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12. COMPLICACIONES

BELLA Y YO CAMINAMOS EN SILENCIO HACIA BIOLOGÍA. LE PASAMOS POR UN LADO A ÁNGELA WEBER, caminando lentamente por la acera, discutiendo una tarea con un chico de la clase de Matemáticas, esperaba más decepción, solo para sorprenderme por su tono de nostalgia.

            Ah, entonces sí había algo que Ángela quería. Desafortunadamente, no era algo que pudiera ser fácilmente envuelto en regalo.

            Me sentí extrañamente consolado por un momento escuchando el anhelo desesperanzado de Ángela. Un sentido de afinidad pasó a través de mí y fui, por un segundo, uno de la misma especie que la chica humana.

            Era extrañamente consolador saber que no era el único que estaba viviendo una trágica historia de amor. Los corazones rotos estaban por todas partes.

            En el segundo siguiente estaba abruptamente irritado. Porque la historia de Ángela no tenía por qué ser trágica. Ella era humana y él era humano, y la diferencia que parecía tan insuperable en su cabeza era ridícula, verdaderamente ridícula comparada con mi propia situación. ¿Por qué esta historia no podía tener un final feliz?

            Yo quería regalarle algo… bueno le daría lo que ella quería. Sabiendo lo que sabía de la naturaleza humana, esto probablemente no sería difícil.

            Escudriñé la conciencia del chico que estaba a su lado, el objeto de sus afectos, y él no parecía indiferente: él estaba en la misma dificultad en la que estaba ella.

            Todo lo que debía hacer era plantear la sugerencia.

            El plan se formó fácilmente; el guión se escribió por sí solo sin esfuerzo por mi parte. Necesitaría la ayuda de Emmett. Hacer que me siguiera la corriente con esto era donde estaba la verdadera dificultad. La naturaleza humana era más fácil de manipular que la naturaleza inmortal.

            Estaba complacido con mi solución, con mi regalo para Ángela. Era una linda distracción de mis propios problemas. Desearía que los míos fuesen tan fácilmente arreglados.

            Mi humor estaba un poco mejor cuando Bella y yo tomamos nuestros asientos. Quizás debería ser más positivo. Quizás había una solución para nosotros escapándome, la obvia solución de Ángela era tan invisible para ella. No es probable… ¿pero para qué desperdiciar tiempo con desesperanza? No tenía tiempo para desperdiciar cuando se trataba de Bella. Cada segundo importaba.

            El Sr. Banner entró arrastrando una antigua tele y video. Estaba saltándose una sección de la que no estaba particularmente interesado–desordenes genéticos–mostrando una película por los próximos tres días. El aceite de Lorenzo no era una pieza muy alegre, pero eso no detuvo la emoción en el aula. Sin tomar notas, sin pruebas. Los humanos estaban exultados.

            A mí no me importaba, de todos modos. No estaba planeando prestarle atención a nada, excepto a Bella.

            Hoy no alejé mi silla de la suya para darme espacio para respirar. Al contrario, me senté más cerca de ella como cualquier otro humano haría. Más cerca de lo que nos habíamos sentado en mi auto, lo suficientemente cerca para que mi lado izquierdo se sintiera sumergido en el calor de su piel.

            Fue una experiencia extraña, tanto disfrutable como destructora de mis nervios, pero prefería esto a sentarme al otro lado de la mesa lejos de ella. Era más de lo que estaba acostumbrado y rápidamente me di cuenta que no era suficiente. No estaba satisfecho. Estando así de cerca solo me hacia querer estar más cerca.

            La había acusado de ser un imán para el peligro. Ahora se sentía como una verdad literal. Yo era peligroso, y, con cada pulgada que me permitía estar más cerca de ella, su atracción crecía con fuerza.

            Y luego el Sr. Banner apagó las luces.

            Fue raro cuánta diferencia hizo esto, considerando que la falta de luz significaba poco para mis ojos. Podía ver tan perfectamente como antes. Cada detalle del aula estaba claro.

            Entonces, ¿por qué el repentino shock de electricidad en el aire? ¿Era porque sabía que era el único que podía ver con claridad? ¿Era porque Bella y yo éramos invisibles para los demás? Como si estuviéramos solos, solo nosotros dos, escondidos en el aula oscura, sentados tan cerca el uno del otro.

            Mi mano se movió sin mi permiso hacia ella. Solo para tocar su mano, para sostenerla en la oscuridad. ¿Sería eso un error tan horripilante? Si mi piel le molestaba, ella solo debía alejar la suya.

            Regresé mi mano ,crucé mis brazos fuertemente alrededor de mi pecho y apreté mis manos cerradas. Sin cometer errores, me lo había prometido a mí mismo. Si sostuviera su mano, solo querría más–otro insignificante toque, otro movimiento más cerca de ella. Podía sentirlo. Un nuevo tipo de deseo estaba creciendo en mí, trabajando para derribar mi autocontrol.

            Sin cometer errores.

            Bella cruzó sus brazos sobre su pecho y cerró sus manos en puños, como yo.

            ¿En qué estas pensando? Me estaba muriendo por susurrarle esas palabras, pero el aula estaba tan en calma como para interrumpirlo con una conversación en susurros.

            La película empezó, iluminando solo un poco la oscuridad. Bella me miró. Ella notó la rígida postura en la que sostenía mi cuerpo–como ella–y sonrió. Sus labios se separaron un poco y sus ojos se veían llenos de una cálida invitación.

            O quizás yo solo estaba viendo lo que quería ver.

            Le devolví la sonrisa, su respiración se entrecortó con jadeo y miró rápidamente hacia otro lado.

            Eso lo hizo peor. No conocía sus pensamientos, pero de repente estaba seguro de que antes tuve razón y que ella sí quería que la tocara. Ella sintío este peligroso deseo como yo.

            Entre su cuerpo y el mío, la electricidad zumbaba.

            Ella no se movió la hora entera, manteniendo su rígida y controlada postura, como yo mantenía la mía. De vez en cuando ella me miraba otra vez, y la zumbeante electricidad se sacudiría a través de mí con un repentino shock.

            La hora paso–lentamente, y aun así, no lo suficientemente lento. Esto era tan nuevo, podía haberme sentado con ella así por días, solo para experimentar este sentimiento completamente.

            Tuve una docena de diferentes discusiones conmigo mientras los minutos pasaban, luchando racionalmente con el deseo.

            Finalmente, el señor Banner encendió las luces otra vez.

            En la luminosidad de la luz fluorescente, la atmósfera del aula volvió a la normalidad. Bella suspiró y se estiró, flexionando sus dedos en frente de ella. Debió ser incómodo para ella mantener esa posición por tanto tiempo. Fue más fácil para mí–la quietud venía naturalmente.

            Me reí entre dientes ante la expresión de alivio de su rostro.

            Bueno ha sido interesante.

            Umm murmuró, claramente entendiendo a qué me refería, pero sin hacer ningún comentario al respecto. Que no hubiera dado por saber qué era lo que estaba pensando ahora.

            Suspiré. Desearlo, mas no iba a ayudarme con eso.

            —¿Nos vamos? Le pregunté mientras me ponía de pie.

            Ella hizo una mueca y se tambaleó sobre sus pies, se sujetó de la mesa como si tuviera miedo de caerse.

            Podría ofrecerle mi mano. O podría poner mi mano debajo de su codo–ligeramente–y estabilizarla. Seguramente no sería una infracción tan terrible.

            Sin cometer errores.

            Ella estuvo muy callada cuando caminamos hacia el gimnasio. La arruga entre sus ojos estaba en evidencia, un signo de que ella estaba pensando profundamente.

            Un toque a su piel no la lastimaría, mi egoísmo competía.

            Podría moderar fácilmente la fuerza de mi mano. No era difícil exactamente. Mi sentido táctil estaba mejor desarrollado que el de un humano: podría hacer malabares con una docena de cristales sin romper ninguno. Podría acariciar una burbuja de jabón sin reventarla. Siempre que estuviera firmemente controlado.

            Bella era como una burbuja de jabón–frágil y efímera- Temporal.

            ¿Cuánto tiempo sería capaz de justificar mi presencia en su vida? ¿Cuánto tiempo me quedaba? ¿Tendría otra oportunidad como esta, como este momento, como este segundo? Ella no estaría siempre dentro del alcance de mis brazos.

            Bella dio la vuelta para mirarme en la puerta del gimnasio y sus ojos se ensancharon ante la expresión de mi rostro. Ella no habló. Me vi a mí mismo en el reflejo de sus ojos y vi el conflicto rabioso de los míos. Vi el cambio en mi rostro cuando mi lado bueno perdió la disputa.

            Mi mano se levantó sin una orden consciente para hacerlo. Tan gentilmente como si ella estuviera hecha del vidrio más fino, como si fuera frágil como una burbuja, mis dedos acariciaron la suave piel que cubría su pómulo. Se acaloró debajo de mi tacto, y pude sentir el pulso de la sangre debajo de su transparente piel.

            Suficiente, me ordené, sin embargo mi mano quería modelar el lado de su rostro. Suficiente.

            Fue difícil alejar mi mano, de dejar de moverme más cerca de ella de lo que ya estaba. Mil posibilidades diferentes corrieron a través de mi mente en ese instante–mil maneras diferentes de tocarla. La punta de mis dedos trazando la forma de sus labios. Mi palma ahuecada debajo de su barbilla. Sacando el sujetador de su pelo y dejándolo esparcirse a través de mi mano. Mis brazos enrollándose alrededor de su cintura, sosteniéndola en contra de la longitud de mi cuerpo.

            Suficiente.

            Me esforcé por darme la vuelta, para alejarme de ella. Mi cuerpo se movió forzadamente–indispuesto a hacerlo.

            Dejé de mi mente atrás para mirarla mientras caminaba forzadamente, casi corriendo de la tentación. Capturé los pensamientos de Mike Newton–eran los más ruidosos–mientras veía a Bella caminar por su lado ignorándolo, sus ojos desenfocados y sus mejillas rojas. Él frunció el ceño y de repente mi nombre se mezcló con maldiciones en sus pensamientos; no pude evitar sonreír abiertamente en respuesta a eso.

            Mi mano me estaba hormigueando. La flexioné y luego la curvé en un puño, pero continuó como una picadura sin dolor.

            No, no la había lastimado–pero tocarla había sido un error.

            Se sentía como brasas hirviendo–como si una versión embotada de la quemazón por la sed se hubiese propagado a lo largo de mi cuerpo entero.

            La próxima vez que estuviera cerca de ella, ¿Sería capaz de frenarse para no tocarla otra vez? ¿Y si la tocaba una vez más, sería capaz de detenerme allí?

            Sin cometer más errores. Eso era todo. Saboréalo en la memoria, Edward, me dije gravemente, y mantén tus manos para ti mismo. Eso o tendría que obligarme a mí mismo a irme…de alguna manera. Porque no podía permitirme a mí mismo estar cerca de ella si insistía en cometer errores.

            Respiré profundamente y traté de estabilizar mis pensamientos.

            Emmet me alcanzó afuera del edificio de Inglés.

            Hola, Edward Se ve mejor. Raro, pero mejor. Feliz.

            Hola, Em —¿Me veía feliz? Supuse que a pesar del caos en mi cabeza me sentía de ese modo.

            Vaya manera de mantener tu boca cerrada, chico. Rosalie quiere desgárrate la lengua.

            Suspiré.

            Lo siento te dejaré manejar eso solo. ¿Estás enojado conmigo?

            No. Rose lo superará. Esto iba a pasar de todos modos.

            Con lo que Alice vio que viene

            La visión de Alice no era algo en lo que quisiera pensar ahora mismo. Miré fijamente hacia delante con los dientes apretados.

            Mientras buscaba una distracción, capté un suspiro de alivio de Ben Cheney entrando al aula de Español delante de nosotros.

            Ah–aquí estaba mi oportunidad para darle a Ángela Weber su regalo.

            Me quedé parado y agarré el brazo de Emmet.

            Espera un segundo.

            ¿Qué pasa?

            Sé que no me lo merezco, pero ¿me harías un favor de todos modos?

            —¿Qué favor? Preguntó curioso.

            Por debajo de mi respiración–y a una velocidad que hubiera hecho las palabras incomprensibles para un humano– le expliqué lo que quería.

            Me miró fijamente en blanco cuando terminé, con sus pensamientos en blanco como su rostro.

            —¿Entonces?Le pregunté—. ¿Me ayudarás a hacerlo?

            Le tomó un minuto responder.

            Pero, ¿por qué?

            Vamos, Emmet. ¿Por qué no?

            ¿Quién diablos eres tú y que has hecho con mi hermano?

            —¿No eras tú el que te quejabas que la escuela era siempre lo mismo? ¿Esto es un poquito diferente, no? Considéralo como un experimento–un experimento con la naturaleza humana.

            Se me quedó mirando por un momento antes de contestar.

            Bueno esto es diferente. Te doy la razón en eso…Bien, esta bien— Emmet bufó y luego se encogió de hombros—. Te ayudaré.

            Le sonreí de oreja a oreja sintiéndome más entusiasmado ahora porque él me ayudaría. Rosalie era una molestia, pero siempre le debería una por haber elegido a Emmett, nadie nunca ha tenido un mejor hermano que el mío.

            Emmet no tenía que practicar. Le susurré sus líneas por debajo de mi respiración una vez mientras caminábamos hacia dentro del salón.

            Ben ya estaba sentado en su asiento detrás del mío, reuniendo su tarea para entregarla. Emmett y yo nos sentamos e hicimos lo mismo. El salón no estaba en silencio todavía; el murmullo de las conversaciones continuaría hasta que la Sra. Goff pidiera atención. Ella no tenia apuro evaluando los interrogatorios de la clase anterior.

            Entonces — dijo Emmet, su voz más fuerte de lo necesario—. ¿Ya invitaste a salir a Ángela?

            El sonido de los papeles detrás de mí se detuvo abruptamente cuando Ben fijo su atención repentinamente en nuestra conversación.

            ¿Ángela? ¿Están hablando de Ángela?

            Bien ya me estaba prestando atención.

            No dije, meneando la cabeza lentamente para aparentar estar apesadumbrado.

            —¿Por qué no? — improvisó Emmet—. ¿Nos estamos quedando sin coraje?

            Le fruncí el ceño.

            No. Escuché que ella estaba interesada en otra persona.

            ¿Edward Cullen iba a invitar a salir a Ángela? Pero… no. Esto no me gusta. No lo quiero cerca de ella. Él no le conviene. No es… seguro.

            No había anticipado la caballerosidad, el instinto protector. Estaba preparado para los celos. Pero lo que sea que funcionara.

            —¿Vas a dejar que eso te detenga?Preguntó Emmett con desdén, improvisando otra vez—. ¿No soportas la competencia?

            Le volví a fruncir el ceño. Usé lo que me dio.

            Mira, creo que a ella realmente le gusta este chico Ben. No la voy a intentar convencer de que cambié de opinión. Hay otras chicas.

            La reacción en la silla detrás de mí fue eléctrica.

            —¿Quién? preguntó Emmet, volviendo al guión.

            Mi compañera de laboratorio dijo que era algún chico llamado Cheney. No estoy seguro de quién sea.

            Trate de no sonreír. Solo los Cullens podrían alejarse fingiendo no conocer a todos los estudiantes de esta minúscula escuela.

            La cabeza de Ben daba vueltas en shock.

            ¿Yo? ¿Por encima de Edward Cullen?¿Pero por qué yo le gustaría a ella?

            Edward— murmuró Emmet en un tono más bajo, poniendo los ojos en blanco en dirección al chico—. Él está detrás de ti—. Articuló con los labios, pero obviamente el humano podría fácilmente leer las palabras.

            —Oh murmuré.

            Giré en mi asiento y miré una vez al chico detrás de mí. Por un segundo, los ojos negros detrás de los anteojos estaban asustados; pero después el se envaró y cuadro sus angostos hombros, afrontando mi clara evaluación. Su mentón se levanto y un rubor de enojo oscureció su piel marrón dorada.

            Ha dije arrogantemente mientras me giraba hacia Emmet.

            Él se cree que es mejor que yo. Pero Ángela, no. Se lo demostraré...

            Perfecto.

            —¿No dijiste que ella iría al baile con Yorkie? preguntó Emmet, bufando cuando dijo el nombre del chico a quién muchos despreciaban por su torpeza.

            Eso fue una decisión grupal aparentementequería asegurarme que Ben tuviera esto claro—. Ángela es tímida. Si B… bueno, si el chico no se atreve a invitarla a salir, ella nunca se lo pediría a él.

            A ti te gustan las chicas tímidas dijo Emmet, volviendo a la improvisación.

            Chicas calladas. Chicas como… no lo sé. ¿Quizás Bella Swan?

            Le hice una mueca.

            Exactamente—, luego regresé a la actuación—. Quizás Ángela se canse de esperar. Quizás la invite al baile de graduación.

            No, no lo harás. Pensó Ben, enderezándose en la silla. ¿Entonces qué pasa si ella es mucho más alta que yo? Si a ella no le importa, entonces a mí tampoco. Ella es la chica más buena, inteligente y linda en esta escuela…y ella me quiere a mí.

            Me agradaba este Ben. Él se veía brillante y bueno. Quizás incluso valía la pena para una chica como Ángela.

            Levanté mi pulgar hacia Emmett debajo del escritorio cuando la Sra. Goff se paró y saludó a la clase.

            Ok, lo admito, eso fue algo divertido, pensó Emmet.

            Me sonreí a mí mismo, complacido de haber sido capaz de hacer avanzar una historia de amor. Estaba seguro de que Ben seguiría a través de esto, y Ángela recibiría mi regalo anónimo. Mi deuda estaba saldada.

            QuÉ tontos eran los humanos, para dejar que seis pulgadas de diferencia en la estatura confundieran su felicidad.

            Mi éxito me puso de buen humor. Sonreí otra vez mientras me acomodaba en la silla y me preparaba para el entretenimiento. Después de todo, como Bella había señalado en el almuerzo, nunca la había visto en acción en su clase de Gimnasia.

            Los pensamientos de Mike fueron los más fáciles de encontrar entre la burbuja de voces del gentío que atravesaba el gimnasio. Su mente se había vuelto tan familiar en las últimas semanas. Con un suspiro me resigné a escuchar a través de él. Al menos podía estar seguro que él le estaría prestando atención a Bella.

            Llegué justo a tiempo de escucharlo ofreciéndose a Bella para ser su compañero de bádminton; mientras le hacia la sugerencia, otra clase de compañerismo con Bella pasó por su mente. Mi sonrisa de desvaneció, apreté los dientes, y tuve que recordarme que asesinar a Mike Newton no era una opción permitida.

            Gracias Mike, no tienes por qué hacerlo, lo sabes.

            No te preocupes, me mantendré fuera de tu camino.

            Ambos se sonrieron y flashes de algunos accidentes–siempre de alguna manera conectados con Bella–pasaron por la cabeza de Mike.

            Mike jugo solo al principio, mientras que Bella dudaba en la mitad de la cancha, sosteniendo su raqueta cautelosamente, como si fuera una especie de arma capaz de explotar si se movía con demasiada brusquedad. El entrenador Clapp le ordenó a Mike que dejara jugar a Bella.

            Uh, oh. Pensó Mike mientras Bella avanzó hacia delante con un suspiro, sosteniendo su raqueta, en un ángulo extraño.

            Jennifer Ford sirvió primero, lanzando el gallito directamente hacia Bella con una vuelta engreída en sus pensamientos. Mike vio a Bella tambalearse hacia él, balanceando la raqueta a yardas anchas de su objetivo, y él se apuro a intentar salvar el voleo.

            Vi la trayectoria de la raqueta de Bella con alarma. Seguro de que rebotaría con la tensa red y la golpearía directo en la frente antes de terminar golpeando el brazo de Mike con sonoro crack.

            Ay. Ay. Ugh. Eso me dejara un moretón.

            Bella se amasaba la frente. Fue difícil quedarme en mi asiento, sabiendo que ella estaba herida. ¿Pero qué más podría hacer si estuviera allí? Y no parecía ser tan serio… vacilé, mirando.

            El entrenador se rió.

            Perdón, Newton esa chiquilla es la peor mala leche que jamás haya visto. No debería infligirla en los demás.

            Dio la media vuelta deliberadamente y se movió para ver otro partido así Bella podría volver a su rol de espectador.

            Ay, pensó Mike otra vez, masajeándose el brazo. Se volvió hacia Bella—: ¿Estás bien?

            —¿Si, y tú? preguntó ella avergonzada.

            Creo que lo estaré No quiero sonar como un bebé llorón. Pero, ¡Hombre, eso sí que duele!

            Mike giró su brazo en un círculo, haciendo una mueca de dolor.

            Me quedaré ahí atrás —dijo Bella. Vergüenza en vez de dolor en su rostro. Quizás Mike se llevo la peor parte. Ciertamente esperaba que ese fuera el caso. Al menos ella no estaba jugando más. Ella sostuvo cuidadosamente su raqueta detrás de su espalda, con sus ojos llenos de remordimiento… tuve que disfrazar mi risa, tosiendo.

            ¿De qué te ríes? Preguntó Emmet.

            Te lo digo después murmuré.

            Bella no se aventuró a jugar nuevamente. El entrenador la ignoró y dejó que Mike jugara solo.

            Terminó la tarea al final de la hora y la Sra. Goff me dejó salir temprano. Estaba escuchando intensamente a Mike mientras caminaba a través del campus. Él estaba decidido a confrontar a Bella a cerca de mí.

            Jessica jura que ellos están saliendo. ¿Por qué? ¿Por qué él tenía que elegirla a ella?

            Él no se daba cuenta que el verdadero fenómeno, era que ella me había elegido a

.

            Entonces.

            —¿Entonces, quÉ? preguntó ella.

            —¿Tú y Cullen, eh? Tú y el fenómeno. Supongo, si un chico rico es importante para ti…

            Rechiné los dientes ante su degradante suposición.

            No es de tu incumbencia, Mike.

            Defensiva. Entonces es verdad. Maldición—: No me gusta.

            No tiene por qué replicó.

            ¿Por qué no puede ella ver que espectáculo de circo es él? Como todos esos. El modo en que él la mira. Me da escalofríos.

            Él te mira…como si fueras algo comestible.

            Me estremecí, esperando su respuesta

            Su cara se tornó rojo brillante y apretó sus labios como si estuviera conteniendo la respiración. Luego, de repente, una risa salió de sus labios.

            Ahora ella se está riendo de mí. Genial.

            Mike se giró, con pensamientos hoscos, y se alejó para cambiarse.

            Me recosté en la pared del gimnasio y traté de componerme.

            ¿Cómo pudo haberse reído de la acusación de Mike?… Tenía tanta razón que me comencé a preocupar de que Forks se estuviese dando demasiada cuenta. ¿Cómo podía haberse reído de la sugerencia de que yo la podría matar, cuando ella sabía que era enteramente verdad?

            ¿Qué le pasaba?

            ¿Tenía ella un morboso sentido del humor? ¿Eso no cabía con mi idea de su carácter, pero cómo podría estar seguro? O quizás mi fantasía del tonto ángel era verdad en ese respecto: que ella no tenía sentido del miedo después de todo. Valiente, esa era la palabra para esto. Otros quizá dirían que es estúpida pero yo sabía cuán inteligente era. No importaba la razón, ¿era esta extraña carencia de miedo la que la ponía en peligro constantemente? Quizás ella siempre me necesitaría aquí…

            Así como así, mi humor se elevó.

            Si solo podría disciplinarme, hacerme seguro para ella, entonces quizás sería correcto para mí: quedarme con ella.

            Cuando ella camino a través de la puerta del gimnasio, con sus hombros rígidos y su labio inferior entre sus dientes otra vez, un signo de ansiedad. Pero tan pronto como sus ojos encontraron los míos, sus rígidos hombros se relajaron y una amplia sonrisa se extendió por su rostro. Era una extraña expresión de paz. Caminó hacia mí sin dudar, solo deteniéndose cuando estaba tan cerca de mí como para que el calor de su cuerpo me golpeara como un maremoto.

            Hola susurró.

            La felicidad que sentí en ese momento fue, otra vez, sin precedente.

            Hola dije y luego, porque mi humor de repente estaba tan ligero, no pude resistirme el tomarle el pelo, agregué—: ¿Cómo estuvo Gimnasia?

            Su sonrisa titubeó.

            Bien.

            Era una pésima mentirosa

            —¿De verdad? pregunté para discrepar, todavía estaba preocupado por su cabeza, ¿le dolía? Pero luego los pensamientos de Mike Newton eran tan altos que rompieron mi concentración.

            Lo odio. Desearía que se muriera. Espero que se caiga con su brillante auto por un barranco. ¿Por qué no la puede dejar en paz? Permanecer con los de su clase, con los fenómenos.

            —¿Qué? preguntó Bella.

            Mis ojos la enfocaron. Miró a Mike y luego a mí.

            Newton me pone de los nervios admití.

            Su boca se abrió y su sonrisa desapareció. Ella debía haber olvidado que yo tenía el poder para mirar su calamitosa última hora, o esperaba que yo no lo utilizara.

            —¿Estuviste escuchando otra vez?

            —¿Cómo esta tu cabeza?

            —¡Eres increíble! dijo a través de sus dientes, dio la vuelta y se alejó de mi dirigiéndose al estacionamiento. Su piel se ruborizó de un rojo oscuro, estaba avergonzada.

            Mantuve su paso, esperando que su enojo pasara rápido. Usualmente me perdonaba rápido.

            Tú fuiste quien menciono que nunca te había visto en gimnasia le expliqué—. Eso despertó mi curiosidad.

            No respondió, sus cejas se juntaron.

            Se detuvo de repente en el aparcamiento cuando se dio cuenta de la manera en que mi auto estaba bloqueado por una multitud de estudiantes.

            Me pregunto cuán rápido han ido en esto…

            Mira esa palanca de cambios. Nunca he visto esto fuera de las revistas…

            ¡Lindas parrillas a los lados!

            ¡Desearía tener sesenta mil dólares botados por ahí…

            Esto era exactamente por qué Rosalie debía usar su auto fuera de la cuidad.

            Atravesé la muchedumbre de chicos hacia mi auto, luego de un segundo de vacilación, Bella me siguió.

            Ostentoso murmuré mientras se subía.

            —¿Qué tipo de auto es? Preguntó

            Un M3.

            Frunció el ceño.

            No hablo el idioma car and driver.

            Es un BMW.

            Puse mis ojos en blanco y luego me concentré en retroceder sin atropellar a ninguno. Tuve que mirar a los ojos a unos chicos que no se veían dispuestos a moverse de mi camino. Medio segundo después de mirarme a los ojos pareció ser suficiente para convencerlos.

            —¿Todavía estas enojada? le pregunté. Su ceño se había relajado.

            Definitivamente respondió cortante.

            Suspiré. Quizás no debería haber sacado el tema. Oh, bueno. Trataría de enmendarlo, supongo.

            —¿Me perdonas si me disculpo?

            Ella lo pensó por un momento.

            Quizás, si lo dices en serio—,decidió—. Y si prometes no hacerlo otra vez.

            No iba a mentirle, pero no había manera que pudiera prometer eso. Quizás sí le hacia otra oferta.

            —¿Qué tal si me disculpo en serio, y accedo a dejarte conducir este sábado? —Me estremecí internamente ante ese pensamiento.

            La arruga entre sus cejas se acentuó mientras consideraba la nueva oferta.

            Hecho contestó después de un momento.

            Ahora para mi disculpa… Nunca había intentado deslumbrar a Bella a propósito antes, pero ahora parecía un buen momento. La miré profundamente a los ojos mientras nos alejábamos de la escuela, preguntándome si lo estaba haciendo bien. Usé mi tono más persuasivo.

            Entonces, siento mucho haberte molestado.

            Los latidos de su corazón se hicieron más fuertes que antes y el ritmo se transformó abruptamente en staccato. Sus ojos eran enormes. Se veía atónita.

            Medio sonreí. Parecía que lo había hecho bien. Por supuesto, yo estaba teniendo un poco de dificultad en dejar de mirarla, también. Igualmente deslumbrado. Era algo bueno que tuviera este camino memorizado.

            Estaré en tu puerta el sábado tempranoagregué, finalizando el acuerdo.

            Ella pestañeó rápidamente, sacudiendo su cabeza como si debiera aclararse.

            Um— dijo—. Que sin explicación un Volvo se quede en la carretera no me ayuda con Charlie.

            Ah, que poco me conocía aún.

            No tengo pensado llevar el auto.

            —¿Cómo…? empezó a preguntar.

            La interrumpí. La respuesta solo traería otra ronda de preguntas.

            No te preocupes por eso. Estaré ahí sin auto.

            Puso su cabeza de un lado y pareció que por un momento me iba a presionar por más información, pero luego pareció cambiar de opinión.

            —¿Ya es más tarde? preguntó, recordándome nuestra inacabada conversación de hoy en la cafetería.

            Debía haberle respondido la otra pregunta. Esta era menos atractiva.

            Supongo que sí acordé, poco dispuesto.

            Estacioné frente de su casa, mientras pensaba cómo explicarle… sin hacer demasiado evidente mi monstruosa naturaleza, sin asustarla otra vez. ¿O eso estaba mal minimizar mi oscuridad?

            Ella esperó con la misma expresión de interés amable que tenía en el almuerzo. Si hubiera estado menos ansioso, su aparente calma me hubiera hecho reír.

            —¿Y todavía quieres saber por qué no puedes verme cazar? Pregunté.

            Bueno, más que nada me preguntaba el motivo de tu reacción dijo.

            —¿Te asuste? pregunté, seguro de que lo negaría.

            No.

            Traté de no sonreír y fallé.

            Perdón por haberte asustado— y luego mi sonrisa se desvaneció con mi momentáneo humor—. Fue solo la idea de que estuvieras allí…mientras cazamos.

            —¿Estaría mal? Preguntó.

            La imagen mental fue demasiado–Bella, tan vulnerable en la vacía oscuridad; yo mismo, fuera de control…traté de desterrarlo de mi cabeza.

            Extremadamente.

            —¿Por qué…?

            Respiré profundo, concentrándome por un momento en la sed quemando mi garganta... Sintiéndola, manejándola, probando mi dominio sobre ella. Nunca más me controlaría. Quería dejar ese legado. Sería seguro para ella. Miré hacia las nubes sin verlas en realidad, deseando poder creer que mi determinación haría alguna diferencia si estuviera cazando cuando su esencia se cruzara en mi camino.

            Cuando cazamos… nos entregamos a nuestros sentidos— le dije, pensando cada palabra antes de decirla—. Nos domina más el sentido del olfato. Si estuvieses cerca cuando pierdo el control así…

            Sacudí mi cabeza con agonía ante el pensamiento de lo que habría–no que podría, que habría–seguramente pasado.

            Escuché el acelerar de su corazón y luego me volví inquieto para leer sus ojos.

            Bella tenía su cara compuesta, sus ojos eran tumbas. Su boca estaba presionada ligeramente en lo que adiviné era preocupación. Pero ¿preocupación por qué? ¿Su propia seguridad? ¿Había alguna esperanza de que finalmente haya puesto las cosas claras? Continué mirándola, tratando de traducir su ambigua expresión a un hecho.

            También me miró. Sus ojos se ensancharon un poco y sus pupilas se dilataron aunque la luz no había cambiado.

            Mi respiración se aceleró, y de repente la calma del auto pareció estar zumbando, como en la oscura aula de Biología esta tarde. La pulsante electricidad creció entre nosotros otra vez y mi deseo de tocarla fue por un breve momento, más fuerte que mi sed.

            La fuerte electricidad me hizo sentir como si tuviera pulso otra vez. Mi cuerpo bailó con ella. Mientras pensaba en ser humano. Más que a nada en el mundo, quería sentir el calor de sus labios contra los míos. Por un momento, busqué desesperadamente para encontrar la fuerza, el control y ser capaz de poner mi boca cerca de su piel.

            Rompió a respirar aceleradamente y me di cuenta que cuando yo empecé a respirar rápido, ella había dejado de respirar en absoluto.

            Cerré mis ojos, tratando de romper la conexión entre nosotros.

            No más errores.

            La existencia de Bella estaba atada a miles de delicados balances químicos, tan fácilmente de interrumpir: La rítmica expansión de sus pulmones, el fluir de su respiración, era vida o muerte para ella. La agitada cadencia de su frágil corazón podría detenerse por tantos estúpidos accidentes o enfermedades o… por mí.

            No creía que ningún miembro de mi familia–excepto Emmett, probablemente–hubiera dudado si le ofrecían una oportunidad para volver atrás, si pudieran cambiar la inmortalidad por la mortalidad otra vez. Rosalie y yo, Carlisle también, nos pararíamos sobre fuego por ello. Arder por todos los días o siglos que fuesen necesarios.

            La mayoría de los de nuestra especie valoraba la inmortalidad por encima de todo. Habían humanos que, incluso,  soñaban con eso, aquellos que buscaban en los lugares más oscuros a quienes pudieran darles los regalos más negros.

            No nosotros. No mi familia. Nosotros daríamos lo que fuera por ser humanos.

            Pero ninguno de nosotros, ni siquiera Rosalie, estuvo tan desesperada de volver atrás como yo lo estaba ahora.

            Abrí mis ojos y miré las pequeñas imperfecciones del parabrisas, como si hubiese alguna solución escondida en el imperfecto vidrio. La electricidad no se había debilitado y tenía que concentrarme en mantener mis manos el volante.

            Mi mano derecha me empezó a picar sin dolor otra vez, donde la había tocado antes.

            Bella creo que deberías entrar ahora.

            Me hizo caso, sin ningún comentario, saliendo del auto y cerrando la puerta al salir. ¿Sintió la potencia para el desastre como yo?

            ¿Le dolía irse, tanto como a mí me dolía dejarla ir? El único consuelo era que la vería pronto. Más pronto de lo que ella me vería a mí. Sonreí ante eso, luego bajé la ventana y me incliné para hablarle una vez más. Era seguro ahora, con el calor de su cuerpo afuera del auto.

            Ella dio la vuelta para ver qué quería yo, curiosa.

            Siempre tan curiosa, aunque había respondido casi todas sus tantas preguntas. Mi propia curiosidad estaba insatisfecha. Eso no era justo.

            Oh, ¿Bella?

            —¿Sí?

            Mañana es mi turno.

            Su frente se arrugó.

            —¿Tu turno para qué?

            Hacer las preguntas mañana cuando estuviésemos en un lugar más seguro, lleno de testigos, obtendría mis propias respuestas. Sonreí ante eso, y luego me alejé porque ella no dio señales de moverse. Aún con ella fuera del auto, la electricidad zigzagueaba en el aire. Yo quería salir también, acompañarla hasta la puerta como una excusa para quedarme con ella.

            No más errores. Presioné el acelerador y suspiré mientras ella desaparecía detrás de mí. Parecía como si siempre corría hacia Bella o corría lejos de ella, nunca quedándome en un lugar. Debía encontrar alguna manera de permanecer en un lugar si íbamos a tener algo de tranquilidad.

 

 

 

 

 

Mi casa parecía calmada y en silencio desde afuera mientras manejaba por un lado de ella, dirigiéndome hacia el garaje. Pero podía oír la confusión–tanto hablada en voz alta como pensada–que había adentro. Lancé una mirada significativa hacia mi auto favorito–todavía prístino, por ahora–mientras me dirigía a enfrentarme a la hermosa ogra debajo del puente. No pude ni siquiera hacer el pequeño camino desde el garaje hasta la casa antes de ser abordado.

            Rosalie salió disparada por la puerta de enfrente tan pronto como mis pisadas fueron audibles. Se plantó en la base de las escaleras, sus labios hacia atrás mostrando los dientes.

            Me detuve a veinte metros de ella sin ninguna agresión en mi postura. Sabía que merecía esto.

            —Lo siento tanto, Rose —le dije incluso antes de que ella hubiese organizado su ataque de pensamientos. Probablemente no lograra decir mucho más.

            Cuadró los hombros y levantó su barbilla.

            ¿Cómo pudiste haber sido tan estúpido?

            Emmett bajó las escaleras lentamente a su lado. Sabía que si Rosalie me atacaba, Emmett se interpondría entre los dos. No para protegerme sino para evitar que me provocara lo suficiente como para pelear con ella.

            —Lo siento —dije de nuevo.

            Pude darme cuenta de que estaba sorprendida por la falta de sarcasmo en mi voz, mi rápida capitulación. Pero aún estaba muy enojada para aceptar disculpas.

            ¿Estás feliz ahora?

            —No —dije, el dolor en mi voz probaba mi punto.

            ¿Entonces, por qué lo hiciste? ¿Por qué le dirías? ¿Solo porque preguntó?

            Las palabras en sí no eran tan duras–era su tono mental el que estaba bordeado con puntas de aguja filosas. También, en su mente estaba el rostro de Bella–una caricatura del rostro que amaba. No importaba lo mucho que Rosalie me odiara en este momento, no había razón para odiar a Bella. Ella quería creer que ese odio era justificado, fundado simplemente en mi mal comportamiento, que Bella solo era un problema porque ahora era un peligro para nosotros. Una regla rota. Bella sabía demasiado.

            Pero podía ver cuán nublado estaba su juicio por los celos por la chica. Era aún más ahora que había encontrado a Bella más atractiva que a ella. Sus celos eran un foco cambiante y enredado. Bella tenía todo lo que Rosalie quería. Ella era humana. Ella tenía opciones. Rosalie estaba indignada de que Bella pusiera eso en peligro, de que coqueteara con la oscuridad cuando tenía otras opciones.

            Rose pensó que ella incluso intercambiaría su rostro con el de la chica, que consideraba hogareño, si pudiera tener su humanidad en el trato.

            Aunque Rosalie estaba tratando de no pensar estas cosas mientras esperaba por mi respuesta, no pudo mantenerlas enteramente fuera de su cabeza.

            —¿Por qué? — demandó en voz alta después de que yo no dije nada. No quería que yo siguiera leyendo— ¿Por qué le dijiste?

            —Realmente estoy sorprendido de que haya sido capaz de hacerlo— dijo Emmett antes de que pudiera responder—. Raramente dices la palabra, incluso con nosotros. No es tu favorita.

            Él estaba pensando en lo mucho que nos parecíamos Rose y yo en ese aspecto, como ambos evadíamos el título de la no vida que odiábamos. Emmett no tenía tales reservas.

            ¿Cómo hubiese sido sentirse del modo en que lo hacía Emmett? Ser tan práctico, tan libre de arrepentimientos. Ser capaz de aceptar tan fácilmente y seguir adelante.

            Rose y yo seríamos personas más felices si pudiéramos seguir su ejemplo.

            Viendo esto–nuestras similitudes–tan claramente hizo aún más fácil el excusarme ante las agujas venenosas que Rose aún seguía pensando hacia mí.

            —No te equivocas— dije a Emmett—. Dudo de que algún día pudiera ser capaz de decirla yo mismo.

            Emmett ladeó la cabeza hacia un lado. Detrás de él, dentro de la casa, pude sentir la sorpresa del resto de la audiencia. Solo Alice no estaba sorprendida.

            —¿Entonces, cómo?

            —No exageres— dije sin mucha esperanza. Sus cejas se juntaron—. No fue una violación intencional. Es algo que probablemente debimos haber previsto.

            —¿De qué estás hablando? —demandó.

            —Bella es amiga del tatara-nieto de Efraín Black.

            Rosalie se congeló de la sorpresa. Emmett, también, fue agarrado con la guardia baja. No estuvieron más preparados para la dirección que eso tomó que yo.

            Carlisle apareció en el camino de entrada. Esto era ahora más que solo una pelea entre Rosalie y yo.

            —¿Edward? —preguntó.

            —Debíamos haberlo sabido, Carlisle. Por supuesto, que los ancianos advertirían a la siguiente generación cuando volvimos. Y por supuesto, la siguiente generación no daría crédito a nada de eso. Es una simple historia tonta para ellos. El chico que respondió a las preguntas de Bella no creía nada de lo que le estaba contando.

            No estaba ansioso por la reacción de Carlisle. Sabía cómo respondería él. Pero estaba oyendo muy atentamente a la habitación de Alice ahora, para escuchar lo que pensaría Jasper.

            —Tienes razón— dijo Carlisle—. Naturalmente se desarrollaría de esa manera—. Suspiró—. Es una mala suerte que la progenie de Efraín Black tenga una audiencia tan entendida.

            Jasper escuchó la respuesta de Carlisle y estaba preocupado. Pero estos pensamientos fueron más sobre irse con Alice que a silenciar a los Quileutes. Alice ya estaba viendo sus ideas para el futuro y se preparaba para refutarlas. Ella no tenía intenciones de ir a ningún lado.

            —Nada de mala suerte— dijo Rosalie entre dientes—. Es culpa de Edward que la chica sepa todo.

            —Cierto— dije rápidamente—. Es mi culpa, lo lamento.

            Por favor, pensó Rosalie directamente hacia mí. Suficiente con la rutina. Deja de hacerte el arrepentido.

            —No estoy actuando— le dije—. Sé que es a mí a quien hay que culpar por todo eso. He hecho un enorme lío de todo esto.

            —¿Te dijo Alice que estaba pensando en quemar tu auto, cierto?

            Sonreí–más o menos.

            —Lo hizo. Pero lo merezco. Si te hace sentir mejor, es todo tuyo.

            Ella me miró durante un momento largo, pensando en seguir adelante con la destrucción. Probándome, a ver si estaba fanfarroneando.

            Me encogí de hombros.

            —Es solo un juguete, Rose.

            —Has cambiado —dijo entre dientes de nuevo.

            Asentí.

            —Lo sé.

            Dio media vuelta y se dirigió hacia el garaje. Pero era ella la que fanfarroneaba. Si no iba a lastimarme, no había sentido en hacerlo. De toda mi familia, era ella la que amaba los automóviles del mismo modo que yo. El mío era demasiado hermoso como para vandalizarlo sin motivos.

            Emmett fue tras ella.

            —No espero que me des ahora la historia completa.

            —No sé de qué estás hablando —dije inocentemente. Puso los ojos en blanco y siguió a Rosalie.

            Miré a Carlisle y articulé el nombre Jasper.

            Él asintió. Sí, puedo imaginarlo. Hablaré con él.

            Alice apareció en la entrada.

            —Te estás esperando —le dijo a Carlisle. Carlisle le sonrió–un poco irónicamente. Aunque estábamos acostumbrados a Alice lo más que podíamos, ella a veces era rara. Carlisle le dio unas palmaditas a su cabello corto y negro al pasar a su lado.

            Me senté en la parte alta de las escaleras y Alice se sentó a mi lado, ambos escuchando la conversación de arriba. No había tensión en Alice–ella sabía cómo iba a terminar. Me mostró y mi tensión también se desvaneció. El conflicto estuvo terminado antes de comenzar. Jasper admiraba a Carlisle tanto como cualquiera de nosotros y él era feliz siguiendo su liderazgo… hasta que pensaba que Alice podía estar en peligro. Descubrí que entendía la perspectiva de Jasper con más facilidad ahora. Era extraño lo mucho que no entendía antes de Bella. Ella me había cambiando más de lo que creía que era posible para mí cambiar y aún así, seguir siendo yo mismo.

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