que mi búsqueda fuera corta, pero dudando de que fuese a ser tan fácil. ¿Cuándo Bella la ha puesto fácil?

            Estaba seguro, que la pequeña tienda estaba vacía, excepto por la mujer anacrónicamente vestida detrás del mostrador. No se veía como la clase de lugar en el que Bella estaría interesada–demasiado nueva era para una persona práctica. Me pregunté si ella se hubiera molestado en entrar.

            Había un pedazo de sombra donde yo podría estacionarme. Hacia un sendero oscuro inmediatamente en proyección hacia la tienda. Realmente no debería. Rondar las calles en horas de luz solar, no era seguro. ¿Y si un coche pasaba y lanzaba la reflexión del sol a la sombra justo en el momento incorrecto?

            ¡Pero yo no había otra manera de buscar a Bella!

            Me estacioné y me salí, manteniéndome del lado más profundo de la sombra. Crucé de un salto rápidamente a la tienda, notando el rastro débil del olor de Bella en el aire. Ella había estado aquí, sobre la vereda, pero no había ningún rastro de su fragancia dentro de la tienda.

            ¡Bienvenido! ¿Puedo ayudarte? la bibliotecaria comenzó a decir, pero yo ya estaba afuera. Seguí el olor de Bella por donde la sombra me lo permitía, hasta que llegue al borde donde la luz solar comenzaba.

            Esto me hizo sentir tan impotente–cercado por la línea entre la oscuridad y la luz que se estiraba a través de la calle delante de mí.

            Sólo pude adivinar que ella había seguido a través de la calle hacia el sur. No había realmente mucho en aquella dirección. ¿Se habría perdido? Bien, aquella posibilidad no sonó completamente fuera de su carácter.

            Regresé al auto y conduje despacio por las calles, buscándola. Salí en unos otros parches de sombra, pero sólo encontré su olor una vez más y la dirección que tomó me confundió. ¿A dónde trataba de ir?

            Conduje hacia adelante y hacia atrás entre la librería y el restaurante unas veces, esperando verla en camino. Jessica y Ángela estaban ya allí, tratando de decidir si ordenar o esperar a Bella. Jessica insistía en pedir inmediatamente.

            Comencé a revolotear por las mentes de extraños, mirando a través de sus ojos. Seguramente, alguien debe haberla visto en algún sitio.

            Me puse cada vez más nervioso mientras pasaba el tiempo. No había pensado lo difícil que podría ser encontrarla, como ahora, que ella estaba fuera de mi vista y de sus caminos normales. No me gustó esto.

            Las nubes se congregaban sobre el horizonte y, en unos minutos más, seria libre de rastrearla a pie. No me tomaría mucho tiempo entonces. Era sólo el sol lo que me hacia tan impotente. Solo unos pocos minutos más y luego la ventaja sería mía otra vez y sería el mundo humano el impotente.

            Una mente y luego otra. Tantos pensamientos triviales.

            …Creo que el bebé tiene otra infección del oído…

            era a las 6:40 o 6:04…

            Tarde otra vez. Debería decirle…

            ¡Ajá! ¡Aquí viene ella!

            Allí, por fin, era su cara. ¡Finalmente, alguien la había notado!

            El alivio duró sólo una fracción de segundo y luego leí más profundamente los pensamientos del hombre que se regodeaba al verla dudar entre las sombras.

            Su mente era extraña para mí  y, sin embargo, no totalmente desconocida. Yo había cazado alguna vez exactamente tales mentes.

            ¡NO! rugí y una volea de gruñidos estalló de mi garganta. ¿Mi pie empujó el acelerador al piso, ¿pero adónde iría?

            Solo conocía la ubicación general de sus pensamientos, pero no era lo bastante específico. ¡Algo tenía que haber algo allí!–El letrero de una calle, el frente de una tienda, algo a su vista que descubriera su posición. Pero Bella estaba en la profundidad de las sombras y sus ojos se concentraron sólo en su expresión asustada disfrutando del miedo que tenían. Su cara fue enturbiada en su mente por la memoria de otras caras. Bella no era su primera víctima.

            El sonido de mis gruñidos sacudió el marco del auto, pero no me distrajo. No había ventanas en la pared detrás de ella. Era algún sitio industrial, lejos del distrito más poblado donde se hacen las compras. Mi auto chilló al cruzar una esquina, pasando por delante de otro vehículo, dirigiéndome en lo que esperé era la dirección correcta. Para el momento en que el otro conductor tocó la bocina, el sonido estaba lejos detrás de mí.     ¡Mira cómo tiembla! El hombre rió con anticipación. El miedo que era dibujado por él–era la parte que más disfrutaba.

            Apártese de mí la voz de ella era baja y estable, no un grito.

            No seas así, dulzura.

            Él la miró estremecerse ante una risa camorrista que llego desde otra dirección. Él se irritó con el sonido–¡Cállate, Jeff!, pensó– pero disfrutó del modo en que ella se estremeció. Esto lo excitó. Él comenzó a imaginarse sus súplicas, el modo que ella suplicaría…

            No había comprendido que había otros con él hasta que oí las risas. Exploré por él, desesperado por algo que yo pudiera usar. Él estaba dando los primeros pasos en su dirección, flexionando sus manos.

            Las mentes alrededor de él no eran un pozo negro como la suya. Los otros estaba ligeramente embriagados, ninguno de ellos comprendiendo cuán lejos, el hombre que llamaron Lanny, planeaba llegar con esto. Seguían el liderazgo de Lanny ciegamente. Les había prometido un poco de diversión…

            Uno de ellos echó un vistazo calle abajo, nervioso–no quería ser atrapado acosando a la muchacha–y me dio lo que necesitaba. Reconocí el cruce al que miró fijamente.

            Volé pasando una luz roja, deslizándome por un espacio justo lo bastante amplio entre dos autos en el tráfico. Las bocinas resonaron detrás de mí.

            Mi teléfono vibró en mi bolsillo. No le hice caso.

            Lanny se movió despacio hacia la muchacha, dibujando el suspenso, el momento de terror que lo excitaba. Él esperó su grito, disponiéndose a saborearlo.

            Pero Bella cerró su mandíbula y se preparó. Él se sorprendió–había esperado que ella tratara de correr. Sorprendido y ligeramente decepcionado. Le gustaba ir en busca de su presa, la adrenalina de la caza.

            Es valiente. Tal vez sea mejor, imagino… más lucha en ella.

            Estaba a una cuadra de distancia. El desalmado podría oír el rugido de mi motor ahora, pero no le puso atención, demasiado absorbido en su víctima.

            Ya vería cómo disfrutaría de la caza cuando él fuese la presa, vería lo que él pensaría de mi estilo de caza.

            En otro compartimento de mi cabeza, yo ya revisaba la gama de torturas que había atestiguado en mis días vigilantes, buscando la más doloroso para ellos. Nunca había torturado a mis presas, no importaba cuánto se lo merecían, pero este hombre era diferente. Él sufriría por esto, se retorcería en la agonía. Los demás simplemente morirían por su parte, pero esta criatura llamada Lanny pediría morir mucho antes de que yo le diera aquel regalo.

            Él estaba en el camino, cruzando hacia ella. Mis luces del auto se esparcieron a través de la escena y el resto de ellos se congeló en el lugar. Podría haber atropellado al líder, que saltó del camino, pero era una muerte demasiado suave para él.

            Dejé que el auto girara, dando la vuelta hacia el otro lado y para que estuviera de frente hacia el camino por el que venía y la puerta del pasajero quedara cerca de Bella. La abrí y ella ya estaba corriendo hacia el auto. 

            —Sube al auto —gruñí.

            ¿Qué demonios?

            ¡Sabía que esta era una mala idea! No está sola.

            ¿Debería correr?

            Creo que voy a vomitar…

            Bella saltó dentro a través de la puerta abierta sin dudarlo, cerrándola detrás de ella.

            Luego ella alzó la vista hacia mí con la expresión más confiada que alguna vez había visto sobre una cara humana y todos mis proyectos violentos se desmenuzaron.

            Me tomó mucho, mucho menos de un segundo ver que no podría abandonarla en el auto para tratar con los cuatro hombres en la calle. ¿Qué le diría yo, que no mirara? ¡Já! ¿Alguna vez hacía lo que le pedía?

            ¿Los arrastraría lejos de su vista y la abandonaría sola aquí? ¡Era poco probable que otro psicópata merodeara las calles de Port Ángeles esta noche, mucho menos probable era que hubiese uno en primer lugar! Esta era prueba suficiente de que no estaba loco–como un imán, todas las cosas peligrosas las atraía hacia ella misma. Si no estuviese lo suficientemente cerca como para probarlo, algún otro mal tomaría mi lugar.

            Parecería como parte del mismo movimiento cuando aceleré, alejándola de sus perseguidores tan rápidamente que ellos se quedaron mirando mi auto con expresiones perplejas. Ella no reconocería mi instante de vacilación.

            No pude ni siquiera golpearlo con mi auto. Eso la hubiese asustado.

            Quise su muerte tan ferozmente que la necesidad de ello sonó en mis oídos, nubló mi vista y lleno de sabor mi lengua. Más fuerte que la quemazón de la sed. Mis músculos se contrajeron con la urgencia, el ansia, la necesidad de ello. Tenía que matarlo. Le arrancaría la piel lentamente, pedazo por pedazo, desde la piel hasta el músculo, del músculo al hueso…

            Pero la chica–la única chica en el mundo–se adhería a su asiento con ambas manos, mirándome fijamente, sus ojos extrañamente calmados y sin cuestionamientos. La venganza tendría que esperar.

            Ponte el cinturón de seguridad le ordené. Mi voz era áspera por el odio y la sed de sangre. No la sed de sangre habitual. Me había comprometido hace mucho a abstenerme de sangre humana y no dejaría que esta criatura cambiara eso. Esto solo sería retribución.

            Ella abrochó el cinturón de seguridad, saltando ligeramente con el sonido que hizo. Aquel pequeño sonido hizo que saltara, pero no se estremeció mientras yo aceleraba a través de la ciudad, haciendo caso omiso de todas las señales de tráfico. Podía sentir sus ojos sobre mí. Ella parecía extrañamente relajada. Esto no tenía sentido, no con lo que ella acababa de pasar.

            ¿Estás bien? —preguntó, su áspera por la tensión y el miedo.

            ¿Ella quería saber si yo estaba bien?

            ¿Estaba bien?

            —No —admití y mi tono bulló por la rabia.

            Fui por el mismo camino abandonado donde pase la tarde ocupado en la vigilancia más pobre alguna vez vista. Estaba oscuro ahora bajo los árboles.

            Estaba tan furioso que mi cuerpo se congeló en aquel lugar, completamente inmóvil. Mis manos cerradas ansiaron aplastar a su atacante, molerlo en pedazos tan destrozados que su cuerpo nunca podía ser identificado.

            Pero esto implicaría dejarla aquí sola, sin protección en la noche oscura.

            Mi mente estaba recordando escenas de mis días de cacería, imágenes que deseaba poder olvidar, especialmente ahora con la urgencia por matar más fuerte que ninguna compulsión de caza que hubiese sentido antes.

            Este hombre, esta abominación, no era el peor de su clase, aunque era difícil clasificar las profundidades del mal en un orden basado en el mérito. Aún así, recordaba los peores. No había ninguna duda de que se mereciera su parte.

            La mayoría de los hombres que cacé en mis días de actuar como juez, jurado y ejecutor han sentido cierto nivel de remordimiento o, al menos, miedo de haber sido atrapados. Muchos de ellos se volvieron hacia el alcohol o drogas para silenciar sus preocupaciones. Otros compartimentaron, crearon fracturas en sus personalidades y vivieron como dos hombres, uno para la luz y otro para la oscuridad.

            Pero para lo peor, la aberración más vil que jamás había encontrado, el remordimiento no era un problema.

            Nunca había encontrado a nadie que abrazara su propia maldad tan a fondo, que la disfrutara. Estaba absolutamente encantado con el mundo que había creado, un mundo de víctimas indefensas y sus gritos torturados. El dolor era el objeto de todas sus búsquedas y se había vuelto muy bueno en crearlo, en prolongarlo.

            Estaba comprometido con mis reglas, con mi justificación por toda la sangre que reclamaba. Pero en este caso, vacilé. Dejar que este hombre en particular muriera rápidamente parecía un escape demasiado fácil para él.

            Fue lo más cerca que estuve de cruzar esa línea. Aún así, lo maté tan rápida y eficientemente como maté a todos los demás.

            Podría haber sido diferente si dos de sus víctimas no hubieran estado en ese sótano de horrores cuando lo descubrí. Dos mujeres jóvenes, ya gravemente heridas.       Aunque los llevé a ambos a un hospital a la mayor velocidad que pude, solo uno sobrevivió.

            No había tenido tiempo de beber su sangre. Eso no importó. Había tantos otros que merecían morir.

            Como este Lanny. También era una atrocidad, pero seguro que no era peor que el que recordaba. ¿Por qué se sintió en ese momento, imperativo, que sufriera tanto más?

            Pero primero...

            ¿Bella? —pregunté entre dientes.

            ¿Sí?respondió con voz ronca limpiando su garganta.

            ¿Estás bien? era realmente la cosa más importante, la prioridad. La venganza era secundaria. Lo sabía, pero mi cuerpo estaba tan lleno de rabia que era difícil pensar.

            —su voz era todavía áspera; por el miedo, sin duda.

            No podía abandonarla.

            Incluso si ella no estaba en riesgo constante por alguna razón exasperante–una broma que universo me estaba jugando–incluso si pudiera estar seguro que ella estaría perfectamente a salvo en mi ausencia, no podría abandonarla sola en la oscuridad.

            Ella debía estar tan asustada.

            Pero no estaba en la mejor condición para consolarla–incluso si conociera exactamente cómo debía lograrlo, lo cual no hacía. Seguramente ella podría sentir la brutalidad que yo irradiaba, seguramente era muy obvia. La asustaría aún más si no controlaba la lujuria de la matanza que hervía dentro de mí.

            Necesitaba pensar en algo más.

            Distráeme, por favor supliqué.

            ¿Lo siento, qué? apenas tenía bastante control para tratar de explicar lo que necesitaba.

            —Solo—… No podía pensar en cómo expresarlo. Escogí la palabra más cercana que pude encontrar—. Limítate a charlar de cualquier cosa insustancial hasta que me calme—. Fue una mala elección de palabras, me di cuenta tan pronto como las dije, pero no podía encontrar demasiado espacio como para que me importara. Sólo el hecho de que ella me necesitaba, me sostuvo dentro del coche. Podía oír los pensamientos del hombre, su decepción y enfado. Sabía dónde encontrarlo. Cerré mis ojos, deseando no poder ver de todos modos.

            Um—… ella vacilo, intentando dar sentido a mi petición, me imaginé. ¿O quizá estaba ofendida? Luego continuó—. ¿Mañana antes de clase voy a atropellar a Tyler Crowley?—Dijo esto en forma de pregunta.

            Sí, esto era lo que necesitaba. Desde luego Bella saldría con algo inesperado. Como lo había hecho antes, la amenaza de violencia que salía sus labios era discorde, tan cómica. Si no hubiera estado quemándome con el impulso de matar, me habría reído.

            ¿Por qué? ladré forzándola a hablar otra vez.

            Va diciendo por ahí que me va a llevar al baile de graduación—dijo con su voz llena de indignación—. O está loco o intenta hacerme olvidar que casi me mata cuando... Bueno, tú lo recuerdasagregó secamente—. Y cree llevándome al baile de graduación es la forma adecuada de hacerlo. Así que estaremos en paz si pongo en peligro su vida y ya no podrá seguir intentando enmendarlo. No necesito enemigos y puede que Lauren se apacigüe si Tyler me deja tranquila continuó ella, pensativa ahora—. Aunque también podría destrozarle el Sentra. No podrá llevar a nadie al baile de graduación si no tiene auto.

            Era alentador ver que ella a veces se equivocaba. La persistencia de Tyler no tenía nada que ver con el accidente. Ella no parecía entender el atractivo que causaba en los chicos humanos en el instituto. ¿Tampoco veía la atracción que causaba en mí?

            Ah, estaba funcionando. Los engañosos procesos de su mente siempre me absorbían. Comenzaba a ganar control de mí mismo, a ver algo más allá de la venganza y la tortura.

            Me enteré sobre eso le dije. Ella había dejado de hablar y necesitaba que continuara.

            ¿Sí?— preguntó con incredulidad y luego su voz sonaba más enfadada que antes—. Si está paralítico del cuello para abajo, tampoco podrá ir al baile de graduación.

            Deseé que hubiera algún modo de pedirle que siguiera con las amenazas de muerte y daños corporales a otros sin parecer un loco. No podía haber escogido un mejor camino para tranquilizarme y sus palabras–llenas de sarcasmo, en su caso, hipérboles–eran un recordatorio, que cariñosamente necesité en este momento.

            Suspiré y abrí mis ojos.

            ¿Mejor? ella preguntó tímidamente.

            No realmente.

            No, estaba más tranquilo, pero no mejor. Porque acababa de comprender, que no podría matar al infame llamado Lanny. La única cosa en este momento que quise más que cometer un asesinato sumamente justificable, era a esta chica. Y, aunque no pudiera tenerla, solamente el sueño de tenerla hizo imposible para mí continuar con una juerga de matanza esta noche.

            Bella merecía más que un asesino.

            Había pasado siete décadas tratando de ser algo–lo que fuese–menos un asesino. Todos esos años de esfuerzo nunca podrían hacerme digno de la chica sentada a mi lado. Sin embargo, sentí que si volvía aquella vida aunque fuese solo por una noche, seguramente la podría fuera de mi alcance para siempre. Incluso si no bebía su sangre–incluso si no tenía aquella evidencia ardiendo en mis ojos rojos–¿Sentiría ella la diferencia?

            Estaba tratando de ser lo suficientemente bueno para ella. Era un objetivo imposible. Pero no podía soportar la idea de rendirme.

            ¿Qué es lo que va mal? Ella susurró.

            Su aliento llenó mi nariz y me recordó el por qué yo no podía merecerla. Después de todo esto, incluso sin importar lo mucho que la amaba… ella todavía hacía agua la boca.

            Le daría tanta honestidad como pudiera. Le debía eso.

            A veces tengo problemas con mi carácter, Bella— miré fijamente hacia fuera en la noche negra, deseando tanto que oyera el horror inherente en mis palabras como también que no lo hiciera. Más que nada que no lo hiciera. Corre, Bella, Corre. Quédate, Bella, quédate—. Pero no me conviene dar media vuelta y dar caza a esos...Solo el pensarlo casi hizo salir del auto. Respiré profundamente, dejando que su olor me quemara la garganta.

            Al menos, eso es de lo que me intento convencer.

            Ah

            No dijo nada más. ¿Cuánto había entendido? Le eché un vistazo furtivamente, pero su cara era ilegible. En blanco de la impresión, quizás. Bien, no gritaba de horror. No aún.

            Jessica y Ángela estarán preocupadas—,dijo ella silenciosamente. Su voz era muy tranquila y no estaba seguro de cómo era eso posible. ¿Estaba en shock? Tal vez los acontecimientos de esta noche no se habían asentado en ella aún—. Se suponía que me encontraría con ellas.

            ¿Quería estar lejos de mí? ¿O solo estuvo preocupada por la preocupación de sus amigas?

            No le contesté, pero encendí el coche y retrocedí. Con cada pulgada con la que me acercaba a la ciudad, más difícil se me hacia agarrarme a mi objetivo. Estaba tan cerca de él…

            Si fuera imposible–si yo nunca pudiera tener, ni merecer a esta chica–entonces ¿qué sentido tenía que aquel hombre quedara impune? Seguramente podría permitirme eso.

            No, no me estaba rindiendo. No aún. La quería demasiado como para renunciar.

            Estábamos en el restaurante donde ella se suponía que se encontraría a sus amigas antes de que yo hubiera comenzado a darle sentido a mis pensamientos. Jessica y Ángela ya habían terminado de comer y ambas ahora realmente estaban preocupadas por Bella. Estaban pensando un modo de buscarla, marchándose a lo largo de la calle oscura.

            Esta no era una buena noche para andar vagando.

            ¿Cómo sabías dónde...? la pregunta inacabada de bella me interrumpió y comprendí que había cometido otra metida de pata. Había estado demasiado distraído para acordarme de preguntarle donde se suponía que se encontraría con sus amigas.    Pero, en vez de terminar la pregunta y presionar el punto, Bella solo sacudió su cabeza y medio sonrió.

            ¿Qué significaría eso?

            Bien, no tenía el tiempo para dar vueltas a su aceptación extraña de mi conocimiento. Abrí mi puerta.

            ¿Qué haces? preguntó, pareciendo asustada.

            No dejándote fuera de mi vista. No permitiéndome estar solo esta noche. En ese orden.

            Llevarte a cenar.

            Bien, esto debería ser interesante. Parecía una noche totalmente distinta a la que yo me había imaginado trayendo a Alice y fingiendo escoger el mismo restaurante que

Bella y sus amigas por casualidad. Y ahora, aquí estaba, prácticamente en una cita con la chica. Solo que no contaba, porque yo no le daría una posibilidad para decir que no.

            Ella ya tenía su puerta entreabierta antes de que yo hubiera pasado alrededor del auto–por lo general no era tan frustrante tener que moverse en una velocidad discreta–en vez de esperar para que yo la abriera por ella.

            Esperé a que ella se me uniera, poniéndome más nervioso al ver que sus amigas continuaban hacia la esquina oscura.

            Detén a Jessica y Ángela antes de que también deba buscarlas a ellas—, ordené rápidamente—. Dudo que pueda volver a contenerme si me tropiezo otra vez con tus amigos.

            No, no sería lo suficientemente fuerte para eso.

            Ella se estremeció y luego se recompuso. Fue medio paso hacia ellas y las llamo—: ¡Jess! ¡Ángela!—. En voz alta. Se dieron vuelta y ella agitó su brazo sobre la cabeza para captar su atención.

            ¡Bella! ¡Ah, ella está bien!Ángela pensó con alivio.

            ¿Un poco tarde, no? Se quejó Jessica para sus adentros pero también estaba agradecida que Bella no estuviera perdida o lastimada. Esto hizo que me gustara un poco más que antes.

            Se apresuraron a volver y luego se detuvieron, impresionadas al verme al lado de ella.

            ¡Ajá!—, Jess pensó, atontada—. ¡No puede ser!

            ¿Edward Cullen? ¿Se marchó sola para encontrarlo? ¿Pero por qué pregunto si estaban en la ciudad si sabía que él estaba aquí…? me dio un breve destello de la expresión mortificada de Bella cuando pregunto a Ángela si mi familia se ausentaba a menudo de la escuela—. No, ella no podía haberlo sabido—. Decidió Ángela.

            Los pensamientos de Jessica se movían de la sorpresa a la sospecha—: Bella me lo ha estado ocultando.

            ¿Dónde has estado? exigió, mirando fijamente a Bella, pero mirándome de reojo.

            Me perdí y luego me encontré con Edward dijo Bella, agitando una mano hacia mí. Su tono era notablemente normal. Como si eso era realmente todo lo que había pasado.

            Debe estar en shock. Era la única explicación de aquella tranquilidad.

            ¿Les importaría que me uniera a ustedes? Pregunté, por ser cortés; sabía que ya habían comido.

            ¡Maldita sea, qué guapo es!Jessica pensó, su cabeza de pronto ligeramente incoherente.

            Ángela no estaba más serena¡Desearía que no hubiésemos comido! ¡Vaya!, solo, vaya!

            ¿Por qué no podía hacerle eso a Bella?

            Eh, sí, claro Jessica estuvo de acuerdo. Ángela frunció el ceño.

            Um, de hecho, Bella, lo cierto es que ya hemos cenado mientras te esperábamos—, admitió—. Perdona.

             ¡Cállate!Jess se quejó internamente.

            Bella se encogió casualmente. Tan a gusto. Definitivamente en shock.

            No pasa nada, no tengo hambre.

            Creo que deberías comer algo discrepé. Ella necesitaba azúcar en su torrente sanguíneo, aunque ya oliera bastante dulce, pensé irónicamente. El horror iba a venir cayendo sobre ella momentáneamente, y un estómago vacío no ayudaría. Ella se desmayaba con facilidad, lo sabía por experiencia.

            Estas chicas no estarían en ningún peligro si fueran directamente a casa. El peligro no acechaba cada uno de sus pasos.

            Y yo prefería estar a solas con Bella mientras ella estuviera dispuesta a estar sola conmigo.

            —¿Les importaría si llevo a Bella a casa esta noche?dije a Jessica antes de que Bella pudiera responder—. Así, no tendrían que esperar mientras cena.

            Eh, supongo que no... Hay problema... Jessica miró a Bella, buscando algún signo de que esto era lo que ella quería.

            Ella probablemente lo quiere para ella sola. ¿Quién no? Jess pensó. Al mismo tiempo, ella vio a Bella guiñar un ojo.

            ¿Bella guiñó?

            De acuerdo— Ángela dijo rápidamente, apresurada para estar fuera del camino si era lo que Bella quería y pareció que realmente lo quería—. Nos vemos mañana, Bella… Edward—. Luchó para decir mi nombre en un tono ocasional. Entonces agarró la mano de Jessica y comenzó a remolcarla lejos.

            Tendría que encontrar algún modo de agradecer a Ángela por esto.

            El auto de Jessica estaba en un círculo brillante de luz echada por un farol. Bella las miró con cuidado, un pequeño pliegue de preocupación apareció entre sus ojos, hasta que estuvieron en el coche; entonces debía estar totalmente consciente del peligro en el que había estado. Jessica agitó su brazo al irse y Bella la saludo también. No fue hasta que el auto desapareció que tomó un respiro profundo y se giro para alzar la vista hacia mí.

            Francamente, no tengo hambre dijo ella.

            ¿Por qué había esperado a que se fueran para decir esto? ¿Realmente quería estar sola conmigo, incluso ahora, después de la atestiguación de mi rabia homicida?

            Si era este el caso o no, ella iba a comer algo.

            Compláceme dije.

            Sostuve la puerta del restaurante abierta para ella y esperé.

            Suspiró y entro.

            Pase al lado de ella hacia el mostrador donde la anfitriona esperó. Bella todavía parecía completamente serena. Quise tocar su mano, su frente, comprobar su temperatura. Pero mi mano fría le causaría repulsión, como había sucedido antes.

            Oh Dios mío. La voz mental bastante ruidosa de la anfitriona se metió en mi cabeza. Oh, Dios, mi Dios.

            Pareció ser mi noche para hacer girar cabezas. ¿O sólo lo notaba porque deseaba tanto que Bella me viera del mismo modo? Nosotros éramos siempre atractivos a nuestra presa. Nunca había pensado tanto en ello antes. Por lo general–a no ser que, como con gente como Shelly Cope y Jessica Stanley, había repetición constante para amortiguar el horror–el miedo pateaba rápidamente después de la atracción inicial.

            Una mesa para dos incité cuando la anfitriona no habló.

            Uhmm. ¡Qué voz!

            —Oh, sí. Bienvenidos a La Bella Italia. Por favor, síganme sus pensamientos eran preocupados, calculando.

            Tal vez ella es su prima. No podría ser su hermana, no se parecen en nada. Pero familia, definitivamente. Él no puede estar con ella.

            Los ojos humanos estaban nublados; no veían nada claramente. ¿Cómo podría ser que esta mujer de mente reducida encontrara mis señuelos físicos–trampas para presa–tan atractivos y aún así ser incapaz de ver la suave perfección de la chica a mi lado?

            Bien, no hay ninguna necesidad de echarle una mano, por si acaso—pensó la anfitriona mientras nos conducía a una mesa familiar en medio de la parte más atestada del restaurante. ¿Puedo darle mi número mientras ella está allí?—reflexionó.

            Saqué un billete de mi bolsillo trasero. La gente era invariablemente cooperativa cuando el dinero estaba implicado.

            Bella ya estaba tomando el asiento que la anfitriona indicó sin objeción. Negué con mi cabeza hacia ella y vaciló, ladeando su cabeza hacia un lado con curiosidad. Sí, ella sería muy curiosa esta noche. Una muchedumbre no era el lugar ideal para esta conversación.

            ¿Quizás algo más privado? solicité a la anfitriona, dándole el dinero. Sus ojos se ensancharon en la sorpresa y luego se estrecharon mientras su mano se cerraba alrededor del dinero.

            Seguro.

            Echó una ojeada al dinero mientras nos condujo alrededor de una pared divisora.            ¿Cincuenta dólares para una mejor mesa? Rico, también. Eso tiene sentido–apuesto que su chaqueta cuesta más que mi último pago. Demonios. ¿Por qué quiere privacidad con ella?

            Nos ofreció una cabina en una esquina tranquila del restaurante donde nadie sería capaz de vernos–de ver las reacciones de Bella a lo que sea que le dijera. No tenía ninguna pista de lo que ella querría de mí esta noche. O lo que le daría.

            ¿Cuánto había adivinado? ¿Qué explicación de los acontecimientos de esta se había hecho?

            ¿Algo como esto? preguntó la anfitriona.

            Perfecto le dije y, sintiéndome ligeramente molesto por su actitud resentida hacia Bella, le sonreí extensamente, exponiendo mis dientes. Le dejé verme claramente.

            ¡Caray!Uhm... su camarera estará aquí en un momento—. No puede ser real. Quizá desaparezca… quizá escriba mi número sobre su plato con salsa marinara…Ella divagó mientras se alejaba, enlistando un poco hacia un lado.

            Raro. Todavía no estaba asustada. De pronto recordé las burlas de Emmett sobre mí en la cafetería, hace tantas semanas. Apuesto que yo podría haberla asustado mucho más.

            ¿Estaba perdiendo mi toque?

            De verás, no deberías hacerle eso a la genteBella interrumpió mis pensamientos en un tono de desaprobación—. Es muy poco justo.

            Miré fijamente a su expresión crítica. ¿A qué se refería? No había asustado a la anfitriona en absoluto, a pesar de mis intenciones.

            ¿Hacer qué?

            Deslumbrarlas... Probablemente, ahora está en la cocina hiper ventilando.

            Uhm. Bella estaba casi en lo cierto. La anfitriona estaba sólo semi-coherente en este momento, describiendo su evaluación incorrecta de mí a su amiga del personal.

            Oh, vamos— Bella me regañó cuando no contesté inmediatamente—. Tienes que saber el efecto que produces en los demás.

            ¿Deslumbro a la gente? era una manera interesante de llamarlo. Bastante exacto para esta noche. Me pregunté por qué la diferencia…

            ¿No te has dado cuenta? — Preguntó, todavía crítica—. ¿Crees que todos ceden con tanta facilidad?

            ¿Te deslumbro a ti? expresé mi curiosidad impulsivamente y luego las palabras salieron y ya era demasiado tarde para recogerlas.

            Pero antes de que tuviera tiempo para lamentar haberlo dicho en voz alta, ella contestó.

            Con frecuencia —dijo y sus mejillas tomaron un brillo débilmente rosado.

            La deslumbraba.

            Mi corazón silencioso se hinchó con la esperanza más intensa que yo alguna vez podría recordar haber sentido.

            ¡Hola! alguien dijo–la camarera, presentándose. Sus pensamientos eran ruidosos y más explícitos que los de la anfitriona pero le bajé el volumen. Miré fijamente a Bella, viendo la sangre que se extendía por sus mejillas, no notando como esto hizo una llama en mi garganta, sino más bien como esto hacía brillar su hermoso rostro, como accionaba el color crema su piel.

La camarera esperaba algo de mí. Ah, ella había pedido nuestra orden de bebidas. Seguí mirando fijamente a Bella y la camarera de mala gana giró para mirarla, también.           ¿Puedo tener una Coca-Cola? dijo Bella, como si esperara una aprobación.

            Dos Coca-Colas me enmendé. Sed–sed humana, normal–era un signo de shock. Me aseguraría que tuviera el azúcar suplementario de la gaseosa en su sistema.            Se veía sana, aunque más que sana, radiante.

            ¿Qué pasa? exigió saber, preguntándose por qué yo la miraba fijamente, adiviné. Era vagamente consciente de que la camarera se había marchado.

            ¿Cómo te sientes? pregunté. Parpadeó, sorprendida por la pregunta.

            Estoy bien.

            ¿No tienes mareos, ni frío, ni malestar…? Se veía incluso más confundida ahora.

            ¿Debería?

            Bueno, de hecho esperaba que entraras en estado de shock Medio sonreí, esperando su negación. Ella no querría que la cuidaran.

            Le tomó un minuto contestarme. Sus ojos ligeramente se desenfocaron, hacía eso a veces cuando le sonreía. ¿Estaba… deslumbrada?

            Me hubiese encantado creer eso.

            Dudo que eso vaya a suceder. Siempre se me ha dado muy bien reprimir las cosas desagradables —contestó, un poco sin aliento. ¿Tendría mucha práctica con cosas desagradables, entonces? ¿Su vida siempre estaba en riesgo?

            Da igual— le dije—. Me sentiré mejor cuando hayas tomado algo de glucosa y comida.

            La camarera volvió con las Coca-Colas y una cesta de pan. Ella los puso delante de mí y pidió mi orden, tratando de atrapar mi mirada en el proceso. Indiqué que debería asistir a Bella y se volvió hacia ella. Tenía una mente vulgar.

            Umm—… Bella echó un vistazo rápidamente al menú—. Tomaré los raviolis de setas

            La camarera giró hacia mí con impaciencia.

            ¿Y usted?

            Nada para mí.

            Bella hizo una cara leve. Um. Debe haber notado que nunca como. Ella notaba todo. Yo siempre me olvidaba de ser cuidadoso a su alrededor.

            Esperé a que estuviéramos solos otra vez.

            —Bebe —insistí.

            Estuve sorprendido cuando condescendió inmediatamente y sin objeción. Bebió hasta que el cristal estuvo completamente vacío, entonces empujé la segunda Coca-Cola hacia ella, frunciendo el ceño un poco. ¿Sed o shock?

            Bebió un poco más y se estremeció.

            ¿Tienes frío?

            Es sólo la Coca-Cola dijo, pero tembló otra vez, sus labios vibraron ligeramente como si sus dientes estuvieran a punto de castañear.

            La bonita blusa que llevaba era demasiado delgada para protegerla suficientemente; esta se le adhirió como una segunda piel, casi tan frágil como la primera.

            ¿No tienes una chaqueta?

            — ella miró alrededor de sí misma, un poco perpleja—. Vaya, la he dejado en el auto de Jessica.

            Me quité mi chaqueta, deseando que el gesto no fuera estropeado por mi temperatura corporal. Habría sido agradable haber sido capaz de ofrecerle un abrigo caliente. Ella me miró fijamente, sus mejillas se ruborizaban otra vez. ¿Qué pensaba ella ahora?

            La di la chaqueta a través de la mesa, y se la puso inmediatamente; y se estremeció otra vez.

            Sí, sería muy agradable ser cálido.

            Gracias dijo. Respiró profundamente y empujó las mangas largas hacia atrás para liberar sus manos. Tomó otro profundo respiro.

             ¿Finalmente le haría efecto lo sucedido en la noche? Su color todavía estaba bien; su piel era de crema y rosas contra el profundo azul de su camisa.

            Tu piel tiene un aspecto encantador con ese color azul la alagué, simplemente siendo honesto.

            Tenía buen aspecto, pero no había ninguna razón para desechar posibilidades. Le acerqué la cesta del pan.

            De verdad—, se opuso, adivinando mis motivos—. No entrare en shock.

            Pues deberías, una persona normal lo haría y tú ni siquiera pareces alterada la miré fijamente con desaprobación, preguntándome por qué ella no podía ser normal preguntándome si realmente quería que ella fuera de esa manera.

            Me siento segura contigo dijo, sus ojos, otra vez, llenos de confianza. Confianza que no merecía.

            Sus instintos estaban del todo incorrectos. Al revés. Ese debía ser el problema. Ella no reconocía el peligro de la manera que un ser humano debería hacerlo. Tenía la reacción opuesta. En vez de correr ella se quedaba, atraída a lo que debería tenerle pavor.

            ¿Cómo podía protegerla de mí cuando ninguno de los dos quería eso?

            —Esto es más complicado de lo que pensaba —murmuré.

            Podía verla volcar mis palabras en su cabeza y me pregunté qué había hecho con ellas. Tomó un pedazo de pan y comenzó a comérselo sin parecer consciente de la acción. Masticó por un momento y luego inclinó su cabeza hacia un lado pensativa.

            Normalmente estás de mejor humor cuando tus ojos brillan dijo en un tono ocasional.

            Su observación, que indicaba aquel hecho me dejó atónito.

            ¿Qué?

            Estás de mal humor cuando tienes los ojos negros. Entonces, me lo veo venir, tengo una teoría al respecto añadió ligeramente.

            Entonces ella se había venido haciendo su propia explicación. Desde luego la tenía. Sentí un profundo temor al preguntarme cuan cerca estaba de la verdad.

            ¿Más teorías?

            Aja —dijo y masticó otro poco, completamente despreocupada. Como si no hablara de los aspectos de un monstruo con el monstruo mismo.

            Espero que esta vez hayas sido más creativamentí cuando no continuó. Lo que realmente esperaba era que estuviera a millas de la verdad—. ¿O sigues tomando ideas de los cómics?

            Bueno, no, no lo saqué de un cómic dijo ella, un poco avergonzada—. Pero tampoco me la he inventado.

            ¿Y? pregunté entre dientes.

            Seguramente no hablaría con tanta calma si estuviera a punto de gritar.

            Mientras vacilaba, mordiendo su labio, la camarera reapareció con la comida para Bella. Le puse poca atención a la camarera cuando puso el plato delante de Bella y luego preguntó si quería algo.

            Decliné, pero pedí más Coca-Cola. La camarera no había notado los vasos vacíos.

            ¿Qué decías? incité con inquietud en cuanto Bella y yo estuvimos solos otra vez.

            Te lo diré en el auto— dijo en voz baja. Ah, esto podría salir mal. No estaba dispuesta a hablar de sus conjeturas alrededor de otros—. Si...—agregó de repente.

            ¿Hay condiciones? estaba tan tenso que casi gruñí las palabras.

            —Tengo algunas preguntas, por supuesto.

            Por supuesto estuve de acuerdo. Mi voz sonaba dura.

            Sus preguntas probablemente serían suficientes para decirme adónde se dirigían sus pensamientos. ¿Pero cómo le contestaría? ¿Con mentiras responsables? ¿O la ahuyentaría con la verdad? ¿O no diría nada, incapaz de decidir?

            Estuvimos en silencio mientras la camarera rellenó su suministro de gaseosa.

            Bien, adelante dije, con la mandíbula cerrada, cuando la camarera se fue.

            ¿Por qué estás en Port Ángeles? Era una pregunta demasiado fácil–por ella. No me delataba, mientras que mi respuesta, de ser verídica, le revelaría demasiado. Entonces decidí dejarla en suspenso.

            Siguiente pregunta dije.

            Pero ésa es la más fácil.

            Siguiente pregunta dije otra vez.

            Estaba frustrada por mi negativa. Alejo su mirada, hacia a su alimento.

            Despacio, para pensar seriamente, tomó un raviol y masticó con deliberación.

            De pronto, mientras comía, una extraña comparación cruzó mi mente. Solo por un segundo, vi a Perséfone, con su granada en mano. Condenándose a sí misma al inframundo.

            ¿Eso era lo que yo era? El mismísimo Hades, codiciando la primavera, robándola, condenándola a una noche eterna. Traté, sin éxito, de borrar esa impresión.

            Ella tragó su comida con más Coca-Cola y luego, finalmente alzó la vista hacia mí. Sus ojos estrechos con la sospecha.

            En tal caso, de acuerdo— dijo—. Supongamos que, hipotéticamente, alguien es capaz de... Saber qué piensa la gente, de leer sus mentes, ya sabes, salvo unas cuántas excepciones.

            Podría ser peor.

            Eso explicó la pequeña media sonrisa en el auto. Era rápida–nadie más había adivinado esto sobre mí, nunca. Excepto Carlisle y había sido bastante obvio entonces, al principio, cuando contestaba todos sus pensamientos como si él me hubiera hablado en voz alta. Él lo había entendido antes que yo.

            Esta pregunta no era tan mala. Mientras era claro que ella sabía que había algo malo conmigo, no era tan serio como podría haber sido. La telepatía no era, después de todo, una faceta canónica de la vida de un vampiro. Le seguí el juego de su hipótesis.         Solo una excepcióncorregí—. Hipotéticamente.

            Ella lucho contra una sonrisa–mi honestidad vaga la complació.

            —De acuerdo entonces, una sola excepción. ¿Cómo funciona? ¿Qué limitaciones tiene? ¿Cómo podría ese alguien... encontrar a otra persona en el momento adecuado? ¿Cómo sabría que ella está en un apuro?

            ¿Hipotéticamente?

            —Seguro —sus labios tensos y sus ojos marrones líquidos estaban impacientes.

            Buenovacilé—. Si... ese alguien…

            —Supongamos que se llama Joe sugirió.

            Tuve que sonreír a su entusiasmo. ¿Realmente pensaba que la verdad sería algo bueno? ¿Si mis secretos fueran agradables, por qué se los ocultaría?

            En ese caso, Joeestuve de acuerdo—. Si Joe hubiera estado atento, la sincronización no tendría por qué haber sido tan exacta—. Sacudí mi cabeza y reprimí un estremecimiento al pensar cuan cerca había estado de llagar muy tarde—. Sólo tú podrías meterte en líos en un sitio tan pequeño. Destrozarías las estadísticas de delincuencia para una década, ya sabes.

            Sus labios se curvaron hacia abajo en las esquinas, poniendo mala cara.

            Hablábamos de un caso hipotético.

            Me reí de su irritación.

            Sus labios, su piel… se veían tan suaves. Quería ver si eran tan aterciopelados como parecían. Imposible. Mi taco le sería repelente..

            Sí, cierto— dije, volviendo a la conversación antes de que pudiera deprimirme demasiado.¿Qué tal si le llamamos Jane?

            Se inclinó a través de la mesa hacia mí, todo el mal humor y la irritación se había ido de sus amplios ojos.

            ¿Cómo lo supiste? preguntó, su voz era baja e intensa.

            ¿Debería decirle la verdad? ¿Y, si es así, qué parte?

            Quise decirle. Quise merecer la confianza que todavía podía ver en su cara.

            Puedes confiar en mí, ya lo sabes estiró una mano hacia adelante como si fuera a tocar mis manos donde descansaban sobre la mesa vacía delante de mí.

            Las retiré–odiando pensar en su reacción de rechazo a mi piel frígida de piedra–y ella dejó caer su mano.

            Sabía que podría confiar en ella la protección de mis secretos; ella era enteramente honorable, buena hasta el tuétano. Pero no podía confiar en que no la horrorizarían. Ella debería estar horrorizada. La verdad era el horror.

            No sé si tengo otra alternativa— murmuré. Recordé que una vez le tomé el pelo llamándola 'excepcionalmente distraída'. Ofendido, si había juzgado sus expresiones correctamente. Bien, pondría acomodar esa injusticia, al menos—. Me equivoqué. Eres mucho más observadora de lo que pensaba.

            Y aunque ella no pudiera comprenderlo, ya le había dado mucho crédito por eso.

            Creí que siempre tenías razón dijo ella, riendo tomándome el pelo.

            Así era solía saber lo que hacía. Solía estar siempre seguro de mí mismo. Y ahora todo era caos y tumulto. Aún así no lo cambiaria. No si el caos significaba que yo no podía estar con Bella.

            Hay otra cosa en la que también me equivoqué contigo— continué, dejando claro el segundo punto—. No eres un imán para los accidentes... Esa no es una clasificación lo suficientemente extensa. Eres un imán para los problemas. Si hay algo peligroso en un radio de quince kilómetros, inexorablemente te encontrará.

            ¿Por qué ella? ¿Qué había hecho ella para merecer esto?

            Su rostro se puso serio de nuevo.

            ¿Te incluyes en esa categoría?

            La honestidad era más importante para esta pregunta que para cualquier otra.

            Sin ninguna duda.

            Sus ojos se estrecharon ligeramente, no de forma sospechosa, pero de una manera extraña con preocupación. Sus labios se curvaron hacia esa sonrisa que solo le había visto específicamente cuando confrontaba el dolor de alguien más. Estiró su mano a través de la mesa otra vez, despacio y deliberadamente. Retiré mis manos una pulgada de distancia de ella, pero no hizo caso de esto, determinada a tocarme. Contuve la respiración, no debido a su olor ahora, pero debido a la tensión repentina, aplastante. Miedo. Mi piel la repugnaría. Huiría.

            Entonces cepilló con la yema de sus dedos ligeramente a través del dorso de mi mano. El calor de su toque apacible, dispuesto, no se pareció a nada que alguna vez haya sentido. Fue casi como puro placer. Lo habría sido, excepto por mi miedo. Miré su cara mientras sentía la piedra fría de mi piel, todavía incapaz de respirar.

             Su sonrisa de preocupación cambió a una más amplia, más cálida.

            Gracias—,dijo, mirándome, fijamente con esa mirada intensa propia de ella—. Es la segunda vez.

            Sus dedos suaves se quedaron en mi mano como si encontraran agradable el estar allí.

            Le contesté lo más casual que fui capaz.

            No dejarás que haya una tercera, ¿de acuerdo?

            Ella no me lo reprochó, pero cabeceó afirmativamente.

            Retiré mis manos de debajo de las suyas. Tan exquisito como su toque se sintió, no iba a esperar a que la magia de su tolerancia se pasara y se transformara en  repulsión. Oculté mis manos bajo la mesa.

            Leí sus ojos; aunque su mente fuera silenciosa, podía percibir tanta confianza como preocupación en ellos. Comprendí en aquel momento que quería contestar sus preguntas. No porque se lo debía. No por querer que confiara en mí.

            Quería que ella me conociera.

            Te seguí a Port Ángeles— le dije, las palabras salían en tropel demasiado rápido para corregirlas. Conocía el peligro de la verdad, el riesgo que tomaba. En cualquier momento, ella tranquilamente podría romper en histeria. De un modo contrario, sabiendo esto me puse a hablar más rápido—. Nunca antes había intentado mantener con vida a alguien en concreto y es mucho más problemático de lo que creía, pero eso tal vez se deba a que se trata de ti. La gente normal parece capaz de pasar el día sin tantas catástrofes.

            La miré, esperando su reacción.

            Ella sonrío ampliamente de nuevo. Sus ojos, claros, oscuros se veían más profundos que nunca.

            Acababa de admitir que la estaba acechando y ella sonreía.

            ¿Crees que me había llegado la hora la primera vez, cuando ocurrió lo de la furgoneta y que has interferido en el destino? Ella preguntó.

            esa no fue la primera vez dije, apartando la vista hacia el piso oscuro, mis hombros inclinados por la vergüenza. Mis barreras estaban bajas y la verdad todavía se derramaba imprudentemente—. La primera fue cuando te conocí.

            Era verdad y esto me enfadó. Yo había colocado su vida sobre la lámina de una guillotina. Era como si ella hubiera sido marcada para morir por algún destino cruel, injusto, y ya que yo había demostrado ser un instrumento poco confiable, el mismo destino siguió tratando de ejecutarla. Me imaginé al destino personificado en a una bruja espantosa, celosa, una arpía vengativa.

            Quise hacer responsable a alguien de esto de modo que pudiera luchar contra algo en concreto. Alguien a quien destruir, de modo que Bella pudiera estar segura.

            Bella estaba muy callada; su respiración se había acelerado.

            Alcé la vista hacia ella, sabiendo que finalmente vería el miedo que esperaba. ¿Acababa de admitir cuán cerca había estado de matarla? ¿Más cerca que cuando la furgoneta había estado a milímetros de quitarle la vida aplastándola? Y sin embargo, su cara todavía estaba relajada, sus ojos estaban apretados sólo por el interés.

            ¿Lo recuerdas?

            dijo, su voz nivelada y grave, sus profundos ojos estaban llenos de conciencia.

            Ella sabía. Ella sabía que había querido asesinarla. ¿Dónde estaban los gritos?

            Y aun así estás aquí sentada dije, advirtiendo la contradicción inherente.

            Sí, estoy aquí... Gracias a tisu expresión cambió, fue un giro curioso, el cómo cambió mi versión—. Porque de alguna manera has sabido encontrarme hoy.

            Sin esperanzas, empujé otra vez contra la barrera que protegía sus pensamientos, desesperado por entender. Esto no tenía ninguna lógica. ¿Cómo aún podía preocuparse por el resto con aquella verdad evidente sobre la mesa?

            Ella esperó, curiosa. Su piel era pálida, que era natural para ella, pero esto todavía me preocupaba. Su cena estaba casi intacta delante de ella. Si seguía diciéndole demasiado, iba a necesitar un colchón cuando el shock le cayera encima.

            Entonces indique mis condiciones

            Tú comes y yo hablo procesó esto durante medio segundo y lanzó un raviol a su boca con una velocidad que desdibujo su tranquilidad. Estaba más ansiosa por mi respuesta de lo que mostraban sus ojos.

            Seguirte el rastro es más difícil de lo habitualle dije—. Normalmente puedo hallar a alguien con suma facilidad siempre que haya «oído» su mente antes.

            Miré su cara con cuidado cuando dije esto. Aceptar era una cosa, confirmar era otra.

            Esperaba inmóvil  y tenía sus ojos bien abiertos. Me sentí apretar los dientes, esperando su pánico.

            Pero ella solo parpadeó una vez, tragó fuerte, y luego rápidamente envío otro raviol a su boca. Quería que siguiera.

            Vigilaba a Jessica sin mucha atención—, continué, mirando cómo absorbía cada palabra—. Como te dije, sólo tú puedes meterte en líos en Port Ángeles.

            No me podía resistir a agregar eso. ¿Comprendía que otras vidas humanas no eran molestadas con experiencias cercanas a la muerte, o pensaba que esas cosas que le pasaban a ella eran normales?

            Al principio no me di cuenta de que te habías ido por tu cuenta y luego, cuando comprendí que ya no estabas con ellas, fui a buscarte a la librería que vislumbré en la mente de Jessica. Te puedo decir que sé que no llegaste a entrar y que te dirigiste al sur. Sabía que tendrías que dar la vuelta pronto, por lo que me limité a esperarte, investigando al azar en los pensamientos de los viandantes para saber si alguno se había fijado en ti, y saber de ese modo dónde estabas. No tenía razones para preocuparme, pero estaba extrañamente ansioso…mi respiración se aceleró cuando recordé el sentimiento de pánico. Su olor ardió en mi garganta y me alegré. Este era un dolor que quería decir que ella estaba viva.

            Mientras me quemara, ella estaría segura.

            Comencé a conducir en círculos, seguía alerta— esperé que lo que decía tuviera sentido para ella. Esto debía serle confuso—. El sol se puso al fin y estaba a punto de salir y seguirte a pie cuando...

            La memoria volvió a mí y el recuerdo perfectamente claro, como si estuviera viviéndolo de nuevo. Sentí la misma furia cruel esparcirse por mi cuerpo, encerrándolo en el hielo.

            Lo quise muerto. Debería estar muerto. Mi mandíbula se apretó tratando de concentrarme aquí en la mesa. Bella todavía me necesitaba. Eso era lo que importaba.

            ¿Qué pasó entonces? —susurró, sus ojos oscuros enormes.

            Oí lo que pensabandije entre dientes, incapaz de impedir a las palabras salir en un gruñido—. Y vi tu rostro en sus mentes.

            Todavía conocía con precisión dónde encontrarlo. Sus pensamientos negros aspirados en el cielo de la noche, tironeándome.

            Cubrí mi cara, sabiendo que mi expresión debía ser la de un cazador, un asesino. Fijé la imagen de ella detrás de mis ojos cerrados para controlarme. El marco delicado de sus huesos, la delgada envoltura de su piel pálida, como seda estirada sobre cristal, increíblemente suave y fácil de romperse. Ella era demasiado vulnerable para este mundo. Ella necesitaba un protector. Y, por algún mal manejo retorcido del destino, yo era la cosa más cercana disponible.

            Traté de explicar mi reacción violenta de modo que ella entendiera.

            Resultó duro, no sabes cuánto, dejarlos... Vivos— susurré—. Te podía haber dejado ir con Jessica y Ángela, pero temía que, si me dejabas solo, iría por ellos.

            Era la segunda vez esta noche, que confesaba un intento de asesinato. Al menos éste era defendible.

            Estaba tranquila mientras luchaba para controlarme. Escuché el latido de su corazón. El ritmo era irregular, pero este era más lento a medida que avanzaba el tiempo hasta que fue estable otra vez. Su respiración también era baja, pero estable.

            Estaba muy cerca de flaquear. Tenía que llevarla a casa antes de…

            ¿Lo mataría entonces? ¿Volvería a ser un asesino cuándo ella había confiado en mí? ¿Había algún camino que me frenara?

            Había prometido decirme su última teoría cuando estuviéramos solos. ¿Querría oírla? ¿Estaba ansioso de eso, pero sería la recompensa por mi curiosidad peor que no saber?

            Por lo menos, ella consiguió mucha verdad para una noche.

            La miré otra vez  y su cara estaba más pálida que antes, pero se compuso.

            ¿Estás lista para ir a casa? pregunté.

            Lo estoy para salir de aquí dijo, escogiendo sus palabras con cuidado, como si un simple 'sí' no expresara lo que ella quería decir.

            Frustración.

            La camarera volvió. Había oído la última declaración de Bella al estar nerviosa del otro lado del mostrador, preguntándose qué más podría ofrecerme. Quise poner los ojos en blanco ante algunos de los ofrecimientos que ella había tenido en mente.

            ¿Qué tal todo? me preguntó.

            Dispuestos para pagar la cuenta, gracias le dije, mirando a Bella.

            La respiración de la camarera se detuvo y estuvo momentáneamente–por usar la expresión de Bella–deslumbrada con mi voz.

            En un momento repentino de percepción, oyendo el modo en que mi voz sonaba en la cabeza de esta humana inconsecuente, comprendí por qué parecía atraer tanta admiración esta noche–intacta por el miedo habitual.

            Era debido a Bella. Intentando tanto ser seguro para ella, ser menos espantoso, ser humano, yo realmente había perdido mi marca. Los otros humanos sólo veían la belleza ahora, con mi horror innato tan controlado.

            Alcé la vista a la camarera, esperando que se recuperara. Esto era medio cómico, ahora que entendía la razón.

            Se...seguro. Aquí la tiene me dio la carpeta con la cuenta, pensando en la tarjeta que había deslizado detrás del recibo, con su nombre y número de teléfono.

            Sí, era bastante gracioso.

            Yo tenía el dinero listo otra vez. Devolví la carpeta inmediatamente, entonces no se gastaría esperando una llamada que nunca recibiría.

            Quédese con el cambio— le dije, esperando que el tamaño del vuelto aliviaría su decepción.

            Me levanté y Bella me siguió rápidamente. Quise ofrecerle mi mano, pero pensé que eso podría empujar mi suerte demasiado lejos para una noche. Le agradecí a la camarera, mis ojos nunca dejaron la cara de Bella.

            Bella pareció encontrar algo divertido, también.

            Caminé tan cerca de ella como me atreví, tan cerca que calor que emanaba su cuerpo era lo bastante fuerte para parecerse a un toque físico contra el lado izquierdo de mi cuerpo. Sostuve la puerta para ella, suspiró silenciosamente, y me pregunté qué pesar la hizo entristecerse. La miré a los ojos, apunto de preguntarle, cuando de repente miró hacia el suelo, pareciendo avergonzada. Esto me dio más curiosidad, pero estaba menos dispuesto a preguntar. El silencio entre nosotros continúo mientras abrí su puerta del auto y entró.

            Encendí la calefacción dado que la noche fría cayó abruptamente y el coche frío debía ser incómodo para ella. Se acurrucó en mi chaqueta, con una pequeña sonrisa sobre sus labios.

            Esperé, aplazando la conversación hasta que las luces de la ciudad se alejaron.

Lo que me hizo sentirme más solo con ella.

            ¿Era lo correcto? El auto parecía muy pequeño. Su olor se arremolinó en él con la corriente de la calefacción, construyéndolo y reforzándolo. Esto se convirtió en su propia fuerza, como una tercera entidad dentro del auto. Una presencia que exigía reconocimiento.

            Tenía eso; me quemaba. La quemazón era aceptable, aunque me pareció de una manera extrañamente apropiada. Me habían dado tanto esta noche, más de lo que había esperado. Y ella estaba aquí, todavía de buen modo a mi lado. Le debía algo a cambio de esto. Un sacrificio. Un ofrecimiento quemado.

            Ahora, si yo solo pudiera mantener esto; solo la quemazón, y nada más. Pero el veneno llenó mi boca, y mis músculos se tensaron con anticipación, como si estuviera de caza.

            Tenía que mantener tales pensamientos fuera de mi mente y sabía que me distraería.

            Ahora— le dije, el miedo de su respuesta me llevó al borde de la quemazón. Te toca a ti.

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